domingo, 27 de mayo de 2012

Las Sandalias del Pescador: profecía autocumplida


O: la vida imitando a la ficción. Echaban en la tele esta famosa película, basada en la novela de Morris West. La película no la había visto; la novela me la leí en los setenta. Ya me llamó la atención su carácter profético, que se comentó en tiempos, cuando eligieron a Juan Pablo II papa, a la manera del Kyril Lakota de West. Claro que en la novela estaba todo mucho más juntito e intensificado, a la manera de las ficciones históricas (avant le fact): el papa Kyril había sido prisionero en el Gulag, y su torturador-interrogador había sido nada menos que el que llega a mandatario de Rusia antes que él a Papa, un tal Kamenev ("sobre este piedra edificaré mi iglesia"... ecos tal vez). En fin, este Kamenev, sin llegar a ser Gorbachov, sí aparece retratado de manera favorable (para lo que podría ser con un torturador del Gulag). Los hombres son presos de sus circunstancias y no se mueven libremente, ni Kyril por Roma ni Kamenev por el Kremlin, pero cada cual hace lo que está en su mano por evitar el desastre de la guerra nuclear que amenaza. Kamenev está más preocupado por evitar confrontación que por dominar el mundo o engrandecer a la URSS—es por eso que digo que me recuerda a Gorbachov. Esto no hace sino añadir carácter profético a la novela. Creo que en la profecía hay una buena dosis primero de lectura de la realidad, más acertada en West de lo que se le suele reconocer a un despreciado autor de best-sellers— y luego, un ingrediente de profecía autocumplida. La novela de West tuvo un éxito fenomenal (bueno, hasta yo me la leí...) y la película todavía mayor creo recordar. Eso preparó las mentes y las actitudes, sin duda, para hacer posible lo que en la novela y en la realidad parecía poco antes impensable: un papa resistente procedente de un país del Este. También un detalle significativo: aunque la Iglesia no ha empeñado sus propiedades para los pobres (lagarto lagarto) como sucede en la novela, sí se ha modificado la ceremonia de coronación del papa, quizá en parte a consecuencia de la película, y la ofensiva tiara ya no se exhibe como solía ser el caso. La cosa daría sin duda para otra película, digo la cosa de cómo se pudo ejercer efectivamente esta influencia en las mentes y en las conversaciones de la gente. West se basó en un precedente histórico, un prelado (que no llegó a papa, claro) liberado por los soviéticos, pero dice la Dra. Penas que igualmente pesaba en su mente la llegada (también "impensable") de un católico a la presidencia de los EE.UU., con Kennedy, poco antes de que West escribiera la novela. Y así se retroalimentan historia y ficción, de impensabilidades a pensabilidades. Cuántos presidentes negros de USA no habrá habido antes de Obama, y cuántos reyes ejecutados en escena por los dramaturgos, antes de Carlos I o Luis XVI. En fin, distingamos esos dos elementos de la profecía exitosa que no siempre son completamente separables: 1) la observación de las dinámicas de lo real y 2) el autocumplimiento —dos dinámicas que a la vez se refuerzan, pues cuanto más éxito tenga una obra más dinámicas de lo real se generarán que permitan a otros hacer una profecía todavía más acertada.  Otro elemento de profecía autocumplida que sale en la película es el que se alude en la obra del censurado padre Telemon, un trasunto de Teilhard de Chardin, con sus evolucionismos y su teología atípica. A Teilhard se le cita explícitamente, y sus teleologías teológicas son interesantes como fantasía de profecía autocumplida: quizá Dios no exista, pero existirá por profecía autocumplida, en la forma del punto Omega ése al que tiende el Universo, o la noosfera, como búsqueda de la pura espiritualidad que todavía está muy imperfecta y por venir.



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