viernes, 27 de enero de 2017

Retropost #1338 (27 de enero de 2007) - Goffman: La realidad como expectativa autocumplida


Observo que ha aparecido una traducción española de Frame Analysis de Erving Goffman: Frame Analysis: Los marcos de la experiencia (Madrid: Centro de Investigaciones Sociológicas, 2006). Eso me eximirá de meterme yo mismo a traducir el imponente tocho.

Hace tiempo que quería escribir un comentario sobre la conclusión, especialmente por la teoría del sujeto que parece ofrecer Goffman, como corolario a su análisis de la experiencia y sus transformaciones a lo largo del libro. Y también por las conexiones sugestivas que se ofrecen para una teoría de la retroacción y retrospección, o sea, una teoría narrativa sobre la constitución de la realidad.

La tesis central de Goffman la podríamos resumir así: Un marco es un límite imaginario que se coloca en torno a un conjunto de signos para considerarlos en su unidad y diferenciarlos respecto a lo que queda fuera del marco. Los marcos se utilizan para estructurar la experiencia, y para transformarla, sometiendo la secuencia de signos enmarcada a distintas modulaciones, manipulaciones o recontextualizaciones. Enmarcar, modular, y romper el marco son operaciones semióticas básicas que estructuran nuestra actividad y la realidad que habitamos (y construimos, y transformamos).

Me parece que el concepto de Goffman tiene grandes posibilidades de entroncar (seguramente ya lo ha hecho, pero esto es un blog) con todo un conjunto de disciplinas que necesitan hablar de signos y su transformación, desde la neurología hasta la narratología, pasando por la lingüística. Por tomar un ejemplo intermedio, volvamos a la teoría de Arbib sobre el origen del lenguaje. Se basa en uno de los desplazamientos de marco de Goffman (en lugar del gesto original, un gesto in absentia que deviene un signo: llevarse la mano a la boca, sin nada, como signo de "comer"). En este ejemplo, el desplazamiento original del gesto auténtico al signo está posibilitado por un tipo especial de neuronas que estimulan la actividad reflexiva (las neuronas espejo). Pero la reflexividad en sentido más amplio, ya generalizada al conjunto de la semiosis, es inherente a la teoría de los marcos. Un marco enmarca signos para poder funcionar y crear sentido en su interior, y sin embargo ese mismo enmarcamiento posibilita el ficcionalizar ese conjunto de signos, desplazarlo a otra función, re-significarlo, re-presentarlo.

Así comienza la conclusión de Frame Analysis:

"Este estudio comenzó con la observación de que tenemos (y otros en cantidad considerable tienen) la capacidad y voluntad de usar la actividad concreta, efectiva (actividad que tiene sentido en sí misma)—como un modelo sobre el cual efectuar transformaciones para divertirse, engañar, experimentar, ensayar, soñar, fantasear, ritualizar, demostrar, analizar y practicar la caridad. Estas vivaces sombras de acontecimientos se engranan en la marcha continuada del mundo, pero no exactamente de la manera tan próxima como es el caso de la actividad ordinaria, literal." (560, traduzco).

Antes de que me interrumpa algún desconstructivista, le bajo la mano de un sopapo admitiéndole que esa actividad "literal" es el resultado de la sedimentación previa de mucha actividad no literal; y que de hecho es "literal" mientras no se diga lo contrario. Así, con la llegada de una catástrofe imprevista, toda nuestra actividad literal y nuestras prioridades anteriores quedan súbitamente ficcionalizadas: "for even as it is shown that we can become engrossed in fictive planes of being, giving to each in turn the accent of reality, so it can be shown that the resulting experiences are derivative and insecure when placed up against the real thing" (ibid.).

Cualquier ficción puede servir pues como plano real sobre el cual apoyar una ficción más evidente, "llevando a uno a pensar que lo auténticamente soberano es la relación, no la sustancia" (560-61). Y la actividad cotidiana es de hecho no "literal" sino precisamente un complejo tejido de actividades enmcarcadas a distintos niveles, una transición fluida a través de diversos planos de existencia. Y si filmamos esa compleja vida cotidiana, "enmarcándola", añadimos un plano más, "Pero aquello de lo que la versión cinematográfica sería copia, es decir, un ejemplar irreal, sería a su vez algo no homogéneo con respecto a la realidad, atravesado a su vez por distintas enmarcaciones y sus diversos planos de existencia" (561)

La realidad se modela e interpreta de acuerdo con estos marcos ideales, que a su vez retoman la realidad como base de operaciones. Una famosa modelo pasando un vestido simula ser una persona normal que a su vez imita a la modelo. Aquí Goffman piensa en Oscar Wilde, y su propuesta de que la realidad tal como la percibimos está hecha de esquemas creados y difundidos por el arte: "Puede que la vida no sea una imitación del arte, pero la conducta ordinaria, en cierto sentido, es una imitación de de lo que es propio, un gesto hacia las formas ejemplares, y la realización primigenia de estos ideales pertenece más a la ficción que a la realidad" (562).

Existe así una relación retroalimentativa, o circular, entre lo que creemos que es la realidad, y lo que es la realidad. Si interpretamos la realidad de acuerdo con ciertos marcos interpretativos, estamos contribuyendo a que sea esa la realidad, en una especie de preparación por anticipado de lo que será nuestra retrospección sobre las acciones que llevemos a cabo, orientados por tal comprensión: "Lo que la gente entiende que es la organización de su experiencia, lo refuerzan y apoyan a modo de una profecía autocumplida" (563). Esto se hace, dice Goffman, por medio de historias ejemplares (hay aquí implícita toda una narratología del exemplum), de juegos, adivinanzas, noticias, que confirman la lectura aceptada del mundo. Estos rituales de autosustentación de la realidad forman parte importante (y poco explícitamente reconocida) de la educación de la juventud.

Aquí encuentran un lugar privilegiado, entre estas maniobras de autoconfirmación, las diversas modalidades del hindsight bias o distorsión retrospectiva que han analizado de modo tan brillante Michael J. Bernstein (en Foregone Conclusions) y Gary Saul Morson (en Narrative and Freedom). (Puede leerse más sobre la distorsión retrospectiva y sus consecuencias hermenéuticas en mi pseudolibro Objects in the Rearview Mirror May Appear Firmer Than They Are). En una dialéctica de proyecciones top-down e interpretaciones bottom-up, la realidad que nos permite interactuar con otros y con ella se sostiene por acuerdo mutuo y por expectativas autocumplidas. Esto le añade solidez (bueno—un cierto tipo de solidez) no sólo a lo real actual, a lo que existe ahora, sino también a la trabazón entre el pasado y el presente. El club de apoyo mutuo que crean los marcos interpretativos hace también que interpretemos el pasado a la medida del presente, pero de un presente que interpretamos como continuación y producto del pasado. Anticipación del futuro, pero también anticipación de la retrospección, una retrospección que se fundamentará en esa previsión de retrospección. Expectativa autocumplida para el presente; constitución retroactiva para el pasado. Así el pasado adquiere toda la solidez que pueda tener tal ente, y el presente se nos escapa menos (al estar firmemente enmarcado en una serie de coherencias, premoniciones y prácticas establecidas).

"De incontables maneras e incesantemente, la vida social absorbe e incorpora a sí misma el entendimiento que de ella tenemos" (563). En un paréntesis autorreflexivo importante, admite Goffman que la teoría social no está aislada de este proceso, a un nivel metalingüístico intocable, sino que forma parte integrante de él: "(Y ya que hay que admitir que mi análisis de los marcos se fusiona con el que emplean los propios sujetos, el mío, en esa medida, ha de funcionar como una fantasía de apoyo más)" (563). Lo mismo sucede, supongo, con la crítica de Morson a las profecías autocumplidas, o con mi crítica a su crítica. Entender el funcionamiento de los marcos interpretativos es también darles solidez, no sólo mostrar que están hechos de aire.

De aquí pasaremos a la teoría del sujeto de Goffman —otra cosa aérea y sólida a la vez. Pero ya le vale por hoy para un post: después de todo, a post is a post is a post, lo cual es otra expectativa autocumplida.


 




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