viernes, 1 de diciembre de 2017

Los límites borrosos de lo humano

Un comentario que pongo en el artículo 'Humanos' de Reflexiones de un Primate:


Lo cierto es que el intento de definición de los límites de la humanidad en un sentido evolucionista nos embarca en una serie de paradojas inescapables e insuperables. En la actualidad y en un corte sincrónico la humanidad está bien acotada en términos biológicos, antropológicos, culturales, etc.: una sola especie, una sola población y comunidad cultural interconectada (con muchas sub-comunidades, y poblaciones, eso sí, pero de diferencias irrelevantes en términos de definir una especie). Pero a medida que nos movemos hacia atrás, y encontramos mayor diversidad de poblaciones aisladas, y de subespecies o especies humanas o “humanas”, la cuestión se vuelve por necesidad borrosa. El artículo otorga el término “humano” a los Antecessor de un modo casi honorífico, por razones digamos éticas—en el sentido de que eran capaces de altruismo. Pero varias especies no humanas son capaces de actuar de modo altruista, y en cualquier caso la evidencia para este tipo de comportamiento se vuelve cada vez más borrosa, debatible o inexistente a medida que progresamos hacia atrás. A los australopitecos se los considera de modo general “no humanos” o “prehumanos” pero (con una perspectiva retrospectiva quizá errónea en la mayoría de los casos) algo así como “en el camino hacia la humanidad”. Sea como sea, la teoría de la evolución nos lleva por necesidad a considerar la humanización (y antes de ella la hominización) como algo gradual y en desarrollo y cambio, no como algo establecido con límites fijos. Ello tiene consecuencias aún más problemáticas e inquietantes si nos fijamos ya no en el desarrollo biológico sino en el de formas de comportamiento cultural. Si aceptamos que había ‘humanos’ o ‘humanoides’ con cuerpo humano pero con comportamiento ‘no humano’ (por ejemplo, no culturalmente elaborado, no abstractivo, no simbólico, no altruista etc.), eso nos lleva por una vía desagradable o políticamente incorrecta o inaceptable a considerar que la humanización sigue en curso, y que muchos comportamientos humanos todavía adolecen de insuficiente humanización, o manifiestan una humanización primitiva, mientras que otros son por así decirlo ‘la vanguardia de la humanidad’. Es lo que tiene la evolución: nos prohíbe utilizar categorías fijas, y nos vemos abocados a utilizar conceptos gradualistas, sin entidades “platónicas” por así decirlo como “lo humano” como algo distinto en su origen o en su sustancia de “lo animal”, o cualitativamente diferenciable de lo “no humano”. La diferenciación será cuantitativa, multidimensional y compleja, y nos lleva a más de una conclusión a la vez obvia y desagradable incluso sobre la humanidad actual—como por ejemplo la constatación de que si bien todo en ella es humano en el amplio sentido del término, hay en ella elementos y comportamientos “demasiado poco humanos”—y otros que son, en cambio, el epítome mismo, o son formas altamente elaboradas, de lo que consideramos humano. Para bien o para mal.



 
 
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