domingo, 31 de diciembre de 2017

One in a Thousand

Termino el año, y lo empiezo, posicionado en el Top Uno por Mil en Academia:

Termino el año, y lo empiezo, en el TOP 0,1 POR CIENTO



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Wandering Star (4)

Retropost #1933 (31 de diciembre de 2007): Barbenuta y Espierre



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Las sobremesas de Navidad están mal diseñadas en Biescas: comemos tarde, y los cafés y conversaciones se prolongan hasta la caída del sol, que en Biescas es enseguida en estos días cortos. Debe haber decenas de personas rondando por casa de los abuelos, no los he contado, unos entran, otros salen, cada cual hablando de lo suyo, y hay montones de críos que no levantan ni un metro corriendo de aquí allá. Así que buscando un poco de silencio y de sol nos subimos a Barbenuta y Espierre, con Ivo y Oscar y su mamá. Están en un repecho elevado, detrás del Paco de Gavín, y allí dura el sol mucho más rato. Ahora se sube fácil, han asfaltado la carretera, no sé si estaba ya asfaltada la última vez que estuve. Vengo a subir una vez cada diez años, por lo que veo. Así que es un buen indicador de las cosas que van cambiando. Algunas en Barbenuta y Espierre, otras en el que sube. Nunca sabes, por cierto, si será ésta la última vez que vas a esos pueblos. Desde luego no hay nada allí para hacerte ir. Están prácticamente deshabitados, con las casas hundiéndose, aunque algunos herederos o nuevos compradores han rehabilitado la casa vieja y la mantienen en pie. En Espierre se oía cortar leña, y alguien acarreaba materiales de construcción. También suben bastantes curiosos como nosotros a ver las iglesias. Me acuerdo que una de las veces que subí, debe hacer veinte o treinta años, nos comentaba Urbano, uno de los últimos habitantes de toda la vida de Espierre que su iglesia era mejor que la de Barbenuta—que habían estado unos expertos a verlas, y que la del otro pueblo no valía nada. La de Espierre, ciertamente, debe tener ochocientos o mil años de antigüedad. Cuando se hizo seguramente era por la época del monasterio de San Pelay, a la vuelta del monte—desconocido hasta hace poco, ahora se han desbrozado parte de las ruinas. También nos contaba (era por cierto el abuelo, creo, de mi profesora de lengua en el instituto), también nos contaba Urbano —que mira que llamarse Urbano, viviendo en semejante pueblín— su versión condensada de la historia de la Humanidad. "Antes aquí no había nada, ni casas ni iglesias ni nada. Los hombres no sabían nada, eran como las bestias, y vivían en los árboles. Ni ropas tenían. Sólo las barbas para taparse. Eso hasta que llegó Jesucristo y ya los empezó a civilizar un poco, les enseñó muchas cosas. Y a vestirse." Aquí yo le interpuse que Cristo también llevaba barba (y yo también, por eso lo dije, eran los años setenta u ochenta). Pero Urbano no se dejó impresionar por el argumento. "Por entonces," dijo, "es cuando se construyeron estos pueblos, y San Juan, que está más arriba hacia Erata. Ahora no queda nada de San Juan. Y la iglesia, y la casa Lacasa." No veía bien Urbano a los que se dejaban barbas y querían volver a la vida arborícola. No se hablaba, tengo entendido, con la otra habitante del pueblo; a veces bajaban a comprar a casa de mi tío Sebastián a Biescas. Paseando aquella vez por el pueblo, en la puerta de una casa vimos clavados unos discursos en estilo realismo mágico de extrema derecha. "En un cajón encuentro una fotografía de hace años. Sale en ella mi hermano, junto a Alcalá Zamora. Yo de la familia no lo considero. Hay muchos negros en España. Pasan volando por encima de las montañas. Miro arriba y veo aviones y aviones, todos llenos de negros. Nadie se da cuenta de que vienen a España. Alguien debería avisar a los españoles". (Por aquellos años no es que hubiese muchos negros ni pocos, la verdad, y menos en Espierre...).  ¿Qué hace la gente en Espierre? Miran las casas hundidas, dan una vuelta a la iglesia. Comprueban que la puerta está cerrada. Andan hasta el fondo del pueblo (no hay nadie). Se asoman a los pozos, disfrutan del sol en algún carasol un rato. Ven el valle del Aurín a lo lejos, y la carretera lejana, en otra dimensión del tiempo. Y luego bajan hacia Barbenuta, donde quizá han dejado el coche. De Barbenuta me hablaba mucho Pura, que venía a ver la televisión a casa en los años sesenta, alrededor de la mesa camilla, y nos contaba historias de lobos, y de Juan el Tonto, y de Juan el Listo. Creo que ella era de Barbenuta, y había bajado a Biescas a servir. Como todos uno detrás de otro que se fueron por ese camino. De uno de los últimos de Barbenuta, Claudio, me contaba mi tío Sebastián, un día que lo fue a ver, cómo lo invitó a jamón y queso directamente tras ayudar a parir a una vaca, y sin limpiarse las manos. "Ehh…. No cortes más jamón, Claudio, ya vale, ya". —"Y el vino qué tal?" —"Hombre, pues… ¿no le noto un sabor como a cebolla?" —"Pues ya puede ser, ya. Que se me perdió el tapon de la barrica y la tapo con cebollas." Pocos subían, y menos a hablar con ellos. Años más tarde oí que se suicidó el último habitante de Barbenuta. De vidas como éstas ha escrito bien Julio Llamazares en La lluvia amarilla. El tiempo en Barbenuta y Espierre parece paralizado para el que sube, pero unas veces subes a los veinte años, otra a los cuarenta y tantos. No es lo mismo—tampoco subes con los mismos, y hay una perspectiva distinta sobre el valle ese también. Qué engañosas las casas que parecen no moverse. También se hunden, también. De San Juan ni rastro queda. Pero han hecho pista, creo, hasta Otal, donde una vez fuimos de niños andando, no había ni camino para llegar. Ahora es más fácil moverse, llegar, irse ya ni se plantea la cuestión, pues todos se fueron hace tiempo. Cuando vinimos con MJ  hace veinte años era todo pista. No recorrerás dos veces la misma pista. Ahora han asfaltado la carretera, ahora que no vive nadie (menos los que mantienen su casa en pie). Pero la han asfaltado sólo hasta que se separa el camino de Barbenuta hacia la izquierda, y de Espierre hacia la derecha. Como si no quisiesen ofender a ninguno de los dos pueblos, llevando el asfalto sólo hacia uno de ellos—empatados hasta el final. O como si les indicasen que el único camino practicable era el camino monte abajo. Bajamos andando de Espierre, con Barbenuta a contraluz, ya se pone el sol hasta en este valle alto. A mitad de camino entre los dos pueblos está el cementerio: como el camino, lo comparten. Me pregunto, si entro, ¿estará enterrado ahí Urbano? Hay muchos Usietos, pero no veo a Urbano, debieron enterrarlo valle abajo. Sí está en cambio Claudio el de Barbenuta. Los pueblos muertos como el Nueva York de Soy leyenda: pero pueblos muertos que nos enterrarán a todos, no quepa la menor duda, y ahí seguirán haciendo tiempo las iglesias. Ivo y Oscar ni siquiera han querido entrar en Espierre, han encontrado un montón de nieve y se han quedado jugando a la entrada. Hace años vinimos con Álvaro, que se asomó al pozo de Barbenuta; ahora ya se había ido por su cuenta a otro sitio. Hoy los llevamos a todos a Pirenarium, "el parque temático de los Pirineos"—igual hasta vemos allí maquetas de Barbenuta y Espierre, quién sabe.



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El mito de Hernán Cortes



Jesús González Maestro diserta sobre el libro de Iván Vélez El mito de Cortés:






Entrevista de J. J. Esparza a Iván Vélez:







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LA TABERNERA DEL PUERTO. Pablo Sorozábal.




Min. 31.25: "Despierta, negro".

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sábado, 30 de diciembre de 2017

Carlos Madrid - Cosmología y fundamentalismo científico

The Last Days of Samuel Beckett

Tower of Song 6

La Javanaise (8)

Richard Ford & Colm Tóibín: Narrators Are Unreliable

Antonio García Trevijano en el Aullido del Lobo - El problema catalán

Tertulia Política con Luis del Pino 30.12.2017 "Visca Tabarnia Lliure"

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'Middlemarch' by George Eliot (BBC drama) ~ Episode 1. Miss Brooke

Homenaje a Mari Trini en 'Nos queda la música'

Retropost #1932 (30 de diciembre de 2007): Hemingway Meets Beckett




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Hemingway meets Beckett meets Mad Max. Es un poquito el planteamiento de The Road, de Cormac McCarthy, premio Pulitzer 2007. Una historia de ciencia ficción con tratamiento contenido a la manera modernista. El mundo habitable ha desaparecido, ya no hay animales ni vegetación, sólo un paisaje desolado, oscuro y cubierto de cenizas, y una carretera infinita por la que avanzan un padre y un hijo empujando un carrito de compras con víveres, mantas y herramientas. Intentando sobrevivir, intentando encontrar comida y esquivar a las hordas de bandidos caníbales que gobiernan los caminos en este mundo post-apocalíptico. Día a día, aguantando nevadas y aguaceros, camino del sur, esperando encontrar algo distinto, algo que seguramente ya sólo está en el pasado. Pues el futuro se va oscureciendo, como la luz del día en el invierno nuclear. "Like the onset of some cold glaucoma dimming away the world" (TR 3).

En el post anterior hablaba de otras historias de catástrofe global, mortandad universal y regresión de la civilización, a cuenta de la película Soy Leyenda. McCarthy evita la espectacularidad fácil, y logra hacer una épica de los últimos días a base de contención, minimalismo e intensidad sostenida. El padre vive para proteger y defender a su hijo, darle una oportunidad y mantener viva en él la memoria de lo que fue la humanidad. La narración vuelve una y otra vez a las actividades básicas de supervivencia: buscar comida, empujar el carro, aguantar bajo la lluvia, encender el fuego. Explorar las ruinas. Esconderse cuando se ve alguna figura a lo lejos. Intercaladas, las conversaciones a base de monosílabos y sobreentendidos entre el padre y el hijo, a modo de Vladimir y Estragón en Esperando a Godot. No conocemos el nombre de uno ni de otro.

Y colocadas con precisión y eficacia en el viaje por este camino narrativo— las escenas de horror, de tensión, las panorámicas de refugiados carbonizados en sus coches, las ciudades devastadas habitadas por algún superviviente espantado entre las ruinas, las carreteras con cadáveres mezclados con el asfalto fundido, los cazadores de carne humana (única proteína visible en el paisaje). Y los recuerdos de lo que era la vida normal, en los sueños, en flashbacks que parecen venir de otro mundo. Todo pasó hace años: pero la devastación es tan grande que ha alterado la sustancia del tiempo, y del lenguaje: la realidad va hundiéndose poco a poco en un marasmo de ceniza que cae del cielo y de supervivencia animal. Como otro personaje de Beckett, el protagonista de How It Is, arrastrándose por el barro y la oscuridad con su saco de provisiones. Pero la visión de McCarthy es más terrible por más realista y por contener más verdad humana: los enfangamientos minimalistas de Beckett y sus monólogos parecen ejercicios artificiales a su lado, experimentos modernistas. El estilo Hemingway de observación externa, focalización centrada en un personaje, y frases cortas e impasibles trabaja en armonía con el minimalismo a que se ha reducido la realidad, y con los gestos básicos de supervivencia, de recolección, de manipulación y de bricolaje que se han vuelto el centro de la existencia.

Es un regreso desolado a On the Road de Jack Kerouac, y a tantos road movies reducidos aquí a su versión carbonizada. Es el camino de la vida, el Pilgrim's Progress centrado especialmente en el Slough of Despond. Es los ríos trucheros de Hemingway imaginados desde la vejez terminal, cuando no podremos volver a ellos. Es una alegoría de la de la vejez sin esperanza, con Dios cada vez más inescrutable e improbable. ("The bastard. He does not exist" —decían en Final de Partida). Esta novela es un endgame ambulante, pero con una dosis de fe terminal y sobre todo de amor que lo hacen más patético. Es una novela de padres e hijos, de la protección y del traspaso de la esperanza (donde apenas puede quedar ya ninguna). El protagonista camina por paisajes desolados con su hijo: en algunos había estado antes con su padre, y sabe que a él le toca ahora no flaquear, y dar una oportunidad al futuro. La madre se ha suicidado—hay aquí una cierta reivindicación vaquera de la virilidad, portando el fuego por territorio sin ley.

Vaquera y tejana: el colt es imprescindible en este salvaje oeste, sobre todo cuando los nuevos indios disparan flechas y hieren al protagonista… Un western postnuclear. Y viril—esta es una historia between men; la madre sólo podía vivir en un mundo a su medida, toma una opción débil, el suicidio, en lugar de luchar en circunstancias adversas. Apenas es compartida como recuerdo entre el padre y el hijo. Y la nueva madre hallada al final interviene únicamente como mediadora entre el espíritu del Padre, y el hijo. Una novela, pues, sobre la paternidad, y la responsabilidad, sobre todo en la transmisión de la ética y la esperanza de abuelos a nietos, a través de los padres.

Que también una meditación sobre el poder (poder limitado) del lenguaje para crear y sostener mundos posibles. Aun en situaciones límite. Ahora el mundo ha desaparecido, y el lenguaje es sobreabundante, le falta anclaje, le sobran cosas que nombrar que ya nunca existirán. Va a minimalizarse. Pero entretanto también sirve para evocar, para invocar, "like some ancient anointing" (TR 74)—ceremonias amargas y ambivalentes, éstas, ante la evidencia brutal de la muerte del mundo, que va a arrastrar tras de sí al lenguaje. Y a la literatura (así los libros destruidos [TR 187], que hacen pensar en todo el espacio que había en el mundo de antes para las posibilidades, las expectativas abiertas por la palabra).

Por no hacer una alegoría de la muerte de la humanidad sin más, y una diatriba contra Dios, tiene McCarthy que ofrecer una esperanza al final—un gesto minimalista que se esboza continuamente a lo largo de la novela. Y es de hecho el final, más abierto a la esperanza, el elemento más flojo del libro. El padre muere, dando confianza al hijo hasta el final con sus últimas palabras. El chaval se preocupaba por un niño que habían visto en unas ruinas y no habían recogido (por estricto cálculo de supervivencia); le vuelve a la cabeza, y el padre le tranquiliza ahora sobre el destino de ese niño con quien ve que ahora se identifica su hijo. Un vagabundo beckettiano en la carretera les había dicho "There is no God and we are his prophets" (TR 170). Dios ha muerto, en efecto, pero aquí se le sigue nombrando precariamente, manteniendo su recuerdo vivo entre las cenizas. El recuerdo de Dios se identificará con el recuerdo del padre: "He tried to talk to God but the best thing was to talk to his father and he did talk to him and he didnt forget (…) the breath of God was his breath yet though it pass from man to man through all of time" (TR 286). La novela la dedica Cormac McCarthy implícitamente a su padre, deduzco, y explícitamente a su hijo John Francis McCarthy, que quizá no haya llegado a la edad adulta cuando el Autor muera.

Además de darle ánimos a su hijo para seguir viviendo, el padre, sin saberlo, ha conseguido acercarlo a un sitio donde hay una familia que lo adoptará cuando él muere. Esta solución (no menos implausible que el resto del libro) parece sin embargo tramposa, poco lograda. Bastaba, creo, para los fines artísticos de McCarthy con expresar la esperanza que el padre lucha por mantener viva hasta el final. Estilísticamente, el padre ha sido el focalizador principal y casi único, excepto en alguna frase aislada (TR 84). Ahora, tras la muerte del padre, el relato parece perder consistencia al proseguir como si tal, como si no desapareciese el mundo con la muerte (TR 170). La sustitución del padre por otro padre más fuerte y con un rifle más gordo, parece arbitraria, wishful thinking. Para mí debería terminar la novela más o menos en "Goodness will find the little boy. It always has. It will again." Y hasta hay truchas hemingwayianas en un río oculto en la última frase—si oculto en el pasado o en el futuro, no lo sabemos. Quizá sólo estén en el recuerdo, pero se nos recuerda que cerca del final hay que seguir recordando esos emblemas de la vida, y de una inocencia radical que quizá sólo existió en un pasado mítico. Pues no podemos tener a la vez la pureza de la sensación, y la consciencia reflexiva de esa pureza, igual que no podemos tener a la vez la muerte y la angustia por la muerte.

Y es que el final de verdad, el final de la humanidad y todas sus esperanzas, incluida la muerte de los hijos que habrían de perpetuarnos, y el cierre completo del futuro, es como un sol negro que no podemos mirar directamente en el arte de la novela. "Please dont tell me how the story ends" (TR 75). Ya ha mantenido McCarthy la mirada bastante rato, y la experiencia que nos da es de agradecer, y de temer.



Despierta, negro


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viernes, 29 de diciembre de 2017

La nueva Matanza de los Inocentes

Hay una nueva Matanza de los Inocentes. Aquí. Y sus cifras son enormes.

Pero no se me espanten. Aunque es enorme, la masacre está hecha a medida de nuestros tiempos en los que nada importa. Me refiero al aborto. Tratan la cuestión en Noticias Intereconomía, del 28 de diciembre (día de los Santos Inocentes), a partir del minuto 6:





El Tribunal Constitucional lleva más de SIETE AÑOS manteniendo aparcado el recurso que se presentó contra la ley del aborto de Zapatero. Al margen de lo que se pueda opinar sobre la cuestión. dada la gravedad del tema para al menos una gran parte de la población, este retraso deliberado y posiblemente definitivo constituye un fraude de ley de unas dimensiones sin precedentes en la historia.

Un fraude colosal y desvergonzado, que a mi entender desacredita completamente a los magistrados miembros del Tribunal Constitucional, a la institución misma, y a todas las cuestiones sobre las que (en cambio) sí se pronuncian, por motivos —parece claro— no de justicia o de jurisprudencia, sino de mero oportunismo partidista.

Vendedores de la ley, y vendedores de la dignidad humana. Ahí los tenemos, presidiendo—a Rajoy y a sus acólitos, y a los siervos encumbrados que colocan en el Tribunal Constitucional. Malditos sean.

(Y ni siquiera soy un antiabortista radical, aviso. Ellos podrían quizá ser más severos en su juicio).

Esta matanza la mantienen y subvencionan ustedes con su voto.


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Venezuela en la ruina y el caos

Me llega por Whatsapp— sobre la quiebra de la economía venezolana. Para interés del asesor económico Monedero, y de los necios o criminales votantes de Podemos que querrían haber llevado a España por la senda de Venezuela:


Salario mínimo del venezolano más el cestatique incluido BS 457.000,00

Precios actuales  de la cesta básica en Venezuela

1 pollo Bs 250.000,00
1 kilo de carne de 230.000,00
1 kilo de chuleta ahumada 350.000,00
1 kilo de cochino 330.000,00
1 kilo de costilla de res 180.000,00
1 kilo de carne molida 180.000,00
1 kilo de callo 150.000,00
1 kilo de lentejas 100.000,00
1 kilo de garbanzos 500.000,00
1 kilo de caraotas negras 100.000,00
1 cartón de huevos 260.000,00
1 kilo de arroz 100.000,00
1 kilo de harina pan 65.000,00
1 kilo de harina de trigo 120.000,00
1 kilo de azúcar 85.000,00
1 kilo de pasta 100.000,00
1 kilo de queso 250.000,00
1 kilo de requesón 140.000,00
1 kilo de fiambre 150.000,00
1 kilo de jamón de espalda 270.000,00
1 kilo de jamón de pierna 300.000,00
1 kilo de mortadela de pollo 240.000,00
1 kilo de mortadela de carne 190.000,00
1 pote de crema de leche 85.000,00
1 kilo de jabón en polvo 180.000,00
1 pasta de jabón las llaves 40.000,00
1 pasta de jabón de baño 45.000,00
1 desodorante 100.000,00
1 rollo de papel higiénico 130.000,00
1 kilo de margarina 65.000,00
1 kilo de leche completa 250.000,00
1 lata de sardina 45.000,00
1 lata de atún 65.000,00
1 kilo de café 250.000,00
1 litro de refresco 120.000,00
1 litro de leche 40.000,00
1 pote de leche para niños 600.000,00
1 paquete de pañales 500.000,00
1 crema dental 120.000,00
1 pan dulce grande 50.000,00
1 pan campesino grande 40.000,00
1 paquete de pan sándwich 65.000,00
1 unidad de pan salado 4.000,00
1 unidad de pan dulce 6.000,00
1 torta de cumpleaños 350.000,00
1 kilo de sardina fresca 25.000,00
1 kilo de pescado más económico 75.000,00
1 kilo de filet de pescado 150.000,00
1 mayonesa pequeña 65.000,00
1 frasco de salsa tomate 45.000,00
1 litro de aceite comestible 150.000,00

1 pasaje urbano corto 3.000,00
1 pasaje urbano largo 5.000,00
1 pasaje a otro municipio 60.000,00
1 pasaje para Caracas 350.000,00
1 pote de aceite automotriz 700.000,00
1 caucho rin 15 8.000.000,00
1 caucho para motos 5.000.000,00
1 caucho para unidades de transporte público 18.000.000,00
1 batería para vehículos 7.000.000,00
1 litro de gasolina 150.000,00

Ropa con precios de locuras:
1 jean azul clásico 1.000.000,00
1 camisa  o blusa 700.000,00
1 blumer o pantys 300.000,00
1 braxier o sostén 250.000,00
1 bóxer o interior 200.000,00

Artefactos eléctricos y de hogar
1 lavadora 25.000.000,00
1 televisor 18.000.000,00
1 nevera 40.000.000,00
1 licuadora 12.000.000,00

las medicinas por las nubes y los precios para morirse

Señores rezar y  pedirle mucho a Dios, emigrar para irse del país.

reproducir esta cadena a tus contactos por whatsapp en todo el mundo  para que se enteren y vean la realidad del salario de un venezolano y porque todos quieren irse del país para buscar una mejor calidad de vida, Venezuela esta fuera de control y no hay leyes.

Que  llegué esta cadena a las naciones unidas

Hay mucha mortalidad en los hospitales por fatal de medicamentos y no sale a luz pública por orden presidencial

No hay cementerio para enterrar a los seres queridos, la orden es cremacion a los difuntos y entregar las cenizas en cofre a sus familiares

La seguridad de los estados sin funcionarios policiales, mucha delincuencia organizada y desbordada al no tener policías en las ciudades del país


Venezuela esta en emergencia

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Venezuela cierra 2017 con 26.616 muertes violentas, más de 5.000 causadas por policías y militares



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Refoto de Flickr

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Xavier Horcajo - La Redacción Abierta de la tarde | 28-12-2017

Esta tierra es Aragón

Especial Informativo | ¿Y ahora qué?

Arquitectura checa

Arquitectura checa

Retropost #1931 (29 de diciembre de 2007): Soy leyenda


 Soy Leyenda


Antes de que alguien me diga que esta vez me he pasado, aclaro que hablo de la película de Will Smith. Está basada en un clásico de la ciencia ficción (Richard Matheson, I Am Legend). Y pertenece a un subgénero especialmente visible esta temporada: la ficción apocalíptica. Hasta en este blog ha estado de moda el tema: por ejemplo en este post sobre la extinción súbita de los dinosaurios y de los humanos.

También está visible para mí porque me acabo de leer The Road, de Cormac McCarthy, que tiene un planteamiento casi análogo, si bien más realista. Después de una catástrofe nuclear, los escasos supervivientes en un mundo muerto viajan no se sabe donde, a lo largo de una carretera donde el hombre es un hombre lobo para el hombre. Por efecto de la falta de recursos, de la pura necesidad, y de la naturaleza humana.

Más inmediato es el embrutecimiento ambiental en Soy Leyenda, donde un virus ha exterminado al 99% de los humanos y ha convertido a una minoría en monstruos enloquecidos. Y además está Will Smith. O sea, que es una película de zombis (zombis blancos skinheads) porque además sólo salen por la noche. Y ya se sabe lo que dan de sí las películas de zombis, a los que hay que mantener atrancados fuera de la puerta, rematar a golpes crueles, etc. La pura gimnasia de luchar contra estos zombis desplaza el interés central de la película—aunque las escenas de violencia son extraordinariamente efectivas, y no de despreciar. Aunque la película está clasificada para todos públicos, mi acompañanta pasó media película oculta tras las butacas y exigió al salir la devolución de media entrada, pues para ella había media película imposible de contemplar. La tensión se mantiene tanto para Will Smith como para la espectadora oculta tras la butaca. Y donde el guión flojea, eso se hace con trabajo inventivo de dirección y cámara. Muchas escenas, de violencia o no, están filmadas de manera inventiva. Pongamos la escena en que Will ha de matar a su fiel perra, a la que han mordido los perros zombis: se muestra cómo la estrangula sólo enfocándole la cara a él. Y la espectacularidad está asegurada, en un Nueva York invadido por la maleza, con los restos de los últimos embotellamientos y medidas de cuarentena. Pocos saqueos, por cierto.

Esta temática es recurrente en la época moderna, al menos desde El último hombre de Mary Shelley, donde una peste exterminaba a tódios. Es característica del género la sensación de sobreabundancia decadente, con los últimos supervivientes perdidos entre un exceso de bienes de consumo o culturales dejados atrás por el mundo que se va desmoronando. El mundo sin nosotros de Alan Weisman— otro título éste que ha hecho furor en el 2007, hablando de cómo sobrevivirían distintos objetos y artefactos culturales actuales si desapareciese la humanidad. Quizá algunos supervivientes a la Peste Negra que diezmó (es un decir, aunque en algunos sitios no fue un decir) la población europea en el siglo XIV, tuvieron esta sensación de un mundo demasiado amplio y con demasiadas cosas, con poca gente entre muchas tumbas. Pero el tema vuelve insistente en la época napoleónica, ligado quizá al primer shock de superproducción causado por la revolución industrial. Y cruzado con la visión de la exterminación masiva de la guerra moderna—los sitios de Zaragoza, etc. Y el descreimiento de un mundo sin dios. Byron tiene un poema sobre la muerte fría del cosmos.

Vuelve el mito del último hombre con fuerza renovada en el relato de Jack London "La peste escarlata", que a principios del siglo XX narra el desplome de la civilización occidental, a modo de crisis de sistema y revolución, a principios del siglo XXI. Y de ahí a muchas otras versiones del hundimiento de la civilización, holocaustos postnucleares anunciados en la época de la guerra fría… En los años 70 Marvel tuvo su propio comic del último muchacho sobre la tierra (Claro que estos últimos hombres nunca están solos realmente). La crisis del petróleo nos trajo a Mad Max y a sus nuevos bárbaros motorizados en busca de gasolina. Con versiones incontables en años siguientes, como El cartero o Waterworld de Kevin Costner. Hay todo un subgénero de La Ciudad Invadida por las Tribus,, con visiones postapocalípticas de Nueva York. Quizá la imagen más potente en la consciencia colectiva sea la Estatua de la Libertad semienterrada de El Planeta de los Simios. Y en el XXI la visión pesimista no afloja, si nos atenemos a la tremenda novela de Cormac McCarthy.

Presentan ciertos problemas narrativos estas ficciones del último hombre. La tragedia debe tener testigos al margen del héroe trágico (la sola presencia de los espectadores/lectores no parece ser suficiente). Y el tema del último hombre es como digo intratable: siempre ha de quedar la duda de si eres el último o no. Nadie lo sabría realmente, como bien se dice en la novela de McCarthy.

Ahora mismo me hablaba mi padre de los viejos que van quedando en los pueblos abandonados: sólo dos octogenarios quedan en Betés. Un mundo que se acaba, me dice. Hay una buena novela ambientada en Ainielle, pueblo abandonado cerca de Biescas: La lluvia amarilla  de Llamazares, que trata a la vez del fin de un pueblo y del fin de su último habitante—otra historia del último hombre. El último mohicano. Y es que hay muchas experiencias distintas del fin del mundo, y nunca se está tan solo. En La lluvia amarilla hay fantasmas, como en todo realismo mágico. En The Road hay sueños, recuerdos. Flashbacks en Soy Leyenda. Y aparte están los otros, los que ya no son de este mundo y sin embargo están en él, vampiros, bandidos, hombres de las sombras. Y por fin, como señal de esperanza para la clausura, the good guys, los iguales, los que garantizan la continuidad de la vida y hacen que el final del relato no sea el final del cosmos. Es como digo curioso que (casi) ningún relato del último hombre lo presente realmente como el último.

La plaga exterminadora viene a ser en última instancia sólo una severa lección, por un camino erróneo que se emprendió, y la humanidad ha de empezar de nuevo. El Diluvio. El relato que comienza con el fin del mundo (humano, occidental, tradicional…) y abocado a la extinción total, termina con un gesto de esperanza, con el establecimiento de una nueva comunidad, descubrimiento de otros supervivientes, un nuevo comienzo. Es decir, el relato comienza con un final, y termina con un comienzo. Como en todo Apocalipsis, hay un nuevo cielo y una nueva tierra. Y un Nuevo Hombre. Se anuncia un nuevo ciclo de la historia humana. (Last and First Men, fascinante especulación futurista de Olaf Stapledon).

Esto aparece sólo apuntado en algunas versiones (como El último hombre). En otras, como en La peste escarlata o la memorable Earth Abides, de George R. Stewart, se nos presenta una teoría de la decadencia y resurgimiento de las civilizaciones. Un poco a la manera del pensamiento clásico, o más bien de su reelaboración en la obra de Vico (Scienza Nuova) que postulaba una teoría protoevolucionista de la cultura, pero no enraizando la naturaleza humana en los animales (lo cual hubiera sido darwinista) sino imaginando sucesivas épocas de decadencia, embrutecimiento y nuevo florecimiento de la civilización. El narrador intradiegético de La peste escarlata, Granser, único testigo vivo de la gran plaga, habla a sus nietos de un mundo desaparecido que a ellos les parece pura ficción. El lenguaje decae, y el conocimiento y la conceptualización; el mundo va degenerando a la época tribal o de las cavernas. Granser ha rescatado una biblioteca, con la esperanza de reconstruir la civilización humana, pero en su vejez le puede la desesperación, y ve como un ciclo estúpido y vicioso esta secuencia inevitable de épocas de civilización y barbarie. Pues la naturaleza y circunstancias humanas tienen un límite: la superpoblación y la dinámica social tienen un límite, y con ellos se topará la humanidad una y otra vez. En Earth Abides, la perspectiva es similar. Como en La peste escarlata, también es una plaga la que ha acabado con la práctica totalidad de la humanidad. El énfasis recae en la supervivencia en un world without us, con abundantes recursos, comidas enlatadas y coches, pero sin habitantes. La reconstrucción precaria de una comunidad con un puñado de supervivientes. Pero pasadas unas décadas, la población ha aumentado, hay pequeñas tribus, y se han ido borrando las huellas de la cultura occidental. El protagonista, uno de los escasos inmunes, es ahora el patriarca de la tribu, leyenda viva, un dios primitivo sobre la tierra para su tribu, y es en la última escena una especie de ídolo senil transportado entre la maleza por sus descendientes, nuevos pieles rojas de una América que ha invertido el proceso de europeización.

Es éste un final muy tentador para el imaginario profundo americano, para la mala conciencia de la nación —ver las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury para otras alegorías del retorno de los indios exterminados. La Peste Escarlata también es en cierto modo el retorno del Piel Roja (celebrado con ambivalencia por Jack London, ese admirador horrorizado de la llamada de lo salvaje).

El final de Soy Leyenda se encamina en otra dirección. Aquí también se reconstruye la comunidad de supervivientes. (No con Will Smith entre ellos, aunque su leyenda perviva). Pero no hay regresión total de la cultura. Los supervivientes viven en un pueblito de Vermont nada menos, rodeado de muralla y defendido con armas automáticas—pero lo que hay dentro es la clásica pequeña comunidad ideal americana, el mito colonial ideal—una comunidad básicamente blanca, rural, y agregada en torno a la iglesia. Back to Basics, el lema vendido por Reagan/Bus a la imaginación americana.

El mal surge en la película como resultado accidental de la manipulación genética. Una científica descubre una vacuna contra el cáncer modificando un virus. Y provoca sin buscarlo una pandemia universal que extermina a casi todos, y enloquece a la mayoría de los supervivientes. Conocida es también la oposición de cierta derecha americana a la experimentación con los límites de lo permisible en medicina. Y la película también sigue, sorprendentemente, la genocida convención de Hollywood de que hay que matar al negro bueno, como al malo. Lo que me parece francamente exagerado es que Will Smith se apunte a esta convención.

Naturalmente una película de ciencia ficción no traduce ni alegoriza punto por punto un programa político ni un conflicto ideológico o pol,ítico real. Más bien trabaja (de modo un tanto insidioso, podría decirse) creando analogías subliminales, fusionando de manera tendenciosa situaciones y símbolos, y jugando con temores subyacentes y estereotipos desplazados. Pero a veces las líneas ideológicas generales emergen con claridad meridiana en el argumento.

Por ejemplo, el rescate de Dios. En principio, Dios no existe: está refutado por el tratamiento que ha dado a los humanos. No se ve muy bien el por qué de esta refutación: Dios siempre ha matado a los individuos, todos y cada uno de ellos, aunque ha conservado a su Pueblo—aunque consista en una sola persona. Pero en fin, la película vuelve a las argumentaciones clásicas de las teodiceas, justificando los Actos de Dios por terribles que parezcan. Aquí Will Smith ha perdido la fe, sobre todo por la muerte de su familia, pero al final la recupera con una comunicación del más allá. Aunque los miles de millones que murieron tengan otra opinión de Dios, oye: quien cuenta el cuento es quien sobrevive, y  ese siempre deduce que Dios le ha ayudado. La película se traga ese razonamiento sin parpadear.

La brasileña que lo rescata de los zombis (bastante implausiblemente por cierto) es una mensajera de Dios. Sabe que existe la comunidad de Vermont no por la radio ni otro tipo de mensajes humanos, sino porque Dios se lo ha dicho. Así, con dos pelotas, información que resultará precisa y fiable. La película nos coloca, para refutarnos mejor, en el punto de vista de Will Smith cuando niega esta posibilidad—y seguidamente descubre en un tatuaje de la chica una señal de su hija difunta, que antes de morir le había hecho el signo de una mariposa (el alma inmortal)—y una mariposa es el tatuaje. Las marcas en el cuerpo no mienten—véase la Poética de Aristóteles al respecto. Y la transformación de Will es inmediata: su conversión a la Fe le lleva a sacrificarse para salvar a la brasileña (y de paso a su recién descubierta vacuna contra la rabia zombi).

Está bien el sacrificio del héroe, eso de que no sólo esté dispuesto a dar su vida sino que de hecho la pierda de verdad. Es estadísticamente probable, pero observemos que no se ve mucho en Hollywood—y aquí coincide sospechosamente con la necesidad de evitar un coito interracial, otra eterna convención de Hollywood. Se me dirá que la difunta esposa de Will Smith era ambiguamente blanca—pero es precisamente la difunta esposa. Y hasta la prole se extermina. A veces las lecciones de Hollywood son pasmosamente transparentes. Con una brasileña no anglosajona bien le podían haber permitido un extra, pero nada. Claro que ésta también parece monja seglar.

En fin, que Will Smith  será leyenda, pero la pequeña comunidad WASP estará libre de sus genes. El Nueva York complejo, la urbe problemática e interracial, globalizada, industrializada y multimediada se ha colapsado, y el sueño de Hollywood nos promete un futuro en forma de pueblito idílico de Nueva Inglaterra. Bien. La película da con una mano y quita con la otra, a la manera de los géneros populares histeroparanoicos. Los zombis blancos eran como skinheads linchanegros persiguiendo a Will Smith, y al final comunidad blanca tenemos.

Otra asociación simbólica histerizada que se añade en esta sopa asociativa estimulada por la ciencia ficción es el fundamentalismo antiamericano. Los zombis son seres enloquecidos, con los que no se puede razonar, son vidas gastables sin cuenta, carne de cañón que se autodestruye a cabezazos, bombas humanas vivientes. Son el Otro abyecto. Son por tanto también una visión de pesadilla de un Occidente entre los escombros, dominado por seres irracionales que se "autoinmolan" como se suele decir, masas sanguinarias cuyo credo está más allá de nuestras posibilidades comunicativas—y en última instancia, malas bestias a las que hay que exterminar ya que no hay vacuna para curarlos. Es decir, que la película también utiliza los temores internalizados al terrorismo suicida, que lleva al americano a enclaustrarse en su fortaleza y a usar generosamente el rifle. (La Asociación de Charlton Heston también parece haber subvencionado esta producción).

Todo esto puede llevarse a cabo eficazmente en términos cinematográficos. Y se hace una buena película de género, y funciona el ritmo. Cuando flojea realmente la cuestión es cuando la abyección parece salirse de madre y contaminar al propio protagonista—aunque supongo que semejante intercambio de papeles es inevitable en este tipo de producciones histéricoparanoicas. Este flojeo afecta también al personaje cinematográfico de Will Smith el actor, problemáticamente encajado en sus avatares a través de los géneros, de gracioso a poli superhéroe, papi imbatible y ahora encima candidato póstumo al Nobel de medicina.

Smith es aquí a la vez un militar de alta graduación y un científico—es el que siembra dudas al principio sobre la eficacia de la vacuna contra el cáncer, y el que acabará descubriendo la curación de la plaga. Pero también es llanero solitario, hombre de familia traumado por la pérdida. Se comunica con su perra. Les habla a los maniquíes (presencias semihumanas inquietantes y fantasmales). Ve películas, y se sabe Shrek de memoria. Hace experimentos con ratas y zombis capturados. Caza ciervos neoyorkinos. Huye de las bandas de neonazis. Tiene que hacer de chistoso y de forzudo, y de científico con la otra mano, ya casi no llega. Está ocupado, desde luego, pluriempleado. Lleva un control racional organizado, emite mensajes de ayuda a posibles supervivientes. Pero cuando aparecen éstos (la brasileña y un niño) está al borde de la crisis—se nos dice. Lo que vemos es que de repente pasa a ser un negrata de la calle, posiblemente peligroso, violento, impulsivo, poco racional, que les hace temer por su seguridad. Un tipo con lenguaje primario, y prioridades comunicativas mal puestas. Una escena mal llevada, o malintencionadamente llevada. Estúpida para un actor negro, vamos.

Y más inversiones abyectas: si los zombis son islamistas fanáticos, terroristas suicidas, es sin embargo Will Smith el que más directamente encarna el papel de hombre bomba, al lanzarse contra ellos empuñando una granada. Se vuela a sí mismo y los vuela, para salvar el futuro, claro. Y sin embargo, es una sospechosa apropiación de un gesto suicida que en otras películas recientes (Cartas de Iwo Jima) se reservaba para mentes muy equivocadas. ¿Será que hay algo muy equivocado en este sueño de la renovación de las esencias de América, con abyecciones conglomeradas, con Dios de nuestro lado y manteniendo a los infrahombres a raya?

Soy Leyenda. Dir. Francis Lawrence. Basada en la novela de Richard Matheson. Reparto: Will Smith, Alice Braga, Dash Mihok, Salli Richardson. USA, 2007.
http://www.soyleyenda-es.com




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jueves, 28 de diciembre de 2017

Firmas en defensa del español

Min.23: Recogida de firmas contra el arrinconamiento del español frente a las lenguas minoritarias: https://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2017-12-28/tertulia-de-dieter-la-reunion-de-rajoy-y-rivera-120655.html vía @esradio

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Recuerdos del Imperio

Recuerdos del Imperio

'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta

Este artículo examina dos obras narrativas tardías de Samuel Beckett, Mal Vu Mal Dit y Worstward Ho, situándolas en el desarrollo de la estética metaficcional y autorreflexiva del autor. Los rasgos minimalistas de estas obras se ven como una modalidad de autorreferencialidad narrativa y estética. 

'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta

Author(s):
José Angel García Landa (see profile)
Date:
1988
Group(s):
Narrative theory and Narratology
Subject(s):
English literature
Item Type:
Conference paper
Conf. Title:
X Congreso de la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos (AEDEAN)
Conf. Org.:
AEDEAN
Conf. Loc.:
University of Zaragoza (Spain)
Conf. Date:
16-19 Dec. 1986
Permanent URL:
http://dx.doi.org/10.17613/M6NK0W
 
Abstract:
 This paper examines two of Samuel Beckett's late narrative works, Ill Seen Ill Said and Worstward Ho, setting them in the context of the author's developing metafictional and self-reflexive aesthetics. The minimalist features of the works are analyzed as a mode of narrative and aesthetic self-referentiality.

_____. "'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta." Academia.edu 2 mayo 2010.*
2015
_____. "'Unnullable Least': Beckett's Minimalism and Metafiction in the 80s / 'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta." Social Science Research Network 2 mayo 2010.*
2010
English & Commonwealth Literature eJournal
2012
_____. "'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta." Zaguán 3 mayo 2010.*
2010
_____. "'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta." ResearchGate 2 julio 2013.*
2013
         _____. "'Unnullable Least': Vacío y metaficción en el Beckett de los ochenta." Humanities Commons 28 dic. 2017.*
2017
códigos unesco:
550510: Filología
57: Lingüística - 570512 Estilística (Estilo y retórica)
720202: Hermenéutica
6202 Teoría, análisis y crítica literarias


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Retropost #1930 (28 de diciembre de 2007): I Can't Cover


Casi todas las versiones de Abandoned Love que se ven por YouTube, y empieza a haber unas cuantas, son mejores que la versión original de Dylan. Y mejores también que mi original versión. Aquí hay una muy vivida; al parecer el cantante autorretransmisor se llama Bruce Maclean.







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El Taurus en el Moldova

El Taurus en el Moldova

Retropost #1929 (28 de diciembre de 2007): So Wired

I'm walking 
Through the streets that I dare
Walking
Through the streets that are dead...
 




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Retropost #1928 (28 de diciembre de 2007): Extinción del pingüino ártico

Extinción del pingüino ártico

Publicado en Humor. com. José Ángel García Landa

20071228171529-pinguinooso.jpg


Esta otra noticia va más en serio, al menos para los pobres pingüinos del Ártico (Aptenodytes aurorae), especie ya de por sí de existencia precaria (los pingüinos siempre han abundado mucho más en el Antártico). Supongo que con el calentamiento global seguirán, si no han seguido ya, como se dice en esta página dedicada a ellos, los pasos de otras víctimas del calentamiento global, como los escasos (escasos por decir algo) osos blancos de la Antártida. Y que dentro de cinco años es más que seguro que no habrá ni uno. Habrá que hacerlos con Photoshop, como éste que pongo (que por cierto éste sí que parece decidido a ganarse la extinción).



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Next Time You Fall in Love

Refoto de Flickr

Refoto de Flickr

Retropost #1927 (28 de diciembre de 2007): Himno de la Universidad, versión King Africa

Himno de la Universidad, version King Africa

Publicado en Universidad. com. José Ángel García Landa

Si es broma, no es broma mía, lo juro y lo asejuro. Nos envía el Secretario General de la Universidad el anuncio de un concurso para escribir la letra del himno de la Universidad de Zaragoza. Como no sabíamos que existiese, nos adjunta el mismo en un fichero que nos aclara que es la versión King Africa del mismo. Aquí se puede oír. El toquecillo "ruedo ibérico" que le han dado me parece muy adecuado. Sólo espero que la letra esté a tono y a la altura.

Por cierto, la Universidad (el Rectorado) parece que ha decidido optar por el mutismo y no contesta al requerimiento que le enviamos el 4 de diciembre solicitando la aplicación de sus propias resoluciones en lo relativo a la Ordenación Docente de nuestro postgrado. Así que tendremos que lidiar esta corrida en los juzgados, otra vez.





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miércoles, 27 de diciembre de 2017

Tabarnia —y más matraca catalana

Tabarnia, o la reductio ad absurdum del catalanismo con su propia medicina:



López-Gamonal, Esther. "Editorial: Tabarnia." EsRadio 27 Dec. 2017.*
         2017





Vaquero, Leticia. "Editorial Leticia Vaquero: El Parlament recurrirá el artículo 155 ante el TC." EsRadio 27 Dec. 2017.*
         2017

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Laviada, Rosana, et al. "Federico a las 7: Puigdemont pretende ser presidente." EsRadio 28 Dec. 2017.*
         2017



Pino, Luis del, et al. "Visca Tabarnia Lliure." EsRadio 30 Dec. 2017.*
         2017
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Cabeza metálica de Praga

Cabeza metálica de Praga

Carlos Madrid - Laplace: Libertad, Igualdad y Mecánica celeste

Elston's Christmas Countdown. The Top Ten Most Viewed Bob Dylan Videos o...

Bob Dylan Live 1984

Everybody Knows (3)

Alexander Klein - The Death of Consciousness?

The Death of Consciousness ?



 
Descriptif

Durant le mois de juin 2017, le labex TransferS et Mathias Girel (CAPHÉS) accueillent Alexander KLEIN, professeur de philosophie à l’Université d’État de Californie, Long Beach (États-Unis)
Cette  troisième lecture d'Alexander Klein est organisée dans le cadre du colloque "La notion de conscience. À partir de William James."
 


Like heartburn, a pronounced discomfort with the very idea of consciousness followed the early days of experimental psychology. Received wisdom has it that psychologists (and allied philosophers) came to mistrust consciousness for largely behaviorist reasons. But by the time John Watson had published his behaviorist manifesto in 1913, a wider revolt against consciousness was already underway. I begin by canvassing some of the lesser-known, pre-behaviorist angst about consciousness. Then I delve into the case of William James—an important early source of unease about consciousness. James’s rejection of consciousness grew out of his critique of perceptual elementarism in psychology. This is the view that most mental states are complex, and that psychology’s goal is in some sense to analyze these states into their atomic “elements.” Elementarism came in for intense criticism in James’s Principles of Psychology, and I argue that his later rejection of consciousness is an extension of the earlier critique. Just as we cannot (according to James) isolate any atomic, sensory elements in our occurrent mental states, so we cannot distinguish any elemental consciousness from any separate contents.

Bette Davis Eyes

Bette Davis Eyes

Retropost #1926 (27 de diciembre de 2007): La implacable incertidumbre de lo cotidiano

La implacable incertidumbre de lo cotidiano

Publicado en Blogs. com. José Ángel García Landa

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Una frase ésta, "la implacable incertidumbre de lo cotidiano", que me recuerda a La insoportable levedad del ser—película que había comprado con intención de regalarla a alguna amiga con bombín. La frase viene de aquí:


"Tal como Ulrich Beck definió el riesgo, los bloggers se ocupan de los peligros y de las inseguridades inducidos por las interminables olas de la modernización. Lo que se bloguea es la incertidumbre implacable de lo cotidiano. Mientras que los empresarios colonizan el futuro, repletos de alucinaciones colectivas, los bloggers exponen el presente que ellos mismos captan."

Que a su vez viene del interesante artículo de Geert Lovink "Blogging: The Nihilist Impulse" / "Bitácoras: el impulso nihilista" (traducción corregida arriba y más que habría que corregirla). Si bien oscila Lovink entre el Escila de la generalización panorámica y el Caribdis del impresionismo nihilista que denuncia, sí reconozco allí algunas reflexiones relevantes para repasar las líneas de puntos de la blogosfera, que uniendo muchas vanidades nos dibujan aquí la figura del eterno Nihilismo Contemporáneo.

" 'Networking begins and ends with pure self-referentiality', añade Friedrich Kittler, y esta autopoiesis no es tan evidente en ninguna parte como en la blogosfera."

Especialmente aquí, donde los autoenlaces superan con mucho a los enlaces. Para que quien me quiera poner verde se documente, este artículo: soy un síntoma, nomás.

Aunque también soy, cómo no, una excepción a mucha de la sintomatología allí detectada. Estoy repasándome mi post sobre el blog como ensayo para colgarlo en el SSRN.

Y como planes festivos, esta tarde pensamos ir a ver Soy Leyenda. Leyendo estoy, por cierto, una novela de temática muy parecida: The Road, de Cormac McCarthy. Altamente recomendable para enfrascarse en el paisaje nihilista, o en el desierto de lo Real, ese que decían Morfeo y Zizek.



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martes, 26 de diciembre de 2017

Buen trabajo en Filosofía

Es al menos lo que me dice ResearchGate, su amable robot. Espero que no le diga lo mismo a todo el mundo, sería una pequeña decepción—& outright deception.


Captura de pantalla 2017-12-26 13.30.37


También soy el primero de la clase en Filología. ¿Que se supone es lo mío? En realidad lo mío, dicen mi titulación y mi Facultad, es Filosofía y Letras, y en ello estamos.


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Clip cero

De mi nueva cámara. A saber cuántos he perdido, filmados este verano, al perder a su hermana gemela....  Esto son las torres de Chamartín, e íbamos de camino a Praga.


Clip0



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Va' pensiero - Russian Red Army Choir

Consciousness as Caring: James’s Evolutionary Hypothesis

 (Savoirs ENS http://savoirs.ens.fr/expose.php?id=3058)

jeudi 15 juin 2017

Descriptif

Durant le mois de juin 2017, le labex TransferS et Mathias Girel (CAPHÉS) accueillent Alexander Klein, professeur de philosophie à l’Université d’État de Californie, Long Beach (États-Unis).
Cette deuxième lecture d'Alexander Klein est organisée dans le cadre du colloque "La notion de conscience. À partir de William James.".

Lecture 2 : Consciousness as Caring : James’s Evolutionary Hypothesis
Between 1872 and 1890, William James developed a neglected form of interactionist dualism. He contended that to be phenomenally conscious is actively to evaluate what is in (or might be in) one’s environment, attending to what one decides is important, and ignoring much else. To be conscious is to care about one’s own actual or potential circumstances, in short ; and James hypothesized that this caring capacity was selected (in the Darwinian sense) because it regulated the behavior of vertebrates with highly articulated brains. He did not argue directly for this hypothesis, however. Instead, James recommended the hypothesis as a way to explain the surprising results concerning purposive behavior in decapitated frogs. I reconstruct and evaluate James’s evolutionary hypothesis, showing how it would explain those surprising experiments.

Consultez le programme du colloque " La notion de conscience. À partir de William James.".

Refoto de Flickr

Refoto de Flickr

Retropost #1925 (26 de diciembre de 2007): Mad about You

Mad about You

Publicado en Música. com. José Ángel García Landa

Una canción de Hooverphonic.





Oída el día de Navidad, en el Gran Café Zaragozano.


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English at King's College London - Open Day 2014

lunes, 25 de diciembre de 2017

Retropost #1924 (25 de diciembre de 2007): Pinker contra Lakoff

Pinker contra Lakoff

Publicado en Semiótica. com. José Ángel García Landa


A photo on Flickr


A falta de un diálogo en directo o un mano a mano entre Steven Pinker y George Lakoff que contraste sus visiones de la lingüística cognitiva, aquí hay un vídeodiálogo entre John Horgan y George Johnson: "Are metaphors a cage or a key?" (me encanta la reflexividad del título)—comentando algunas ideas del último libro de Pinker, The Stuff of Thought: Language as a Window into Human Nature, y situándolas en la tradición del debate contra teorías de determinismo lingüístico anteriores a la de Lakoff, como la de Sapir-Whorf.

Pero el mismo Pinker argüía en The Blank Slate que nuestra naturaleza nos orienta y nos limita, y la mente no es una mente en blanco sino que parte de un cuerpo y que es producto de una determinada estructura cerebral. Ese parece un punto mínimo de acuerdo entre Lakoff y Pinker: que la naturaleza humana no es moldeable ilimitadamente. Aunque tanto llama la atención su flexibilidad como el sustrato común de tanta variación. Y el problema de cuándo deja de ser humana esa naturaleza, tanto por el límite inferior como por el tecnológicamente modificado, no es menos fascinante. Food for thought: otra metáfora.



Retropost #1923 (25 de diciembre de 2007): Deep Impact

Deep Impact

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa

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A resultas de esta conversación y aprovechando que la ví durante una razzia por MediaMarkt, me compro y reveo Deep Impact, una película coetánea y con el mismo argumento prácticamente que el más conocido Armageddon de Bruce Willis. Esta sin embargo no pertenecía tanto al género aventuras como al género catástrofe - y - respuesta - de - diversas - personas - en - circunstancias - y - líneas - argumentales - diferentes. Aunque son géneros permeables, claro. Era por tanto algo más realista que Armageddon, y de hecho tuvo un impacto suficiente como para que los americanos nombrasen Deep Impact a una misión espacial auténtica que hace un par de años llevó a una sonda a lanzar experimentalmente un misil contra un el cometa Tempel 1 (juio de 2005).

La película alterna las historias de diversas personas que ante la perspectiva de la destrucción total de la civilización y quizá de la humanidad, reaccionan de maneras diversas. Algunos morirán de hecho—entre ellos los astronautas de la misión Ulises que optando por el suicidio consiguen destruir la mayor parte del asteroide que se acercaba a impactar con la tierra. Una divorciada solitaria interpretada por Vanessa Redgrave se suicida. Su hija (Téa Leoni) se reconcilia en el último momento con su padre, y mueren juntos en una playa donde habían sido felices toda la familia un verano—parece que las reconciliaciones simbólicas de divorciados y el consiguiente retorno a las esencias son un mensaje importante en mucho cine americano del ala patriótica.

Esta película también pertenece al género presidentólatra. El presidente es (cómo no, siendo Morgan Freeman) un hombre de conciencia y sentimiento, y un guía práctico y espiritual para su nación en tiempos difíciles, a la manera cinematográfica que tan bien interpretaba Ronald Reagan, y que naturalmente es copiada por la realidad, con sus limitaciones, cuando la nación sufre de hecho su Deep Impact y Bush sale a hablar de momentos cruciales y confianza en las propias fuerzas. También vemos en directo la destrucción de símbolos patrios (a la manera de El día de mañana o de las películas de la Tercera Guerra Mundial)—y de un modo que no permite leer esta película sino como un anticipo del 11-S, o del 9/11 como lo llaman por allí.

Pánico de las masas, muerte de inocentes, caída de las más altas torres, caos en la urbe, serenidad y firmeza en los líderes, rearme moral, reconstrucción y fe en la continuidad de la patria. Si es que la experiencia norteamericana está orientada y educada por el cine. Casi podemos sentir la cuenta atrás para la gran explosión en la que los protagonistas escapan en el último momento aunque peta todo tras ellos. Esperanza siempre queda, pero para los que sobreviven. Al menos esta película es sufientemente honesta para presentarnos algunos de los millones de muertos que menciona: pero son todas muertes éticas y aceptadas: narrativizadas, vamos, presentadas como un final previsto y elegido. Las muertes caóticas, o inmorales, desaparecen del horizonte—aquí oímos hablar de saqueos, disturbios, y peleas, pero no los vemos. Ateniéndonos a la lectura 11/S, hay una curiosa simetría: aquí los pilotos suicidas son los buenos, pilotando una Atlantis mejorada contra el cometa, y no los malos (Atta & Co.) atacando con aviones/bólidos y llevando un cargamento de rehenes. La historia a veces no se priva de ironías crueles. Pero en conjunto la experiencia premonitoria es análoga a la histórica, tal como la encauza la ideología oficial. La catástrofe colectiva es ante todo una experiencia moral, si no religiosa ("with God on our side")—a eso se refiere ese "Heaven and Earth are about to colllide", a un nuevo renacer a la fe o al patriotismo, tan mezclados en el país que confía en Dios hasta en el dólar. Es América, como nuevo pueblo elegido, quien organiza en la película una nueva arca de Noé, que por suerte no será necesaria.

También es cierto que se nos dice que otras naciones, según sus propios criterios, toman sus propias medidas. Pero la opción de América es regresar al origen, interpretar la catástrofe como un nuevo diluvio, y tomarla como ocasión para un renacimiento moral. Y reafirmarse una vez más como el pueblo elegido, y protagonista principal de la Historia.

Y allí está el mensaje principal de la película: quien tiene la fuerza (nuclear) y la supremacía tecnológica, tiene el protagonismo moral. Los demás serán comparsas—América decidirá. Y estas historias de amenazas cósmicas, cuya realidad sigue siendo una incógnita, tienen sin embargo un potente papel ideológico: moralizan y justifican el armamento atómico y las inversiones masivas en investigación aeroespacial y nuclear. También, más indirectamente, la teoría de que es América quien debe mantener esa supremacía. Van unidas la potencia de fuego nuclear y el retorno a la inocencia, el renacer espiritual. Aunque todos sabemos que estas armas no se han hecho precisamente para volar cometas.


Deep Impact. Dir. Mimi Leder. Written by Bruce Joel Rubin and Michael Tolkin. Cast: Robert Duvall, Tea Leoni, Elijah Wood, Vanessa Redgrave, Maximilien Schell and Morgan Freeman. Music by James Horner. Special effects Industrial Light & Magic. Ed. David rosenbloom. Prod. des. Leslie Dilley. Photog. Dietrich Lohmann. Exec. prod. Steven Spielberg, Joan Bradshaw and Walter Parkes. Prod. Richard D. Zanuck and David Brown. USA: Dreamworks / Paramount / Amblin, 1998. Spanish DVD: Deep Impact. Madrid: Dreamworks Home Entertainment, 2006.




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Mi fotoblog

Mi fotoblog
se puede ver haciendo clic en la foto ésta de Termineitor. Y hay más enlaces a cosas mías al pie de esta página.