miércoles, 31 de enero de 2018

Retropost #1984 (31 de enero de 2008): La endogamia desde dentro


En el Consejo de departamento de hoy se hacía la "primera fase del POD", o sea del Plan de Ordenación Docente, que consiste en saber qué asignaturas y grupos se van a impartir para el curso que viene y planificar las necesidades de profesorado. Y ya nos ha avisado el subdirector encargado de estas cosas, Dr. Guillén, que este va a ser el año más imprevisible y volátil en estas cuestiones, pues hay muchas titulaciones que quizá acaben requiriendo profesorado de inglés y que aún no se sabe si se implantarán o no este próximo curso; está todo en fase de diseño y aprobación. Y hasta de improvisación, pues el hecho de que haya inglés o no en la carrera a veces depende más de la relación que tenga un profesor con la dirección del centro que de cuestiones más pedagógicas o formativas.

Se ha seguido la tradición universitaria de mantener "congeladas" las plazas de funcionario hasta que haya gente de la casa preparada o habilitada para ocuparlas. Una tradición universal en España, al parecer, y que puede que tenga algunos efectos deseables de estabilidad, previsión de la carrera a largo plazo, etc., pero también fomenta los favores debidos, el feudalismo, los sistemas de protección mutua, la endogamia.... En fin, muchas veces me dan ganas de protestar a título simbólico y pedir que salga a concurso todo lo que hay pendiente, y que se cubran las plazas de una vez, que la gane el mejor y estabilidad para el profesorado, hala... pero claro, se me oiría como quien oye llover. Y además también entiendo que en este tipo de institución esas cosas sencillamente no pasan, tienen una lógica ajena a ella. Y crearían, es más, inconvenientes concomitantes...

Así que a incubar todos plazas para el futuro, y a procurar no indisponerse con los posibles miembros de tribunales. Eso crea un determinado tipo de ambiente, desde luego. Lo que no se puede decir es que sea una política propia de este departamento, o interna a los departamentos. Es el propio rectorado quien quiere plazas "con bicho dentro" para minimizar riesgos—y evitar luego presiones y chantajes sobre cómo recolocar a los descolocados, o quejas sobre largas carreras sin estabilidad, y sobre expectativas frustradas.

Tenía hoy yo por lo menos intención de pedir que saliera a concurso de una vez la cátedra en formol, la cátedra de Filología Inglesa que se guarda desde la espectacular oposición donde nos suspendieron a tres candidatos del departamento y una de fuera, a la espera de personal más brillante o mejor visto por el tribunal. No es que haya prisa por encontrar a ese personal—porque quedó la cátedra desierta en 2003, y ahí sigue en formol. He preguntado por ella, y me han preguntado si seguía el asunto en los tribunales:

—Pues sí, en los tribunales sigue. Pero no sé si eso afecta a lo que quiera hacer este departamento con la cátedra.
—Ah, pero la universidad sí. La universidad no quiere tocar una cátedra que está sub iudice.
—Pues entonces ya podemos echarle años.

No es habitual ni previsible (visto el funcionamiento habitual de la ley con respecto a la Universidad), pero a veces ha sucedido que un juez ha anulado una oposición, ha quitado una cátedra "mal dada" o ha dado una retroactivamente, después de años de pleitos, con los consiguientes daños y perjuicios y retrasos y nuevos perjudicados y descolocados. O sea que quizá sea una medida prudente. Y mientras tanto, la gente va echando cálculos de para quién de los presentes será. (Un factor a tener en cuenta es que acaba de nombrarse a la Dra. Onega, presidenta de la comisión que la dejó vacante, como miembro de la comisión nacional que va a acreditar a los catedráticos. O sea, que hay alguien que ya sabe para quién será, con poco margen de error).

En cualquier caso no ha procedido pedir que salga a concurso la cátedra y que la gane quien la merezca (o quien la gane, vamos). Y lo del "aire fresco en las cumbres" quedará para otra ocasión.

Una cosa sí que me ha negado explícitamente el Consejo: pedía que no me pongan un profesor más de prácticas para la asignatura de comentario de texto. Ya tienen en el grupo tres profesores de momento: pero tras una elocuente arenga del Dr. Deleyto, el Consejo se ha rendido a sus argumentos y ha considerado muy pedagógico que los alumnos pasen por cuatro profesores distintos a lo largo del año para llegar a la nota final de la asignatura (de una sola). Yo he dicho que los alumnos aguantaban este chaparrón de maestrillos cada uno con su librillo como una maldición necesaria que les caía encima. Y que por mi parte, prefería mi comodidad de tener un grupo de alumnos, y la de los alumnos de tener un profesor, antes de aprovechar la mínima ocasión para generar una fracción de plaza más para algún ayudante en ciernes, e ir multiplicando los grupos ad infinitum. Pero claro, yo no estoy creando Escuela, y menos con estas ideas.

(—Y me han dicho mis amistades que me puedo hacer impopular si voy diciendo estas cosas... con lo popular que soy.)

De todos modos, mal ubicado estoy yo en concreto para criticar la endogamia, casado como estoy con una colega. Podría decir en mi descargo que no somos la única parejita departamental, sin contar las afinidades electivas—pero lo dejaremos estar por hoy y pasaremos a la autocrítica. En mi fuero interno, por supuesto.
(PS: unos días más tarde, aparece un artículo sobre la endogamia universitaria en El Mundo. Vía Ibercampus).
 


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