viernes, 30 de enero de 2015

La Teoría del Todo







Muy recomendable, e incluso conmovedora, es la película sobre la vida de Stephen Hawking, The Theory of Everything. Los oscars a la mejor actuación están asegurados, por supuesto el de él pero ella no se queda atrás. Tratando temas extremadamente delicados sobre gente que está viva hoy, la película es una obra de arte a la hora de decir lo justo de manera franca y elegante a la vez—así que chapeau. Antes yo escribía reseñas sobre las películas, cuánto más sobre las excelentes. Ya no, y esa fe se perdió en algún sitio, como la de Hawking. Total, aquí hay casi 300 reseñas, no voy a decir nada nuevo. Si quieren más Historia(s) de todo, también me dedico a eso a ratos yo.

Sobre la película sólo quiero anotar un éxito estético-formal de los que tiene, al relacionar la secuencia final de recapitulación o movimiento invertido del tiempo, y las escenas de enlace con el principio, con las teorías de Hawking sobre la naturaleza del tiempo. Por supuesto este viaje en el tiempo es retórica y no ciencia, y en tanto que tal es algo falaz, pero sí es una alusión a una teoría de Hawking y en tanto que tal contribuye a ligar la forma y el contenido de la película, motivando temáticamente su estructura narrativa. Este procedimiento circular de construcción cinematográfica se presenta como un icono, quizá icono sea mucho decir, —como una metáfora de la propia teoría cosmológica de Hawking, según la cual el tiempo ya no sería algo con principio y final, sino una especie de esfera paradójica autocontenida en sí misma—que sin duda en cierto modo lo es, si nuestro universo está tan autocontenido como parecen indicar los límites de las leyes físicas. De esta cuestión hablamos en El principio del tiempo. Es una bonita analogía, y juega a favor de la película. En última instancia, parece decir la película, como tantas otras obras de arte, una vez recorrida la obra o vista la película el tiempo del arte está disponible en una eternidad, almacenado—y aquí ese almacén de las eternidades parece corresponderse con la realidad misma, en la que el tiempo sería una ilusión, y la base última de la teoría del todo sería atemporal, siendo el tiempo una ilusión. Como nos ha enseñado la cosmología desde Newton a Einstein, el tiempo sólo existe para los humanos y otras criaturas físicas, no para el Universo en sí.

Ahora bien, es posible que sea una teoría equivocada, y que el universo físico no esté más autocontenido de lo que está una película. Se ha reprochado a Hawking (yo me incluyo entre los reprochadores, en mi artículo sobre su Historia del Tiempo) usar demasiado ligeramente las matemáticas para extraer conclusiones sobre la naturaleza última de la realidad, que en esos últimos confines de lo matematizable parece perderse en una nube de mundos posibles o de matemáticas posibles. Y entre esos mundos posibles parece ir ganando fuerza últimamente la noción de un universo evolucionista, tal como lo propone Lee Smolin. Allí las vidas (humanas o cósmicas) sí transcurren una vez y no más, y el universo se reproduce para dar lugar a otros universos, apenas concebibles desde aquí pero sí deducibles. Es la selección natural, arguye Smolin, aplicada a esta replicación cósmica, la que ha producido el ajuste fino de constantes cosmológicas que tanto intriga a Hawking, y que le ha llevado a postular en otra fantasía matemática de largo alcance una infinidad de universos simultáneos—si es que la noción de simultaneidad tiene aquí algún sentido, hablando de burbujas temporales incomunicadas e inconmensurables.

Lo cierto es que más allá de las singularidades que dan comienzo y fin a nuestro universo, hay muchas cosas que parecen converger, incluso las teorías aparentemente contradictorias de Hawking y de Smolin. Y puede que no sea tan descabellado decir que el tiempo a la vez tiene un principio (como sostenía Hawking inicialmente) y que no lo tiene (como pasó a sostener a continuación) y que el tiempo es sólo una burbuja autocontenida en un tiempo más grande, y en un todo más grande—un tiempo y un todo que no guardan relaciones temporales ni espaciales con nuestro propio tiempo y espacio. Sería, o es, una totalidad cósmica que, para mayor paradoja, pasa a ser, de puro grande y remota, una parte marginal y apenas creíble de esta realidad que nos ocupa.

The Theory of Everything. Dir. James Marsh. Written by Anthony McCarten, based on the book by Jane (Wilde) Hawking. Cast: Eddie Redmayne, Felicity Jones, Charlie Cox. UK: Universal, 2014.






Buscando en Google Historia del tiempo Hawking, miren quién sale a pie de página:

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