sábado, 30 de septiembre de 2017

Sedición en Cataluña









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Denis Villeneuve: "Blade Runner 2049" | Talks at Google

Lyotard: Just Education


Veo que me citan en este libro sobre Jean-François Lyotard, Lyotard: Just Education:



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Bob Dylan - Glasgow, Scotland, SECC Hall 4 (6th June 1989)

Yo un verano pasado

Yo un verano pasado

Rajoy, ¿inepto o traidor?



Pino, Luis del. "Sin Complejos 30/09/2017: Día menos uno de la era Puigdemont." EsRadio 30 Sept. 2017.*
         2017

Rajoy está ahí para desactivar al Estado, y dejar hacer, que nos coman terreno, para luego negociarles más privilegios. Y mientras, Cataluña, en plena carlistada.

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Retropost #1803 (30 de septiembre de 2007): ¿Día internacional de la qué?

¿Día internacional de la qué?

Publicado en Personales. com. José Ángel García Landa

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Es otro de los síntomas que me aquejan, y cuyo nombre ya va siendo legión. No propiamente sordera de orejas—aunque sí soy un poco duro de—sino una especie de sordera mental que se manifiesta como un exceso de concentración en lo que estoy haciendo, ensimismamiento o aislamiento del entorno a efectos prácticos. Creo que es mi versión de lo que en la familia llamamos "el gen"—que creo que viene de parte de padre, y tiene efectos mucho más espectaculares y devastadores en otros hermanos ("¡Eh, Luis, que te hablo a tí!", y ya lo puedes sacudir del hombro, que si no está en eso, no está en eso).  Pues yo, lo mismo, pero barajado de otra manera. Hay cosas de las que no me entero.

Me pasa un poco como al geómetra Velázquez, en Manuscrito encontrado en Zaragoza, ese que traza curvas y líneas de fuerza para calcular los efectos de las pasiones humanas:

    —Señor Velázquez —dijo el cabalista—, permitidme que repita que estoy muy sorprendido de veros tan experto en historia como en geometría. Uno de esos estudios depende del juicio, otro de la memoria, y esas dos cualidades pasan por ser opuestas y contrarias.
    —Permitidme que no comparta opinión—respondió el geómetra. El juicio ayuda a la memoria clasificando lo que éstar reúne, de suerte que, en una memoria bien ordenada, cada idea se presenta siempre acompañada de todas sus consecuencias. Pero es cierto que la memoria, como el juicio, sólo puede aplicarse con éxito a un número reducido de ideas. Cuando es preciso, recuerdo, por ejemplo, todo lo que he sabido sobre las ciencias exactas, sobre la historia de los hombres y sobre la historia de la naturaleza; pero por otro lado olvido mis relaciones momentáneas con los objetos que me rodean. Es decir, que no veo lo que tengo delante de los ojos ni oigo lo que me gritan al oído, y eso hace que a veces pase por distraído.

—con razón.

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La estética en el materialismo filosófico - Ernesto Castro

El Gato al Agua | 29-09-2017




Con un comentario del infame pregón de fiestas de nuestra colega podemoide Marina Garcés. Blanqueando a los terroristas y, cómo no, apoyando el prusés golpista de Cataluña y a los movimientos antisistema.

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viernes, 29 de septiembre de 2017

El referéndum de la marmota

"El gobierno insiste en que no habrá referéndum"... como la otra vez.
http://esradio.libertaddigital.com/fonoteca/2017-09-29/las-noticias-de-herrero-el-gobierno-insiste-en-que-no-habra-referendum-117901.html

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Tendedor del mar

Tendedor del mar

Los separatistas, más crecidos que nunca




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Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 7: Los separatistas, más crecidos que nunca." EsRadio 29 Sept. 2017.*
         2017

Y Rajoy da por perdida la batalla.


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La traición de los obispos

Retropost #1802 (29 de septiembre de 2007): El laberinto del fauno

El laberinto del fauno

Publicado en Cine. com. José Ángel García Landa


Me perdí en sala El laberinto del fauno por cierta desconfianza al cine español, pero la pillamos en DVD y resulta una sorpresa agradable: una de las mejores películas españolas jamás vistas—y claro, tampoco es que sea tan española. Los efectos especiales, sin dispendios astronómicos, estan logradísimos, imprescindible en una película de fantasía, una especie de Narnia con dos rombos. La comparan con El Mago de Oz por el asunto de las pruebas que tiene que pasar la niña, y también supongo por el contraste / paralelismo entre el mundo de fantasía y la propia realidad.

Es un tipo de películas éstas que están yendo a más, en parte por el auge de los videojuegos: películas que duplican metaficcionalmente lo que es la propia inmersión que te da el cine en un mundo alternativo, pero reforzadas ahora con los esquemas narrativos y de búsqueda característicos de los videojuegos—que a su vez nos remiten a otras experiencias inmersivas como la que proporcionan los libros que contienen mundos alternativos dentro (así en Myst, etc.). Es todo un proceso de referencia y refuerzo de unas experiencias inmersivas a otras, insertándolas unas en otras ya sea de modo explícito o indirecto, en un proceso de intermedialidad agudo. Aquí las experiencias de mundos alternativos de la niña protagonista, Ofelia sirven de base a la oscilación de la película entre dos géneros y dos tipos de mundo, y estas experiencias también se inician a través de la lectura, en este caso de cuentos infantiles de hadas, ogros y bichos encantados. Realidades ordinarias y fantasías familiares, detrás de las cuales acecha lo inquietante y terrrorífico, como decían Dickens y Freud en sus comentarios sobre Das Unheimliche. A mí las historias años cuarenta de Pinocho, Chapete, Tintinelo, Patapón y Voltereta también me ponían un mal cuerpo que aún me dura.

laberintofaunoLo característico de la película viene de la distancia en apariencia insalvable entre los mundos superpuestos, los contrastes dentro del horror (que así se vuelve en cada mitad metafórico del horror de la otra), y las analogías y transiciones sugeridas... por ejemplo, el "hombre blanco" que lo llaman en el méikinof, aquel ogro paralizado ante un festín, sugiere el patriarcado opresivo y paralizante que quiere imponer Vidal (cuya misoginia es cósmica). Pues también el facha Vidal preside una mesa llena de victuallas ante los próceres locales, y expone ahí el ideario franquista—y el hombre blanco recuerda a Franco decrépito, tras cuarenta años de inmovilidad, una imagen abyecta que a la vez mezcla elementos de una martirología católica de pesadilla, de esos tan del gusto de la Iglesia inquisitorial y barroco-tenebrista cuando se le deja explayarse (las llagas de Cristo combinadas con los ojos de Santa Lucía, y con el yugo y las flechas, pongamos). El resultado, claro, es fantástico, onírico de orinarse en la cama, y nos remite con una precisión infalible a lo que deberían haber sido, si es que no eran, las pesadillas que teníamos de niños cuando Franco presidía la mesa bajo palio.

Son inolvidables los momentos de elección difícil de la película, cuando los personajes tienen que decidir entre actuar según su conciencia o someterse al tanático orden del facha Vidal—es éste todo un símbolo de época, un manojo de traumas soldados uno a otro en firme, uno de los mejores fachas jamás vistos en la pantalla. Así, la rebelión de la humilde sirvienta que interpreta Maribel Verdú, el suicidio del tartamudo torturado, o la rebelión tranquila del médico, con uno de los mejores diálogos entre el fascista y el médico que le dice que ha ayudado al tartamudo a morir porque no podía hacer otra cosa.

- Sí, podía haberme obedecido.
- Es que... obedecer por obedecer, así, sin pensar... eso sólo pueden hacerlo los hombres como usted, capitán.
- (Bang).

El argumento fantástico también gira sobre el rechazo a la obediencia ciega, y la necesidad ineludible de tomar opciones éticas personales que nos llevan a la tragedia—contradiciendo así los mensajes subliminales o explícitos de los cuentos para niños y la lección que parecía sugerir la aventura con el ogro blanco.

La película, claro, se basa en el principio del wishful thinking, la corrección mediante la fantasía de los defectos de la historia. O, como decía Jameson, en ofrecer soluciones imaginarias a problemas reales. Así la niña Ofelia—que, por cierto, ¿era o no era la auténtica hija de Vidal?—muere en la "realidad" por el disparo del fascista, pero alcanza en el plano fantástico el trono prometido por Propp. Y, similarmente, los fascistas ganaron la guerra de hecho, pero aquí son los resistentes los que triunfan (pequeña subordinación de la historia al deseo) y se nos cuenta lo que debió haber sido. Se le dice al facha Vidal que su hijo, lejos de recordar a su padre, ni siquiera sabrá nunca quién es él. Pero ay, es todo una fantasía consolatoria; la realidad era aún más tozuda, y fue más bien Franco quien paró el reloj y a quien hubimos de sufrir como patriarca adoptivo: en conjunto, España se sometió al Caudillo, en lugar de acuchillarlo, y demasiado bien sabemos quién era. La bendita ignorancia les llega más bien a las jóvenes generaciones, que no saben ya ni quién era Felipe González, cuánto menos Franco. Y tampoco está tan claro que sea buena para ellos una inocencia tan radical. Película, pues, de reescritura de la historia al gusto republicanizante que hoy se lleva: no en vano es Federico Luppi el rey entronizado al final.

Y luego... qué pasa con todo esto. Que con estos ingredientes se puede hacer una plasta insufrible o una película excelente. Y aquí todo funciona, hace clic, todo está llevado con una tensión infalible para ir poniéndote el corazón en un puño: las interpretaciones de Sergi López como el fascista Vidal o de la sirvienta Maribel Verdú, y la de la niña protagonista, Ivana Baquero, son excelentes, las señoras de la cocina son perfectas, las pesadillas son de pesadilla, la textura de luz en la fotografía en la cara de la niña es insuperable, el insecto-hada se mueve como tiene que moverse, y la película, en fin, hay que verla.





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A Fondo: Victoria Kent. 1979.

Así de mal está el tema catalán

jueves, 28 de septiembre de 2017

A Brief History of Humankind - Lesson 17. The End of Homo Sapiens

Luchando contra el referéndum golpista

Por un 'diálogo generoso' con el golpismo

Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 7: Los obispos piden 'diálogo generoso' con los golpistas." EsRadio 28 Sept. 2017.*
         2017

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En el Paseo Marítimo

En el paseo marítimo





Portero del mar: 

 
Portero del mar

Retropost #1801: Cráneo previlegiado

Cráneo previlegiado

Publicado en Literatura y crítica. com. José Ángel García Landa

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Volviendo a la Calle del Recuerdo, nos vamos a ver el estreno de Luces de Bohemia en el Teatro Principal. Con Alvarete, porque esta obra solía ser lectura obligada en el bachillerato, así que ahí va él resignado y por obligación, un alérgico al teatro, aunque luego le ha gustado. Y lo cierto es que estuvo amena, a pesar de un comienzo un tanto flojo con problemas de volumen (sobre todo por la gente que sistemáticamente llega tarde al teatro).

Lo que menos me gustó a mí de esta producción es el vestuario y caracterización de los personajes—una especie de intento de ambientarla a mitad de camino entre hoy y hace un siglo, supongo, pero como a medias y a la mecagüen diez; hubiera estado mucho mejor con trajes del 1898 remendados y con ínfulas. Con diferencia.

Tampoco me convenció la interpretación que se hace de muchos personajes en cuando a movimientos, gestos, acentos, peinados… pongamos Don Latino, que aunque es un cierto logro cómico el que vemos aquí, no me sugiere en absoluto al personaje de Valle-Inclán. En otros personajes se echaba en falta más caracterización y un trajeado más diferenciado, sobre todo por la abundancia de papeles secundarios intepretados por los mismos actores: ocho actores para unos cincuenta personajes. Admirable es que lo consigan, pues en efecto lo consiguen—pero claro, tiene sus límites la cosa. En lo de los gestos, echo en falta más teatralidad y pretenciosidad, de las que están internalizadas en el personaje, y no añadidas por el actor—y por tanto también más realismo.

Porque estaría bien mostrar que los espejos del Callejón del Gato son planos, desdichadamente, por mucho que Max Estrella los quiera creer cóncavos.

Me pareció acertadísima, sencilla y eficaz, la puesta en escena con las pantallas móviles, a veces muro de piedra, otras veces filas de nichos, armarios, puertas o tabiques; ayudan a hacer la transición de escenas de una manera rápida, fluida y clara.

Se me hizo muy curioso ver la obra con retroperspectiva. Me produjo el efecto como de un cruce entre el Ulises de Joyce y Esperando a Godot. Digo Ulises sobre todo por el contacto entre las aspiraciones de la intelectualidad frustrada, y la realidad de la calle y las miserias cotidianas (esplín e ideal)—pero habría que añadir, claro, la escena de velatorio que Joyce guardaba para una obra más tardía… era más joven que Valle-Inclán y aún no pensaba tanto en la muerte al escribir el Ulises. Allí hay, sin embargo, una peregrinación urbana y un descenso al fondo de la noche que emparentan al Bloomsday con esta pieza, y también la misma imagen central en el proyecto estético de ambas: la de los héroes clásicos reflejados en un espejo deformante, que no nos produce sino un efecto de realidad.

Este realismo se obtiene también en parte por métodos metaficcionales, pues bien sabe Valle-Inclán que no puede incluir una escena de sepultureros sin mencionar explícitamente a los de Hamlet; la vida contiene a la literatura, y por eso la literatura ha de mostrar a la vida interactuando con la literatura.

Yo leí Luces de Bohemia en bachillerato, allí por los años setenta, cuando Valle-Inclán era más joven, y ciertamente era, y es, impresionante. Entonces era una obra casi atmosférica, con el ambiente del último franquismo y de la Transición casi retratado en los ministros prohombres y los huelguistas de la obra; tiempos de revolution in the air. Y analogías siempre se le pueden buscar, por supuesto, al presente—es una obra con bastante fuerza como para volverse actual en cada representación que la reinvente. Pero a lo que voy—en los años setenta éramos todos más jóvenes (de verdad) y más revolucionarios (al menos de boquilla), y llamaban la atención unas cosas en la obra, mientras que hoy, cuando ya tenemos nuestra pensión gubernamental, destacan otras.

Así, por ejemplo, ayer me llamó especialmente la atención la hostilidad antiburguesa y antisemita de Max Estrella, y del autor por extensión, y sus llamadas a la masacre de la burguesía y a plantar "la guillotina eléctrica" en la Puerta del Sol. O también los planes del héroe proletario de la obra, el preso que va ser "paseado" por los policías como mártir simbólico de la España negra: resulta que este representante del pueblo auténtico es todo un pequeño Pol Pot en potencia—no se conformaría con pasar a cuchillo a todos los judíos y demás burgueses de Barcelona, o a poner una bomba bajo la realidad nacional (de estos tenemos más que suficientes), sino que pretende destruir la ciudad misma, a la camboyana. Visto con perspectiva el resultado de estas bellas utopías—tras el genocidio nazi, los diversos Gulags y los jemeres rojos—casi se reconcilia uno con el asesinato extrajudicial. Me dio la impresión que ni los actores ni el público sabían muy bien qué hacer con estos pronunciamientos stalinazis.

En la obra, la "propiedad privada" no se menciona sino con desprecio, como algo propio de mentalidades de tenderos mezquinos y degollables: y se echa de ver que esa neurona le patina de modo parecido a Max Estrella y a Valle-Inclán (antiguo carlista, y más tarde "socialista" colocado por el Ministerio). Se insulta a la Academia, pero se busca con desesperación un enchufe de los fondos reservados del Ministerio... porque está claro que la propiedad privada despreciable es sólo la de los demás—o el dinero público, que no es de nadie. El enchufe ministerial y el billete de lotería juegan un papel estructural similar—el billete está ahí tan sólo para hacer transferible y expoliable la pensión del Ministerio. Max Estrella, y Valle-Inclán, resultan ser terreno abonado para fumar no sólo la pipa de kif, sino sobre todo el opio de los intelectuales, y para bendecir alegres masacres colectivas en nombre de las Ideas, de la Revolución y del insaciable afán—eso sí, mientras tengamos a un amigo en el ministerio que nos pase la subvención. Síndrome del titiritero sputnik, entregado a los totalitarismos, y lameculos del poder con delirios de gloria laureada: todo un síntoma del siglo XX, y de otros anteriores también. Un arquetipo, vamos.

En los años setenta, para mí Max Estrella era Max Estrella, o en todo caso Villaespesa. Hoy es, mucho más, Valle-Inclán, autorretratado, con mucha menos distancia y ecuanimidad, con mucho menos control racional de la obra—que si tiene fuerza no es por la fuerza intelectual de un cráneo previlegiado, sino por pura expresión poética y vital, que combina en uno solo el hiperrealismo y el esperpento, al modo en que se combinaban en la persona y experiencia del autor. Imposible separar lo que es juicio sopesado de lo que es una jeremíada narcisista ("En España el talento auténtico se desprecia", etc. etc.) o un pronunciamiento político maximalista (off with his head), y mal se haría atendiendo a la mirada cruda sobre la hordinariez nacional sin atender también al instrumento óptico que la muestra. En esto es Valle-Inclán a la vez típico e inconfundible por la manera en que lo lleva a cabo: se nos muestra ese cristal óptico, Max, como algo distorsionado, caprichoso, veleidoso—menudo síntoma ambulante, Max Estrella, como para ir haciendo diagnósticos por ahí—y a la vez ese espejo deformado de la realidad hispana nos es exhibido en otro no menos deformado, el del propio autor Valle-Inclán, tan egocéntrico, ciego y lúcido a la vez como Max Estrella. Con el resultado desconcertante de que por momentos no sabemos si las dos deformaciones son la misma, si una exagera todavía más la otra, o si la anula como un espejo convexo a uno cóncavo; si la ironía vuelta sobre sí nos muestra sin más lo que hay, en el teatro público y privado, y lo poco en que queda al acabar la función.

(Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán. Teatro del Temple, dir. Carlos Martín, coord. Alfonso Plou, prod. María López Insausti. Actores: Ricardo Joven, José L. Esteban, Gabriel Latorre, Francisco Fraguas, Rosa Lasierra, Javier Aranda, Gema Cruz, Jorge Usón).









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miércoles, 27 de septiembre de 2017

Cesión ante el nacismo

Es lamentable, es por desdicha demasiado creíble y evidente. Las instituciones españolas —la Universidad, el Parlamento, la prensa, la Iglesia, el gobierno— todas se achantan y ceden ante el golpismo catalán.

Lo de la Universidad me toca de cerca. Es la Trahison des Clercs, revivida.  Qué vergüenza, y qué indiferencia y qué silencio el de quienes deberían tomar postura en este momento tan decisivo y tan vergonzoso.


_____. "Catedráticos 3.0: Conferencia Episcopal." EsRadio 27 Sept. 2017.*
         2017





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Refoto de Flickr

Refoto de Flickr

Los aliados terroristas del nacionalismo

The Part of the Humanists

From Legouis and Cazamian's History of English Literature (1937).
Book III - The Preparation for the Renascence (1516-78)

Chapter I - THE PART OF THE HUMANISTS

I. Special Characteristics of the English Renascence.— The Renascence showed in England almost all the characteristics which it had throughout Europe: thought was liberated and broadened so that it broke its scholastic framework; destiny and morals ceased to be the matter only of dogma and became problematical; a rebellion against the spiritual authority was first incited by the Reformation, which was soon afterwards the enemy of this ally, the Renascence; men loomed with a new wonder at the heavens and the earth as they were revealed by the discoveries of the navigators and astronomy; superior beauty was perceived in the literature of classical antiquity, particularly in the recently discovered works of ancient Greece.

At the same time, the Renascence had in England certain additional characteristics which were so special that they gave rise to a truly national literature. The difference was mainly at the time of flowering and in the quantitative mixture of elements, but it was also an outcome of the power each nation simultaneously acquired, when once it was enfranchised from the unifying Catholic discipline, of revealing its own character and of standing in opposition to other nations instead of blending with them. It was from the time of the Renascence that the various European nations began to follow the divergent paths which ended in the contrasts they now present.

The chief peculiarities of the English Renascence, as compared with the same movement in Italy and France, may be stated as follows:

The renewal affected literature later and more slowly in England than in those countries. Not because humanism was tardily introduced, for England's initiation into humanism was, if subsequent to that of Italy, yet quite as early as that of France. But humanism in England had for a long time no decided effect on poetry and prose. The national language was still immature. Prose lacked a strong tradition and glorious precedents, and the best humanists still made use of Latin. It is significant that the two books which appeared in this period attained to European fame—Sir Thomas More's Utopia (1516) and Bacon's Instauratio Magna (1620)—were both written in Latin. As for verse, it had, since Chaucer, been irregularized, and it did not definitely regain equilibrium and measure until Spenser's work began in 1579; all the preceding years of the sixteenth century show no more than a series of incomplete experiments, ground which was won and then lost. In consequence, English literature had its flowering season when the magnificent Italian literature had already entered on its decadence, when France had produced Rabelais and Ronsard and his Pleiad, and Montaigne's essays were appearing. Malherbe was nine years old when Shakespeare was born. It was therefore in a generation enriched by all the substance of France and Italy that England realized for the first time her high literary ambitions.

Secondly, the Renascence held more aloof from the plastic arts in England than in Italy or even in France. The English renascence occurred in a country which had no pictures or Renascence occurred in a country which had no pictures or statues except those bought abroad, and in which the most determined reformers were zealously protesting against images. It had therefore a more inward and moral effect than the similar movements on the Continent. It reached its triumph not before, but after, the Reformation, when the Anglican religion had spread throughout the country and was beginning, here and there, to be tinged with Calvinism. In so far as the Renascence was an aspiration to every form of beautyh and the cult of every kind of energy, it was not quite at ease in the already Puritan atmosphere breathed in this country. There were doubtless free spirits in England, but they were rebels and notorious. A morality which was sincere and natural in the majority had, on pain of obloquy, to be assumed by the others. The total result was increased seriousness, increasing pangs of conscience, less serenity, and intensified passion in the matter of faith and conduct.

On the other hand, although the spread of Protestantism all over England caused her to break with the Middle Ages more decidedly than France and Italy, her literature remained more nearly medieval than that of either of those countries. The fact is the more striking because literature in the preceding centuries had been a less direct expression of national sentiments of England than elsewhere. English literature had been almost all imported from France, had mainly consisted of translations and adaptations. It had not assumed a truly national shape. The greatest poet, Chaucer, had been essentially French. None the less, the truth remains that, although the Renascence and the Reformation beckoned to new paths. England was faithful to the cult of the past longer than the Continent. The fact is explained by the continuance of popular influences. While in France the Renascence was eminently aristocratic, in England it was always regardful of the masses. It preserved and increased the vogue of the ballads. The theatre, the home of the most magnificent product of the period, was accessible to all men, appealed to the humble as to the great. For the people follow in literature fashions derived from former days, hold to them tenaciously and do not abandon them.

A patriotism more and more intense and passionate, even aggressive and disdainful, favoured this continuity by glorifying the annals of the nation, its history, legends, traditions, and antiquities. While this patriotism gave rise to an ambition to rival the masterpieces of Greece and Rome as well as those of Italy and France, it inspired at the same time antagonism to the foreign influences which seemed to threaten the national genius. It was an obstacle to Italianism, that most potent of the infatuations of the Renascence. It is impossible to say whether in England, in this century, Italy were more the object of wonder or of scandal, of admiration or of disapproval. Increasingly England felt and wished herself to be different from the rest of Christendom.

2. The Beginnings of Humanism (1490-1578). (1) —During some thirty year, from 1490 until about 1520, when the religious quarrels began, there was in England an efflorescence of humanism which was accompanied only by a few elect spirits, but was pure, serene, and full of hope. Some young Englishmen were attracted to Italy by the desire to learn Greek, knowledge of which had been carried thither by refugees after the fall of Constantinople to the Turks in 1493. They were eager to see the manuscripts of the masterpieces these fugitive Greeks had saved and brought with them, and in quest of this revelation they journeyed to Florence, Bologna, Padua, Venice, and Rome. Thomas Linacre (1460-1524), grammarian, physician, and translator of Galen, should be named among them, and William Grocyn (1446-1519), both of whom returned to Oxford about 1490 and there established the teaching of Greek on sound principles. John Colet (1467-1519) found in Italy, perhaps while he listeend to Savonarola, Ficino, and Pico della Mirandola, the inspiration of that enlightened and purified Christianity which he preached in London and Oxford, and founded on renewed study of the text of the New Testament and an historical examination of Saint Paul's mission. By the foundation of St. Paul's School in 1504, Colet also provided the first model for a reformed secondary school of which the teaching should be based on Latin and Greek. For this school he caused William Lily (1468-1522) to write and Erasmus to revise a Latin grammar which was to reign supreme in schools until our own day, and to become in the eighteenth century, after some rearrangement, the Eton Latin Grammar.

Such prestige did the New Learning acquire from these three masters, that Erasmus, when he resolved upon a profound study of Greek, being dissatisfied with Paris and the college of Montégut, but too poor to go to Italy, made several visits to England, from 1499 onwards, as much to complete his own education as in search of an easier life. Under Colet's influence his studies took a more religious turn, and he devoted himself for a time to the reform of Christianity, which both he and Colet would have wished to see accomplished by persuasion, knowledge, and the purification of morals, without a break in unity.

(a) THOMAS MORE.— The other side of the nature of Erasmus, his admiration for antique thought and form shown in his Adages (1500), his wit, his mockery which had free play in his Praise of Folly (1509), was better echoed by another of his English friends, Thomas More (1478-1535) (2). It was under More's roof that he wrote the Praise of Folly, and of him that he said: 'When did Nature mould a temper, more gentle, endearing and happy than the temper of Thomas More?' It was with Erasmus in his mind that More wrote his Utopia, the masterpiece of English humanism.

More was the pupil of the Oxford Hellenists and the friend of John Colet and William Lily. He was associated with Erasmus in the translation from Latin of some excerpts from Lucian. But he did not live only with books. He was a well-known lawyer and at one time a member of Parliament. In 1515 he was sent to the Continent to negotiate a commercial treaty with the Low Countries, and it was while on this mission that he began his famous book, which reveals a sagacious observer of his own times as well as the adventurous dreamer who was Plato's disciple. The other English humanists of his day were scholars and educationists. Only he of them all had the creative gift, and had he written his Utopia in his mother tongue instead of Latin, although European glory would doubtless have come to him less speedily, he would to-day be one of the leading figures in English literature. Instead he has strictly no place in it, except in right of some controversial treatises and a history of doubtful authorship.

His Utopia, which was not translated into English until 1551, cannot, however, be neglected because of the language which clothed it, for it is the true prologue of the Renascence. With most vigorous emphasis it opposes all the conceptions of the past. Better than any book it marks the new turning in the paths of thought.

The inspiration is twofold. Its frame is furnished by the recent maritime discoveries of the Portuguese and Spaniards. more particularly by the stories of Amerigo Vespucci. But fundamentally the book is derived from Plato's Republic, that Greek philosopher's dream of an ideal state, and from the impulse to react against the stiff, inert conception of society which had reigned for centuries.

More is in opposition to established ideas in almost every particular. He makes fun of scholasticism, which barred the way to thought with dialectical forms. He establishes that Greek is superior to Latin philosophy, which he considers insignificant save for some writings of Seneca and Cicero. His hero Hythloday earns a right in the gratitude of the Utopians by introducing them to the works of Plato, Aristotle, and Plutarch.

More is in revolt against the spirit of chivalry. As much a humanitarian as a humanist, his hatred and contempt for war are like Swift's. Soldiers are to him 'men-slayers,' and he makes little of the point of honour and of military glory, of all that made up the atmosphere of the admired romances which Caxton had lately broadcast through the land. War was, according to More, justifiable only in the last resort, and should be waged in a purely utilitarian spirit, using the tricks of espionage and treachery. Unwittingly he was taking up the same ground as Machiavelli, who at this moment was writing Il Principe.

He extols communism, forbids the acquisition of property, and, reverting to the ideas of Lycurgus, discredits gold, which he would put to the meanest uses. He would make work compulsory for all men, but only for nine hours a day. Thus theft would disappear from Utopia and there would be no occasion to apply the hard penal laws of England.

In More's mind, there is an ideal  of a life which would be easy for the whole community. He is not of those whose consolation for the miseries of this present life is a picture of the life to come, for he cites happiness as the end of existence. He protests against asceticism and the contempt of well-being and honourable pleasure. It is from him that Rabelais borrowed the doctrine of his abbey of Thélème.

Like all Utopians, More bases himself on faith in the goodness of human nature. He believes in it as did Rousseau. His disapproval of asceticism causes him to glorify the senses which reveal natural marvels and God who made nature. He is regardful of everything which pertains to the body, of bodily health, necessary to the health of the soul, and of the comfort of dwellings. The Utopians do not suffer a man to be either cruel to himself or 'unkind to nature.'

In Utopia all religions are authorized and toleration is the law. Even the Christian religion, which has been introduced thither, enjoys no privileges. No religion has anything to recommend it beyond the examples it provides.

This book should be read as the exercise of a mind giving itself free play and unconcerned with the practical application of its own theories. More wrote in Latin, not for the people but for the learned. We are brought to ask, in astonishment, whether he did not, more than once, write against his own deep convictions. For the creator of this Utopia was a fervent Christian, a submissive Catholic, and an ascetic who wore a hair shirt. This apostle of toleration was, as chancellor, a persecutor of the first Protestants and ended by dying a martyr to his faith. The contrast between his Utopia and his own life betrays a principle of unreality. The ideas of his book were on a level with his intelligence rather than deeply rooted in his conscience.

Yet this book cannot be called the unstable product of a youthful imagination. More was thirty-eight years old when he wrote it, and more than one of its pages contains reflections suggested by his practical experience as a lawyer and a member of Parliament. When he sees in the existing society 'a conspiracy of the rich against the poor,' he is not guilty of mere rhetoric. He supports his assertion by facts which are contemporary and English, the enclosures of land which were depopulating the countryside, especially in the south-east, the eviction of small tenants because rich landlords found that grazing farms were more profitable than their holdings. The lessened demand for workers on the land was causing great misery, so that 'even a beast's life seems enviable' as compared with theat of a labourer. When More attacks the barbarous penal laws he is aiming a blow at the executions with which, as a lawyer, he was too familiar in a country where twenty criminals could be seen hanging from a gallows in a reow. He is the very antithesis of the judge Fortescue, who was proud of the bravery of English robbers. When he recommends houses of 'a gorgeous and gallant sort,' well lit by glazed windows,  he is thinking of the pleasant dwellings he had seen in Holland and comparing them with the dark, inconvenient, and miserable homes of the London and England of his day.

This book is partly the work of a dreamer led by his fancy and a logician who systematizes his ideas. But it is also written by a satirist who attacks the errors and evils bequeathed by the Middle Ages. It is unlikely that More thought his conception could be realized in its entirety, but he very heartily wished to awaken the desire for certain necessary changes.

His Utopia stands alone as representing England's literary contribution to pure humanism. Ten years after he wrote it More himself was drawn into the religious controversy, and obliged, whether whe would or no, to abandon the sphere of intellectual exercises for that of narrow ecclesiastical quarrels, in which he is next found.

It is a great pity that he did not write a work of such general interest as Utopia in English. His humanist's culture is not evinced only by his Latin writings. He left behind him certain pages in English which show, no less than Utopia, the degree to which this admirer of Plato was impregnated with Socratic dialectics. The dialogue between the old prisoner Anthony and his nephew Vincent, which More wrote in his prison, to prove that he was neither more unfortunate nor more of a prisoner than the rest of mankind, is so admirable that Socrates might have approved it or envied him its authorship. And if he be indeed the author of the historical fragment on Richard III attributed to him, he must be recognized as a rival of Tacitus, so vivid is the portrait he paints, so strong his colours, so intense his attack. It is to this fragment that the atrocious, implacable figure which has remained in men's memory is due, the character on which Shakespeare founded his famous tragedy. Whether the picture conforms to reality is doubtful, but artistically it is an astonishing success. It has unity of structure and effect far beyond anything hitherto achieved by an English chronicler.

The pages which prove More's solid classical culture represent only a part of his rich and complex personality, curious of everything in life and nature, conscious of the variety in the souls of various men. His favourite pastime was to observe the habits and instincts of animals. He had a spontaneous and most lively dramatic talent, and although he never wrote for the stage, he dramatized, in the driest controversial treatises, living and comic characters, who speak their own language or even their native dialect. His English prose abounds with humorous passages such as his predecessors lacked. It contains also many turns of familiar talk, sayings and popular expressions which he seems to have been the first to coin or circulate. One wonders if he took them from current speech, or invented them entirely. His natural gaiety, 'the kind and friendly cheerfulness with a little air of raillery' which was, Erasmus tells us, expressed on his face, season his prose, as it showed itself in his speech throughout his life and on the very scaffold. We do not know whether to praise him most for his humour or his wit.

Nevertheless, we cannot follow those who have called him the earliest of the modern English prose-writers. This humanist seems, if the doubtful case of Richard III be excerpted, to have done all his artistic work in Latin. His English prose is all improvisation, and he lets loose in it, without rule or measure, his extraordinary lawyer's flow of language. His latest critic calculates that some of his sentences are as much as four yards long, measured line by line in the original edition. He never sought to mould English prose, which then, above all things, needed to be made light and more definite. He left this task entirely to men who were much his inferiors in genius, openmindendess and liveliness of observation, men who recognized their duty of giving, on the model of the ancients, firmness and regularity to the structure of English sentences. Yet to More belongs the honour of having provoked one of the best prose works of his time, his biography by his son-in-law, William Roper, which was written about 1535 but did not appear until 1626, in Paris. This is an admirable book from every point of view. Nothing could be simpler, clearer, or more pathetic than its story of More's last moments, and it makes an impressive advance in clarity and construction on More's own writings.

(b) THE EDUCATIONISTS: ELYOT, CHEKE, WILSON, ASCHAM.—The men who were inspired by classical antiquity after More were educationists rather than imaginative writers. They have more in common with More's masters than with More himself. But they have over him the advantage that they wrote their best works in English and have not only a marginal place in English literature.

It is thus with Sir Thomas Elyot (1490-1546) (3) whose Governour appeared in 1531. This treatise on moral philosophy and education, written for those who would be called to govern their country, was founded on the Italian works of Pontano and Patrizzi and is full of the spirit of antiquity. It abound with Greek and Latin reminiscences.

The influence of the civic morals of Rome is very evident in it, although Elyot was a convinced Christian. He adapts the manner of Plutarch to English history, for instance in the scene in which he shows the prince, afterwards Henry V, obeying the judge who sends him to prison, and the king congratulating himself on a fearless magistrate and a son submissive to justice. By this scene, of which the historical truth is mot doubtful, Elyot inculcates the Roman respect for law. His prose is less of the people and less spontaneous than More's, but, on the other hand, more restrained and classical.

The humanism of a man brought up on antiquity is also the most salient characteristic of a book written against the seditious, The Hurt of Sedition, how grievous it is to a Commonwealth (4), by Sir John Cheke (1514-57), teacher of Greek at Cambridge. This good Hellenist, noted for the love of Greek which he spread around him, gave in 1549 forcible expression to English conservatism in his Hurt of Sedition. It is directed against the Norfolk rebels who were led by the tanner Kett. Already we have that hostile picture of popular risings which recurs half a century later in Shakespeare's Henry VI and Coriolanus. Cheke shows himself vigorous in argument eloquent, and occasionally homely and humorous. He has both the tone and the arguments which are heard again from the Shakespearian Menenius Agrippa.

Form was almost as important to Cheke as matter, and he made attempts to reform the English language. Sir Thomas Wilson (1525-81) (5) was concerned solely with style in his Arte of Rhetorique, published in 1553, in which this so-called English Quintilan recommends purity and simplicity of language. He reviews and derides all the verbal affectations of his time, and proscribes 'inkhorn terms', 'outlandish English,' the barbarous legal language made up of deformed Anglo-Norman words, and the abuse of archaism by the 'fine courtier' who 'wil talke nothing but Chaucer.'

These men are good masters, sensible and sure, fashioning both mind and style by their precepts and example. But their personalities are too restrained to have made a deep imprint on their prose. Roger Ascham (1515-68) (6) had qualities which threw him more into relief. He was the most popular of the educationists of his time, and the most pungent of the group of writers—Cheke, Wilson, Sir Thomas Smith, and Watson—who about the middle of this century transferred from Oxford to Cambridge the honour of guiding England along the paths of the Renascence. Ascham was Cheke's friend, and in some degree his pupil, tutor to Elizabeth in his sixteenth year, a good Protestant, even tinged with Puritanism, yet prudent enough to be Mary Tudor's Latin secretary. He left behind him two books of which one was devoted to the physical education of the young and the other to their intellectual instruction.

The first of them, Toxophilus (1545), is intended to revive the love of archery for which Ascham felt an almost romantic passion. He even considers the bow to be a superior weapon to the cannon, and believes that the physical and moral health of his country is bound up with the practice of this obsolete sport.

His other book, The Scholemaster, was published in 1570, two years after his death, and contains his advice to masters on the teaching of Latin.

Ascham puts life into these treatises by his personal presentment of his ideas. He brings forward his own practice and experience, his memories, and interesting anecdotes related first-hand. His parentheses stimulate flagging attention. His preoccupation with Latinity does not debar him from a moral point of view. He admires the great writers of Rome of his own time. He vigorously attacks the Italianism of the English nobility, especially the dangerous sojourns in the country of licence which rich young men of wealth and fashion were wont to make. He cares less for literary beauty and refinement than for solid and healthy education.

He also has the merit of having worked assiduously to advance the progress of the English language. He is aware, he says in his preface to Toxophilus, that to write in Latin would have been 'more honest for my name,' but he decides to use English both to further 'the pleasure or commoditie of the gentlemen and yeomen of Englande,' and because everything has been written in English 'in a manner so meanly, bothe for the matter and handelynge, that no man can do worse.' Indisputably he helped to perfect the language by his use of it. His style is much laboured, penetrated with Latin turns of phrase and Latin elegancies. Numerous symmetrical, balanced, antithetical sentences, sometimes marked by alliteration, occur in his work, all that is best in the prose of the Euphuists without their eccentricity and false ornament. It is true that Ascham in his Romanized dress is a little stiff and hampered. But his faults are trifling as compared with the benefit prose derived from submitting to the discipline of the ancients, especially Cicero and Seneca, whose periodic style and nervous conciseness Ascham imitates by turns. The training which he imposed on himself and which he recommended for schoolboys had a salutary effect. He desired that a pupil should first translate a passage from Latin into English, and then, after a sufficient interval, be required to put his own English version back into Latin. By repeated use of this exercise Ascham himself acquired a relative facility of expression. The too heavy clothing of his thoughts finally became so pliable that the man, sincere, sensible and good-humoured, can be descried beneath it. He is one of the earliest writers of classical English prose.

These were the chief of the educationists, such of them as left a name behind them. The work which was being accomplished at this time cannot, however, be understood unless we add to their number all the nameless makers of the Renascence, all the unknown masters who were training their English pupils in the universities and the schools to admire and imitate the masterpieces of antiquity.

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(1) For this chapter see the general histories of literature cited at the beginning: Cambridge History of English Literature, vol. iii, Chap. I: Courthope, History of English Poetry, vol. i, Chap. V and vol. ii, Chap. I; Morley, English Writers, vol. vii; Jusserand, Histoire Littéraire du peuple anglais, livre iv, Chap. I. See also Green, A Short History of the English People, and G. Saintsbury, A History of Elizabethan Literature (1890).

(2) The English works of Sir Thomas More, published in 1557. His poems reprinted in 1906. His Utopia translated into English by R. Robynson in 1551; by Richards in 1923 (Oxford). Edition of Latin and English text published in 1895. Studies on More by H. Morley, English Writers (1891); W. H. Hutton (1895); H. Brémond (1904); and J. Delcourt, Essai sur la langue de Sir T. More (1913).

(3) Edited by Croft (1889).

(4) 1st edition 1549. Reprinted by G. Langbaine (Oxford, 1641) and in Holinshed's Chronicle.

(5) 1st edition 1553. Reprinted, Oxford, 1908.


(6) Toxophilus, 1st edition 1545; reprinted by Arber (1861). The Scholemaster, 1st edition 1570; reprinted by Arber (1870), by Aldis Wright (1904) , and in Elizabethan Critical Essays by Gregory Smith. Complete works, ed. Giles, 4 vols. (1804-5). German life by Dr. Katterfeld (1879).







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Mensaje de Trump sobre España


 Lo más que puede decir Trump sobre España es que, a título personal, preferiría que siguiera unida.

Esto en su reunión con Rajoy, que ha descuidado especialmente la imagen de España en esta reunión en la cumbre de Occidente. Trump repite o refleja "en reciprocidad" el mensaje sobre España que le llega de las autoridades españolas.  Y lo que le llega es un mensaje flojo y carente totalmente de patriotismo y de entusiasmo.

Rajoy es la quinta columna del secesionismo. Está en el gobierno para darles dinero y favores a los separatistas, para desactivar los mecanismos legales que habrían de combatirlos, para reconocerles lo que arrebaten, y para después, en negociaciones discretas, darles otro tanto más.

Si España se desmantela, es porque aparte de los muchos enemigos que contiene, los que habrían de ser sus apoyos votan a individuos como éste para que los presida. Está ahí para desmantelar España, haciendo como que hace otra cosa. Es un subproducto de la nube negra de estupidez que ha descendido sobre España, y que no lleva señales de remitir.






Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 7: Mensaje de Trump sobre España." EsRadio 27 Sept. 2017.*
2017


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Retropost #1801 (27 de septiembre de 2007): Those Were the Days

¿Cuáles? ¡Pues estos, claro!

Aquí una versión de "Dorogoï dlinayu" con Jean-Jacques Goldmann, Nolwenn Leroy, Bénabar, Liane Foly, Karen Mulder y Julie Zenatti.







 




¿Alguien da más? Sí—¡los Leningrad Cowboys!













Tu viens me visiter  
 


martes, 26 de septiembre de 2017

Ficcionalidad e inutilidad del blog personal

¿Cuándo es ficticio un blog? Es una pregunta sin respuesta sencilla. No se puede presuponer una línea divisoria clara entre blogs ficticios y blogs no ficticios, y habría que estudiar las diversas maneras en que puede haber elementos de ficcionalidad en un blog. O, igualmente, en un texto cualquiera: pues muchas cuestiones que atañen a la textualidad electrónica son problemas generales de comunicación textual, y sólo algunas formas específicas aparecen en los blogs por su medio o estructura. Por otra parte, la noción de ficción es en sí misma un concepto borroso, aunque uno de sus sentidos principales se refiere un juego consensuado entre emisor y receptor, el juego lingüístico de la ficción.

 

Ficcionalidad e inutilidad del blog personal 

https://ssrn.com/abstract=3041766




English abstract:

Fictionality and Uselessness of the Personal Blog

When is a blog a fictional blog? There is no easy answer to this question. There is no clear dividing line between fictional and non-fictional blogs, and this would require a study of the diverse ways in which elements of fictionality may be present in a blog. Or, for that matter, in any kind of text: many of the issues relevant to the study of electronic texts are general problems of textual communication, and only a few specific forms appear in blogs due to their medium or structure. Besides, the notion of fiction is in itself a fuzzy concept, although one of its main senses refers to a consensual game between sender and receiver, the language game of fiction.


Ibercampus (August 30, 2017)
9 Pages Posted: 26 Sep 2017  

Jose Angel Garcia Landa

Universidad de Zaragoza
Date Written: 2007


Garcia Landa, Jose Angel, Ficcionalidad e inutilidad del blog personal (Fictionality and Uselessness of the Personal Blog) (2007). Ibercampus (August 30, 2017). Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3041766





_____. "Ficcionalidad e inutilidad del blog personal." Academia 17 Nov. 2017.*


_____. "Ficcionalidad e inutilidad del blog personal." ResearchGate 18 Nov. 2017.*



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Refoto de Flickr

Refoto de Flickr

Philologie

Hace años ya que figura mi bibliografía en la página "Philologie" de la Wikipedia alemana, https://de.wikipedia.org/wiki/Philologie

Philologie


Observaré, por si no es redundante hacerlo, que es la única fuente hispánica allí citada o enlazada.  También la enlazan en la página española sobre Filología,  o en la inglesa sobre Philology. Y en muchas otras páginas de interés filológico de la Wikipedia.

Incluso en esperanto aparezco como referencia filológica—aunque nunca he sido yo muy partidario de dedicarle mucho tiempo a la filología esperantista.

La bibliografía en cuestión se titula en español Bibliografía de Teoría Literaria, Crítica y Filología, y tiene una dirección abreviada que es así: http://bit.ly/abiblio


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Y el PSOE manteniendo a Podemos


Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 6: ¿Por qué Sánchez mantiene a Podemos?" EsRadio 26 Sept. 2017.*
         2017

Retropost #1800 (26 de septiembre de 2007): Opinión sobre símbolos políticos

Opinión sobre símbolos políticos

Publicado en Política. com. José Ángel García Landa

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Opinión sugerida por el reciente sarampión de debate sobre la ley de banderas, sobre la quema de retratos del rey, etc. Y que vengo expresando en algunos blogs políticos que no me son antipáticos, como Crónicas Bárbaras o Voto en Blanco.

Primero: las banderas y demás símbolos políticos oficiales merecen respeto. Esto no a título de opinión particular mía, o de sentimentalismos patrióticos (tipo "bannerita tú ereh rohaa, bannerita tu ereh gualdaaa") o gusto por los colores (a mí me mola más el rojo que el morado, etc.)—no. Merecen un respeto neutral y de oficio, precisamente como tales símbolos del principio de legalidad y del orden político. Va de por sí en la labor de un funcionario o cargo público el hacer cumplir la legalidad, y los símbolos estatales simbolizan precisamente eso: el orden social y político vigente, las reglas del juego.

(Y viceversa: la transigencia de las autoridades con las ofensas a los símbolos es en sí misma un símbolo de que no se desea mantener el orden mismo en virtud del cual ostentan la autoridad—o que desean jugar con reglas no escritas, detrás de las reglas).

Segundo: en una democracia, la disidencia y la tolerancia son parte del contrato político. Por eso casan mal con el espíritu democrático las persecuciones a quienes atentan simbólicamente contra ese orden—por muy dudoso, opresivo o antidemocrático que sea el sistema que a ellos se les vea desear en su lugar. Por ello puede parecer excesiva la ley actual que criminaliza las ofensas a la figura del jefe del Estado de manera un tanto vaga, pues se presta a iniciativas judiciales desmedidas o desafortunadas, e incluso ambivalentes—como el secuestro de la revista El Jueves este verano, donde ya no se sabe si era el dibujante el ofensor, o el fiscal, que con la boca pequeña buscaba desestabilizar a la Corona.

Creo que es buena medida la que respeta tu derecho a quemar tu bandera nacional, y permitir así que expreses tu antagonismo al Estado, sin que por ello se te multe o encarcele para nada, y puedas así ejercer  libertad de expresión como mejor te parezca. Eso sí: que la bandera sea tuya, comprada con tus ahorros, y no, por supuesto la mía, o la bandera institucional de un edificio público, en cuyo caso es más que oportuna una ley mucho más severa contra el vandalismo, con tipificación especializada.

¿Sin consecuencias, pues, la quema de banderas? Pues tampoco. Hay una figura penal que es la lógica y adecuada para estos casos: no daña económicamente al ciudadano, ni le priva de libertad de movimientos. Es la inhabilitación para ocupar cargos públicos, o incluso para tener empleos públicos, y recibir subvenciones oficiales, por el tiempo que se determinare (¡arre!). Esto ya gusta menos a los "antisistema", que siempre lo son sólo para lo que les interesa, y gustan de dar patadas al sistema sin que éste ofrezca contrapartidas. Y si es posible recibiendo subvención además—cosa que en la España Zapatera está servida.

Una persona que expresa su antagonismo al Estado, a la Constitución y, en fin, a las instituciones garantes de la ley, malamente puede quejarse de que no se la considere fiable para ocupar puestos de responsabilidad pública en ese mismo sistema que quiere desmantelar (o dinamitar, en algunos casos). O, por hablar con más precisión, bien puede quejarse esa persona, pero es un grave error por parte del Estado atender a esa queja, y permitir a los antisistema que sean sistemáticos en la aplicación de la ley del embudo, dejándoles nadar y guardar la ropa, y comerse además el pastel.

¿Que usted es independentista/secesionista? Genial; pues séalo de un modo civilizado, y respetando la constitución—es decir, trabajando por lograr un acuerdo político para reformarla al gusto de usted, pero por métodos constitucionales. ¿Que prefiere quemar banderas españolas? Vale, pero entonces debe ser que no quiere ser concejal o diputado de un sistema tan combustible. O si quiere, que bien puede, mal está que el sistema se lo permita. Porque con eso el sistema se vuelve combustible de facto, y no en efigie; un sistema que trata por igual a sus partidarios y a sus enemigos manifiesta la voluntad de su propia destrucción—y para eso ya están los antisistema, ¿no?

Multarles con inhabilitación para puestos no es perseguir a los disidentes: es hacer que su disidencia tenga valor moral, porque tiene un pequeño precio, renunciando a ciertas orientaciones profesionales. En otro orden de cosas, yo también renuncio a ganar mucho dinero no haciéndome fontanero.

Así pues, debería impedirse ipso facto el ejercicio de cargo público a todo alcalde etc. que no alce la bandera constitucional en la institución de la cual es responsable. Por ley. Y multar—a ese sí, con duretes—al consistorio u órgano administrativo en cuestión. Opino yo.

Porque esto que digo es mi opinión sobre cómo deberían ser las leyes. Ahora bien: de hecho, son de otra manera que yo no he elegido, pero que es el estado de la cuestión del consenso actual. Y entretanto no se cambien esas leyes, por procedimientos legales, han de cumplirse. Con penas para quienes ofendan símbolos patrios, sí, y con castigo a quienes ofendan a la figura del rey. No porque lo diga yo, no, ni porque me guste—sino porque lo dicen las leyes. Y el consenso social sustentado en cumplir las leyes, todas y siempre, es de carácter más básico que el que sirve de apoyo tal o cual ley concreta.

Aberrante es, por tanto, que el ministro de Justicia diga que no se va a cumplir la ley de banderas, y que no le preocupe esta situación. (O, más bien, que sólo se va a cumplir en lo relativo a ikurriñas y banderas catalanas, y no en lo relativo a la bandera española). Este señor, o elemento, debería estar haciendo cualquier cosa menos tener un puesto de responsabilidad política, en el que no va a hacer sino cuidar de que se aplique una siniestra ley del embudo, donde no hay ley sino para quienes aceptan cumplirla. O, como dice la vicepresidenta, sólo para quienes estén convencidos por la ley, sin forzar a nadie. Los demás, se van de rositas o no, según decidan los que mandan el cotarro en cada sitio.

Y esa bandera invisible, la de la ley no escrita, de la arbitrariedad y los hechos consumados—de la ley de los poderosos y caciques locales, y del oportunismo—esa la bandera que alza el gobierno Zapatero, al mantener arriada la bandera constitucional.




lunes, 25 de septiembre de 2017

Cataluñadas de fin de septiembre


Bans, Gonzalo, et al. "El Gato al Agua 29-9-2017." YouTube (Intereconomiatube) 29 Sept. 2017.*
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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy. "¿Se puede soportar lo de Cataluña?" Libertad Digital 29 Sept. 2017.*
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Herrero, Luis. "Editorial Luis Herrero: La Generalidad presenta el 1-O." EsRadio 29 Sept. 2017.*
         2017

Brandau, Dieter, et al. "Tertulia de Dieter: 48 horas para el 1-O." EsRadio 29 Sept. 2017.*
         2017

Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 6: Rajoy no frena a Puigdemont." EsRadio 29 Sept. 2017.*
         2017

_____. "Federico a las 7: Los separatistas, más crecidos que nunca." EsRadio 29 Sept. 2017.*
         2017

_____. "El entierro del 78." El Mundo 29 Sept. 2017.*
         2017

Torrús, Alejandro. "Cuando la extrema derecha ocupa el centro sin que salten las alarmas." Público 29 Sept. 2017.*
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Vidal, César.  "La traición de los obispos." La Voz 28 Sept. 2017.*
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Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 7: Los obispos piden 'diálogo generoso' con los golpistas." EsRadio 28 Sept. 2017.*

Borrell, Josep. "Vísperas catalanas (II)." República 27 Sept. 2017.*

Agencias. "Alfonso Guerra aboga por 'medidas drásticas' si se declara la independencia en Cataluña." La Vanguardia 27 Sept. 2017.*
 
Vidal, César. "Los aliados terroristas del nacionalismo." La Voz 27 Sept. 2017.*

Brandau, Dieter, et al. "Catedráticos 3.0: Conferencia Episcopal." EsRadio 27 Sept. 2017.*

Brandau, Dieter. "Editorial de Dieter: ¿Cómo hemos llegado a esta situación en Cataluña?" EsRadio 27 Sept. 2017.*
Jiménez Losantos, Federico. "Federico a las 7: Mensaje de Trump sobre España." EsRadio 27 Sept. 2017.*
_____. "Federico a las 6: La Fiscalía pide a los Mossos precintar los colegios." EsRadio 27 Sept. 2017.*

The Observer. "Observer Editorial: The Observer View on Catalan Independence." The Guardian 24 Sept. 2017.*
Mendoza, Eduardo. "El descarrilamiento del 'procés'." El País 27 Sept. 2017.*

Berges, Mariano. "Hartazgo de Cataluña." El Periódico de Aragón 23 Sept. 2017.*

Vaquero, Leticia. "La Fiscalía ordena a los Mossos precintar los colegios del 1-O." EsRadio 26 Sept. 2017.*

Vilas, Manuel. "El placer de Puigdemont." El País 24 Sept. 2017.*

Jiménez Losantos, Federico, et al. "Tertulia de Federico: ¿Aplicará Rajoy el 155 tras el 1-O?" EsRadio 26 Sept. 2017.*

Sela, Luz. "Rajoy comunica PSOE y C's que usará el 155 si Puigdemont declara la independencia." OK Diario 26 Sept. 2017.*

Brandau, Dieter. "Editorial de Dieter: Religiosos independentistas." EsRadio 25 Sept. 2017.*

Brandau, Dieter, et al. "Tertulia de Dieter: Declaración unilateral de independencia." EsRadio 25 Sept. 2017.*
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Brandau, Dieter, et al. "Tertulia de Dieter: Consecuencias del independentismo." EsRadio 26 Sept. 2017.*





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Mi fotoblog

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se puede ver haciendo clic en la foto ésta de Termineitor. Y hay más enlaces a cosas mías al pie de esta página.