domingo, 16 de agosto de 2015

Racionalidad, explicación, y evolucionismo universal


Interesante conferencia ésta de Olivier Darrigol sobre la comprensibilidad de la naturaleza y la necesidad de las teorías físicas.

Audio: Compréhensibilité de la nature et nécessité des théories physiques

Creo que puede encontrarse un ejemplo magnífico del racionalismo que defiende Darrigol como un elemento fundamental en la filosofía de la ciencia y en la física: en el libro de Roberto Mangabeira Unger y Lee Smolin The Singular Universe and the Reality of Time.

Allí proponen Mangabeira Unger y Smolin una revisión de los principios centrales de la ciencia, que requiere una relectura de la naturaleza de las leyes y teorías, del papel de las matemáticas, y del papel del tiempo y de la evolución. Es un libro fascinante e importantísimo, y recomiendo su lectura para todos los interesados en ciencia y en teoría de la evolución. Un principio básico racionalista deriva de Peirce: para explicar algo hay que explicarlo en su origen, como un fenómeno evolutivo. Las leyes de la naturaleza no pueden quedar sin explicación (o pueden, pero eso limita innnecesariamente el progreso de la ciencia)—y así Unger y Smolin proponen explicarlas como fenómenos cambiantes, con un origen y con una evolución. Y con un marco temporal inclusivo y único, que limita las propuestas de multiversos derivadas de especulaciones matemáticas:


La existencia singular del universo, la realidad inclusiva del tiempo, con sus implicaciones para la mutabilidad de las leyes de la naturaleza (a pesar de la estabilidad que presentan en el universo enfriado), y el realismo selectivo de las matemáticas son nociones íntimamente relacionadas y que se solapan. No es fácil adoptar una de ellas sin aceptar las otras dos.
   La tesis de la realidad inclusiva del tiempo está conectada con la noción de la existencia singular del universo porque hace posible poner la idea de una sucesión de universos o de estados del universo, en lugar de la idea de una pluralidad de universos causalmente desconectados. Si todo lo que ha sucedido jamás o que sucederá jamás puede situarse en un único mapa temporal—el sentido del concepto de un tiempo cósmico preferente—no sólo se acomodarán en éste los acontecimientos del universo presente, sino también, en principio, los acontecimientos de cualquier universo que lo precediese, si han existido tales universos. (201)

Aquí vemos hasta qué punto es incomprensible e incoherente una física que asegura la eternidad de sus leyes, es más, que niega la realidad del tiempo y defiende su carácter ilusorio, desarrollándose o perviviendo justo mientras se descubre también la historicidad del universo como fenómeno evolutivo global. Nada puede existir fuera del tiempo—y por tanto las leyes de la física son producto del tiempo y del cambio, y están sujetas a ellos. A mí me interesa especialmente la dimensión narrativa que presenta esta argumentación, enfatizando los conceptos de un marco temporal único y global, en el que se pueden anclar todos los fenómenos existentes—la importancia de ese anclaje narrativo queda afirmada en la cita anterior de Unger.

La sustancia del argumento ya la proponía Smolin en Time Reborn (ver "El paradigma evolucionista en física y cosmología") pero este nuevo libro ofrece una argumentación prodigiosamente sólida, clara y consistente. Muestra hasta qué punto muchas de las nociones generalmente aceptadas como base de la ciencia son discutibles y han de ser revisadas. Es para mí, hasta ahora, el libro del siglo.



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