lunes, 11 de abril de 2011

Doctorado minado


Acaba de publicarse la nueva web del Doctorado de Estudios Ingleses. Le hago observar al Coordinador del programa que no estoy entre los profesores, y me contesta que es porque últimamente no he dirigido ninguna tesis, y han incluido sólo a los profesores que han dirigido alguna tesis en los últimos años. Es cierto: la primera y última que se leyó dirigida por mí fue en 2002. Es cierto también que es difícil dirigir una tesis en este departamento—para empezar, los alumnos con más posibilidades de leerlas buscan el Ala Protectora y son captados por los catedráticos, para seguir engordando su currículum por la ley de Cristo ("Tened y se os dará"). Esas tesis salen solas adelante. A los titulares les quedan los casos más dudosos, inciertos o menos brillantes, los que van a dar más trabajo que lucimiento. Y aun con todo algunos han conseguido dirigir tesis. Claro que no puede ser mi caso, porque a mí me expulsaron del doctorado hace muchos años, y no he tenido opción a dirigir ninguna tesis, ni brillante ni deslucida. Tampoco me dejaron dar clase en el Máster, "porque no", con lo cual estoy desde hace tiempo fuera de contacto con los cursos de donde salen los estudiantes que se plantean hacer tesis doctorales. Protesté y protesté, y me dio la razón primero la Comisión de Doctorado de la universidad, luego el Rector (sin que el departamento se inmutase por ello ni me incluyese en el programa de doctorado)— luego un juez, al que tampoco le hicieron caso, ni a nuevas órdenes del Rector—y por último in extremis y con amenaza ya de que los llevasen a todos aherrojados al calabozo, por prevaricación, sí se obedeció la orden judicial y se incluyó brevemente mi nombre, y el de la Dra. Penas, en una web, visto que había sentencia expresa de que debían incluirse nuestros nombres. No quiso nunca el departamento sin embargo incluir información de nuestras líneas de investigación, no fuese alguien a enterarse sobre qué temas se podía hacer una tesis con nosotros—y eso aunque el Rectorado se lo volvió a ordenar expresamente. Tururú. Y ahí siguen todos dirigiendo y subdirigiendo, nuestro plantel de catedráticos—otros no hay. E
stuvo mi nombre allí a pie de página unos meses, por sosegar al poder judicial, y paciencia y barajamos. Ahora hay re-diseño del programa, y vuelvo a desaparecer.  Aunque un juez ordenó incluirme expresamente, y está el pequeño detalle de que yo, al contrario que los otros que sí figuran, no tenía ninguna posibilidad de dirigir tesis doctorales estos últimos años, por decisión arbitraria de las narices de alguien. Por otra parte, haciendo abstracción de estos "detallitos", mi no inclusión en el programa de doctorado seguramente tiene ahora ya algún tipo de justificación administrativa o barniz de legalidad. La Dra. Penas sí que figura en la lista de profesores, por cierto, porque ella sí dirigió una tesis más recientemente en un programa del viejo plan que no se había extinguido aún. Vamos, que entre estas y otras cosas mi carrera académica queda bastante deslucida, si no socavada. Por otra parte, en semejante ambiente de cooperación para una docencia de Calidad, cualquiera anima a un estudiante a entrar en terreno peligroso, haciendo la tesis conmigo. Casi mejor avisarles de lo que hay, si algún imprudente se aventurare. Me temo que con este panorama no volveré a dirigir nunca una tesis doctoral. Tampoco le fue muy bien a mi único doctorando, por cierto, una vez se declaró la veda abierta contra mí. Pero eso ya es otra historia—o la misma de siempre.



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