lunes, 11 de octubre de 2010

Navegando



Navegando


Yo no, que soy de tierra firme—pero encuentro inesperadamente a mi vieja compañera de clase del instituto Ana Claver, navegando por esos mares en un velero llamado Trotamar III. Aquí sale el barco frente a las costas de Tasmania —qué bonito, pero qué aventuras y qué esfuerzos... Yo los delfines que tenga que ver los veré, me parece, desde el sofá del salón. Con otros navegantes, ni llegaremos a cruzarnos.

Pero me gustaría saber en qué y a dónde han ido a parar los que entonces éramos chavales, y ahora algunos igual ya ni son, y otros nunca lo sabremos, siendo que no somos dados (ni yo ni mis antiguos compañeros al parecer) a organizar reuniones de promoción. De esas que quizá producen más desilusión que bonitos reencuentros. Porque aunque nos resistamos, todos somos barquitos que salieron a navegar por el mundo, desde el mismo puerto, para no encontrarse ya, normalmente, nunca más--ni en la red de navegantes, siquiera. Estaba en nuestros tiempos esa canción de Los Diablos—o era Fórmula V—: "Cuen-tá-mé, cómo te ha ido, si has conocido la felicidad". Creo que la han empleado para una serie de la tele, pero hace muchos años que no veo la tele.

Hoy la playa sigue vacía, pero el mar está más nadable. Igual me bajo a ver qué hay por allí.  Esta mañana, por cierto, hemos estado con mamá en la iglesia de Santa María de Pontevedra-- la de los mareantes. No sé si los de Internet entrarán en sus competencias.

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