martes, 31 de marzo de 2009

Abundo en el top ten

No cesan mis pequeños éxitos en el Social Science Research Network: siempre atentos ellos a acariciarte el ego con su mensajería automática, me comunican que tengo un artículo más en una de las listas de "top ten" por áreas. Esta vez es en el área de Literatura Norteamericana, y tengo nada menos que tres artículos en su lista de top ten—ninguno de ellos en el top third, hélàs. Ni tampoco pueden calificarse de hits, realmente, sobre todo teniendo en cuenta que están en español... Aquí está esa lista top of the pops; y mis artículos son uno sobre The Road de Cormac MacCarthy, "Hemingway Meets Beckett"; y dos sobre William Gibson, "William Gibson's Pattern Recognition" y "Cyberspace Everting" (sobre Spook Country).

Pues nada, con eso que me quedo.



lunes, 30 de marzo de 2009

Jane Austen in Manhattan

Aquí en DVD Times describen bien esta película de Merchant-Ivory, Jane Austen in Manhattan, descripción apta "para todos públicos". Aunque a mí me ha gustado bastante más de lo que prometería la reseña.

Sobre todo me ha gustado la ambientación irrepetible años 70 (la película es de 1980, pero ya se sabe que si las cosas que asociamos a los 60 se llevaban en realidad en los 70, para ver en su salsa las de los 70 hay que ir a los 80). Vamos, que ni hecha de encargo en ese sentido. No tiene precio el mundillo obsesivo, envidioso y pretencioso de los actores a la caza de una subvención o de un papel, o de vagos sueños de triunfar o de encontrar algo que los asiente en su ser: y sobre todo las ocasiones de manipulación que proporciona este material humano. Dos precarias compañías neoyorkinas rivalizan por hacerse con la producción de una obra teatral temprana de Jane Austen, Sir Charles Grandison (basada en la novela de Richardson). Rivalizan en realidad sus directores, antiguos amantes, Victor (Kurt Johnson) y Lilliana (Anne Baxter)—procurando engatusar a críticos, productores, titulares de los derechos, y actores. De la obra de Austen, que es poquita cosa, menos cosa queda aún en la película: vemos las adaptaciones propuestas por Lilliane (en versión ópera dieciochesca) y por Victor (teatro del absurdo / comedia bufa).




También hay escenas "filmadas", no teatrales, del secuestro de Harriet Byron—aquí la actriz con sesos de chorlito Ariadne (Sean Young), que busca desesperadamente un gurú a quien adorar, o un ganchito del cual colgar su personalidad. Es una chica de la que todo el mundo tira (por guapa): su marido Victor, que antes la fascinaba y ahora le es indiferente, va como alma en pena siguiéndola entre bambalinas; también su compañera de piso Katya, lesbiana posesiva; Lilliana, que la quiere para su compañía, y Victor, su actual gurú, que la tiene hipnotizada. Y la chica sólo responde de hecho cuando alguien la coge de las narices y se la lleva a otro sitio físicamente, necesita gobierno y autoridad, es esclava de vocación aunque va de mujer liberada. En versión ópera o en versión bufa, se ve la chica atrapada por el malvado Sir Hargrave Pollexfen, que la rapta y la quiere poseer a la fuerza—interpretado éste por el no menos siniestro Victor, chupóptero insaciable de voluntades y haciendas.

Lo mejor de la película son estos retratos de las motivaciones y especialmente fascinante es el personaje de Victor. Especialmente fascinante para los fascinados, digo: a mí lo que me fascina es la fascinación, la burbuja inflada en torno a nada. Con autoridad y seguridad en sí, Victor les vende la moto limpiamente, les limpia los bolsillos y se apropia de sus almas y cuerpos; los tiene, a su pequeña secta de actores, cogidos de la anilla de la nariz, llevándolos a donde quiere. Es como el rey desnudo luciéndose en pelotas; todo el mundo comenta que debe ser genial, pues los tiene a todos tan fascinados, y se miran unos a otros a ver si dura la fascinación, y dura.

Vamos, todo un estudio sobre la inseguridad, la adicción y los vampiros mentales, cuyo supuesto "magnetismo" se desvanece como una ilusión en cuanto cesa el torbellino de demencia que generan a su alrededor. Al final Victor se escapa de casa de un productor llevándose una jarra de plata, ya que no puede llevarse la producción—y termina actuando, cojo como Byron, haciendo de Pollexfen en la ópera de Lilliana, otra Gran Manipuladora... pero menos delirante que Victor.

En fin, que hay gente que necesita que la lleven en rebaño, y que le digan quiénes son; que eso hay grandes expertos en hacerlo, y en crear una burbuja de realidad alternativa en torno a ellos. De ellos y de sus interacciones va la película. La erótica del poder se alimenta, precisamente, de ver que los demás bailan al son que se les toca, cuanto más delirante y obviamente falso, mejor. De esa ficción provisional, que también es puro teatro, vive esta película, y hace respirar a un mundillo tan falso y pretencioso con un aliento de verdad palpable— de algo que la guionista y su equipo han visto obviamente en vivo y en directo. Cuando el teatro pasa a estar entre bambalinas, living theatre, se vuelven interesantes y vívidos hasta los actores y obras más mediocres.

Jane Austen in Manhattan.
Dir. James Ivory. Screenplay by Ruth Prawer Jhabvala. Cast: Anne Baxter, Robert Powell, Michael Wager, Sean Young. Music by Richard Robbins. Photog. Ernest Vincze and Larry Pizer. Assoc. Prod. Connie Kaiserman. Prod. Ismail Merchant. Merchant Ivory Productions / Polytel International, 1980. DVD prod. HanWay Films. Spanish DVD: Jane Austen en Manhattan. (Colección Merchant-Ivory). Spain: Manga Films, 2008.

Txtng&Kwstng

Me manda una amiga (¡gracias!) en pdf el libro de David Crystal Txtng: The gr8 db8, con una caricatura de Shakespeare preguntándose: "2B or not 2B—tht is th ?"

Y se me ocurre esta variante sobre la pregunta del suicidio:

That is the Quest no. 1: no I.


domingo, 29 de marzo de 2009

El orden natural y la complejidad: Paley, Lamarck, Vico, y el Génesis

1. Paley

En su obra Natural Theology (1802) William Paley expone el razonamiento básico de lo que era el creacionismo generalmente aceptado en sus días, y de lo que hoy es la llamada teoría del "diseño inteligente"—que como teoría científica está, por tanto, a la altura de 1802. Y ya por entonces Paley no era un vanguardista, precisamente. El célebre razonamiento de Paley para justificar el diseño inteligente comienza con este ejemplo. Imaginemos que paseando encontramos una piedra, y nos preguntamos, cómo es que está allí la piedra. No parece absurda la respuesta que dice que la piedra está allí "desde siempre", que simplemente "está allí". Pero que si, en cambio, encontramos un reloj, esa respuesta es absurda. No podemos decir que "el reloj está allí desde siempre" porque en un reloj reconocemos orden, diseño, una inteligencia que lo ha fabricado. Por tanto nos preguntamos cuándo lo fabricó, cuándo lo puso allí, estudiamos el funcionamiento de sus piezas y "para qué" son así, etc. Reconoceríamos en el reloj la obra de un artífice. Ahora bien, continúa Paley, si descubriésemos que el reloj era mucho más complejo de lo que habíamos pensado, y viésemos que era capaz de fabricar él mismo otros relojes como él, no renunciaríamos al razonamiento anterior, ni nos contentaríamos con decir "ah, bueno, entonces el reloj estaba allí porque lo había hecho otro reloj". Antes bien, supondríamos que el artífice que construyó el reloj original era mucho más hábil e inteligente de lo que habíamos creído en primer lugar. Sigamos su razonamiento durante un par de párrafos.


"Aunque ahora ya no sea probable que el reloj concreto que había encontrado nuestro observador haya sido hecho directamente por la mano de un artífice, sin embargo esta alteración no afecta en modo alguno a la inferencia de que en un origen había habido un artífice que había trabajado y se había cuidado de la producción. El argumento basado en el diseño permanece como era. Los indicios de diseño y de agenciamiento no quedan más explicados ahora de lo que lo estaban antes. En la misma cosa, podemos preguntar por la causa de diferentes propiedades. Podemos preguntar por la causa del color de un cuerpo, de su dureza, de su calor, y estas causas pueden ser todas diferentes. Estamos preguntando ahora por la causa de esa supeditación a una función, esa relación con una finalidad, que hemos observado en el reloj que tenemos ante nosotros. No queda respondida esta pregunta, diciéndonos que lo produjo un reloj anterior. No puede haber diseño sin un diseñador, agenciamiento sin un agente, orden, sin elección, disposición, sin nada capaz de disponer; supeditación y relación a un propósito, sin algo que pudiera tener la intención de un propósito; medios adecuados a un fin, y que desempeñan su función para llevar a cabo ese fin, sin que el fin haya sido jamás contemplado, ni se hayan dispuesto los medios con vistas a él. La disposición, la colocación de partes, la supeditación de medios a un fin, la relación de instrumentos con una función, implican la presencia de inteligencia y de mente. Nadie, por tanto, puede creer racionalmente que el reloj insensible, inanimado, del que surgió el reloj que ahora tenemos ante nosotros, pudiera ser la causa adecuada del mecanismo que hay en él y que tanto admiramos—que pudiéramos decir realmente que había construido el instrumento, dispuesto sus partes, asignado sus funciones, determinado su orden, acción y dependencia mutua, combinado sus diversos movimientos en un resultado único, y además un resultado conectado con las utilidades de otros seres. Todas estas propiedades, por tanto, quedan tan inexplicadas como lo estaban antes.
"La conclusión a que parecía llevarnos el primer examen del reloj, de su mecanismo, construcción y movimiento, era que tenía que haber tenido, como causa y autor de esa construcción, un artífice que entendía su mecanismo y diseñó su uso. Esta conclusión es invencible. Un segundo examen nos presenta un nuevo descubrimiento. Hallamos que el reloj, como resultado de su movimiento, produce otro reloj similar a sí mismo, y no sólo eso, sino que percibimos en él un sistema u organización calculado especialmente para este propósito. ¿Qué efecto tendría este descubrimiento, o cuál habría de tener, sobre nuestra inferencia previa? ¿Cuál, como ya se ha dicho, sino el de aumentar sin medida nuestra admiración hacia la habilidad que se había dedicado a la formación de semejante máquina? ¿O bien, en lugar de esto, habríamos de repente de volvernos a una conclusión opuesta, a saber, que no había tenido que ver en todo este asunto ni arte ni habilidad alguna, aunque todas las demás evidencias de arte y de habilidad siguen siendo las que eran, y se les ha añadido ahora a las demás esta última y suprema obra de arte? ¿Puede esto mantenerse sin caer en el absurdo? Pues esto es el ateísmo."

La muestra de diseño en la que está pensando Paley es la anatomía de los seres vivos, y la adaptación de sus funciones al medio ambiente. Pone el ejemplo del ojo del pez, cuya forma "tiene en cuenta" para su correcto funcionamiento el índice de refracción distinto del medio acuático en el que vive, si se le compara con el ojo de los animales terrestres. Esta adaptación al medio dio mucho que pensar a Darwin, que estudió el libro de Paley, como miles de personas de su generación y de todo el siglo XIX. La adaptación al medio es ciertamente uno de los puntales de la teoría de la evolución, aunque Darwin daría del "mecanismo" una interpretación completamente contraria a la de Paley. Darwin comenzó como estudiante de teología y creyente en Dios y en el "diseño inteligente" de Paley, pero evolucionó hacia lo que Paley equipara a una posición absurda, el ateísmo. En el orden natural, en la estructura de los seres vivos, no se encuentra según el darwinismo ninguna prueba de diseño inteligente: hay reloj pero no hay relojero, ni ciego ni manco. El orden y el diseño, por complejos que puedan parecer, son productos espontáneos de la naturaleza; lo simple da lugar a lo complejo. Entre la piedra que Paley encuentra razonablemente carente de diseño, y el reloj, hay una serie de pasos de complejidad creciente, pero ninguno dependiente de intención, consciencia o diseño, y eso es lo que llamamos evolución: la creación del orden complejo a partir del orden simple—pues orden sí hay en una piedra.

Darwin propuso una explicación para esa formación espontánea de orden—la selección natural, explicación aunque insuficiente sí importante. Pero la trascendencia de la figura de Darwin es en cierto modo inmerecida. Con Darwin, es cierto, se convenció la comunidad científica, o los biólogos más bien, de que no procedía recurrir al diseño inteligente como explicación en biología. Pero Darwin por supuesto no inventó la idea de evolución. Su mismo abuelo la había propuesto en Inglaterra, y Diderot lo había hecho anteriormente en Francia. El hecho de proponer una teoría evolutiva no conllevaba sin embargo extraer todas las consecuencias de esa "falta de diseño y de diseñador". Quizá tampoco Darwin las extrajese; al menos sí fue extremadamente prudente a la hora de no causar ofensas deliberadas con sus opiniones en círculos religiosos—una cuestión ésta en la que los evolucionistas de hoy en día son más beligerantes y explícitos, o menos temerosos. El razonamiento central de la teoría de la evolución—a saber, que hace innecesaria la hipótesis de un diseño previo, pues el orden simple puede dar al orden complejo—tampoco fue obra de Darwin, sino de evolucionistas con peor prensa mediática, como Lamarck, cuyo razonamiento examinaremos en un momento.

Pero volviendo antes a Paley, observemos que su argumento contiene, de modo seguramente involuntario, un punto débil. Comienza con la tesis (quizá for the sake of the argument) de que una piedra no es prueba de diseño inteligente, pero que un reloj sí lo es. Ahora bien, como decimos, una piedra también exhibe orden. Con lo cual el argumento de Paley tiene este flanco débil: si demostramos que del orden simple se puede pasar al orden complejo por evolución gradual y espontánea, y Paley ha admitido que el orden simple no es prueba de diseño inteligente, entonces todo el argumento del diseño inteligente se derrumba. La postura fuerte, a la que en justicia parece señalar Paley, sería decir que también la piedra es prueba de diseño inteligente. Como decimos, la contraposición de la piedra y el reloj es más ilustrativa que de fondo, en Paley. En su interpretación fuerte o radical, lo que está diciendo (y de hecho dice) Paley es que no hay orden sin inteligencia. Es decir, toda regularidad en la Naturaleza es una prueba de inteligencia y diseño. Pero este argumento, ahora bien asentado en la roca, también flojea. Pues al perder la contraposición entre lo obviamente diseñado y lo obviamente no diseñado, se pierde por el camino también la obviedad del argumento. Donde todo está igualmente diseñado, no hay por qué maravillarse de las complejidades del diseño complejo: el diseño simple sería igualmente determinante. Y sin embargo, las regularidades simples de la naturaleza no son de por sí tan conclusivas como prometía ser el argumento comparativo y contrapositivo de Paley. Paley identifica orden con propósito, pero—¿basándose en qué? En las obras humanas reconocemos el propósito, la intención, pero la obviedad de esto se va diluyendo conforme pasamos a fenómenos más simples. Paley propone reconocer orden, diseño y propósito, obviamente, en el diseño de los seres vivos. El estudio de la biología se volvería así en una prueba de la grandeza e inteligencia de Dios. Pero para ello es necesario que el orden complejo no pueda provenir espontáneamente del orden simple. Si todo el mecanismo del universo funciona como un gigantesco reloj, el relojero se retira más allá de donde podemos verlo, y lo que los escolásticos llamaban causas secundarias pasan a explicar toda la realidad humanamente relevante. La Naturaleza funciona sola, y Dios se retrotrae más allá del Big Bang, donde realmente ya está fuera del horizonte de acontecimientos y no tiene relevancia alguna para la vida humana. Si el diseño es demasiado perfecto, el diseñador comienza a ser superfluo, pues no ha de intervenir en ningún momento, y desaparece a todos los efectos. Como decía Laplace, se convierte en una hipótesis innecesaria.

El razonamiento de Paley es pues ambiguo: a la vez reposa en la tesis de que todo orden es divino e intencional, y en la tesis de que hay algunos tipos de orden que son intencionales y otros no. Plantea también unos curiosos interrogantes lógicos y narratológicos, en lo referente a la identificación de "propósitos"—en un razonamiento que partiendo de efectos producidos, presupone intenciones de producirlos. Vemos, y por tanto el ojo es "para" ver. El razonamiento evolucionista llevado a sus últimas consecuencias no acepta este tipo de finalismos, y los declara engañosos. El ojo no es "para" ver, sino que "ha resultado" que ve. Además el ojo hace otras cosas, es multifuncional—en los humanos sirve también, por ejemplo, para comunicarse, aunque no se haya formado "para" comunicarse. Es lo que Stephen Jay Gould denomina la exaptación, un principio evolutivo muy importante que hay que sumar a la adaptación al medio y a la selección natural. La exaptación es especialmente ofensiva, como principio evolutivo, para los razonamientos basados en el diseño inteligente, pues enfatiza los aspectos caóticos, imprevisibles, contingentes, de la evolución.

Resulta, pues, que la postura fuerte de Paley le llevaría a decir que no puede haber regularidad en la Naturaleza sin diseño inteligente; y lo absurdo de esta postura se aprecia cuando se ve que es igualmente sostenible, o no menos evidente, la contraria: que no puede haber irregularidad en la Naturaleza sin diseño inteligente. En los fenómenos irregulares, imprevisibles, en la ruptura de la secuencia de causa y efecto, es en donde otros han querido ver la prueba de fenómenos inteligentes como el libre albedrío. Donde todo es orden establecido, donde todo es causa y efecto, no hay demostración posible de inteligencia. Así pues, el razonamiento de Paley se encuentra abocado a admitir dos premisas indeseables para la ciencia:

- No puede haber orden en la Naturaleza (de no ser por intervención divina)

- El orden complejo no puede derivar del orden simple (de no ser por intervención divina)


Ambas premisas hacen a Dios necesario en toda ciencia, pero lo hacen necesario en igual medida desde el primer momento y en cada uno de los pasos—con lo cual podemos decir que Dios es tan superfluo como necesario en esta argumentación. La ciencia más bien se olvida de los paréntesis, y prefiere trabajar con estas dos premisas contrarias a las de Paley:

- Hay orden en la naturaleza

- El orden complejo deriva del orden simple








2. Lamarck

Es en la estructura de los seres vivos en donde Paley quería encontrar la prueba irrefutable del Diseño Inteligente, y por tanto de la existencia de Dios—es decir, la prueba de un mundo cuya inteligibilidad es reflejo de la intencionalidad con la que ha sido diseñado. Podríamos decir que para Paley, y para el pensamiento creacionista y teísta, el orden que descubre la mente humana en su interpretación de los fenómenos naturales se proyecta como en un espejo, y pasa a convertirse en la génesis de dichos fenómenos. Si el ojo ve, damos un paso más y creemos que lo hemos comprendido mejor si creemos que el ojo ha sido hecho, intencionalmente, para ver.

Por supuesto el argumento del reloj de Paley nos conduce a una regresión infinita, pues si bien queda explicado el artefacto no queda explicado el artífice, pero tal es la naturleza de las explicaciones teocéntricas: remiten toda la complejidad a un principio, y toda explicación de causas secundarias se vuelve en cierto modo irrelevante, pues el universo entero ya se encuentra implícito en la primera causa, en Dios. Pocos teístas se conforman con un Dios que no entienda ni planifique el universo, y que se limite a crear átomos y las leyes de su funcionamiento, dejando todo funcionar luego por sí solo, sin previsión ni planificación, sin sin que sus intenciones lleguen hasta la creación de los humanos y fines todavía más trascendentes, y planes de oscura complejidad. Si se admite la complejidad infinita ya al principio, sin necesidad de explicarla—¿para qué cortarse? Lo extraño es que se considere luego necesario dar cuenta del funcionamiento de los fenómenos naturales, más allá de la explicación de que "Dios así lo quiso y así lo hizo".

La ciencia, por supuesto, funciona con otros presupuestos, sean cuales sean las creencias de los científicos más allá de su área de competencias local. Lo que hace la ciencia es hilar unos fenómenos con otros, identificar las regularidades en el funcionamiento de los fenómenos naturales y derivar los fenómenos de orden complejo a partir de los fenómenos de orden simple, sin hacer entrar en ello atribuciones de intencionalidad ni presuponer una finalidad en el orden de las cosas—ni siquiera en el diseño de los seres vivos, que tan obviamente intencional era para Paley.

Es en la Philosophie Zoologique de Jean-Baptiste Lamarck (1809) donde podemos encontrar la formulación modélica de estos principios de biología contrarios al diseño inteligente. Darwin les dará una mayor aceptación e introducirá un principio explicativo, la selección natural, superior al de la teoría de Lamarck. Pero es en Lamarck donde podemos encontrar de modo explícito el fundamento del evolucionismo: que lo simple deriva de lo complejo de modo espontáneo—sin que sea preciso recurrir a una inteligencia superior para explicar el diseño de los seres vivos.

No olvidemos por otra parte que Darwin "era Lamarckista", por así decirlo. Lamarck ha sido ridiculizado por su creencia en la herencia de los caracteres adquiridos—pero Darwin aceptaba ese principio igualmente, y no se le ha tenido tan en cuenta. Consideremos también (como ya expuse en mi post "Vuelve Lamarck") que la teoría lamarckista de la transmisión de los caracteres adquiridos se vuelve súbitamente cierta, y evidente, si la aplicamos no a los individuos (como proponía Lamarck) sino a "individuos" de nivel superior, como son las poblaciones: queda la teoría, a la vez, mucho mejor integrada con el darwinismo, con la selección natural de rasgos que han proporcionado una ventaja comparativa al grupo que logra transmitirlos (comparativa, como mínimo, frente al grupo que no logra transmitir esos rasgos porque se extingue). También se vuelve más comprensible así la teoría de Lamarck y se integra mejor con el mecanismo genético de la herencia—si entendemos que puede aplicarse no tanto en términos de cuerpos individuales, sino en términos de poblaciones y especies que "ganan" o "pierden" rasgos en su interacción con el medio ambiente.

Pero vamos de momento a un párrafo clave en la Philosophie Zoologique de Lamarck, donde quedan expuestos los principios sobre el orden y la complejidad a que aludíamos:


"Las condiciones necesarias para la existencia de la vida están todas presentes en las organizaciones inferiores, y aquí están además reducidas a su expresión más simple. Es importante, por tanto, saber cómo esta organización, a través de algún tipo de cambio, consiguió dar lugar a otras menos simples, y de hecho a la complejidad gradualmente creciente que se observa a lo largo de toda la escala animal."

Observamos aquí dos diferencias fundamentales con el razonamiento de Paley:
- Primero, se ignora la cuestión de la intencionalidad. Sencillamente se observan fenómenos y procesos, sin presuponer en ellos una intencionalidad.
- Segundo, se acepta, o más bien se presupone, que los fenómenos complejos surgirán espontáneamente a partir de los fenómenos simples, dadas las mismas condiciones iniciales y sin intervención especial de ninguna agencia externa al sistema. La labor de la ciencia es explicitar y comprender cómo se da ese surgimiento de la complejidad.

Son estos dos presupuestos los que sirven de base a la investigación científica—los que colocan a la obra de Lamarck en el origen de la biología evolutiva moderna, antes de Darwin, mientras que Paley se encuentra en otro tipo de razonamiento, un razonamiento teológico, como indica su título, y no zoológico, como reza el de Lamarck.

Pasa Lamarck luego a exponer los dos principios (básicamente erróneos, aun con un grano de verdad) que a su juicio explican la evolución. Uno es el uso y desuso de los órganos, que produce modificaciones que se transmiten a los descendientes. El otro principio es "el papel de los fluidos" en la modificación de los tejidos y órganos. Establece Lamarck una secuencia, no totalmente carente de sentido, que va así: los seres vivos se distribuyen en ambientes distintos. Ambientes distintos crean necesidades distintas. Necesidades distintas dan lugar a comportamientos distintos, y por tanto a distintos hábitos y acciones repetidas. Esta repetición de hábitos y acciones modifica los órganos, y estas modificaciones se transmiten a la descendencia en los distintos ambientes, siendo ésta la causa de la diversificación de los seres vivos complejos a partir de los simples.

Con estos principios se ganó Lamarck un lugar un tanto ridículo en la historia de la biología. Como digo, es injusta esta interpretación de su papel, pues aparte de los elementos de verdad que haya en los mecanismos evolutivos que describe, lo esencial de la contribución de Lamarck son los dos principios antes enunciados sobre la complejidad y el orden en los seres vivos, no la explicación concreta que da sobre el mecanismo de su funcionamiento.



3. Vico

Por otra parte, siempre andamos a hombros de gigantes. No surgió de Lamarck la idea de evolución—como decimos ya antes había aparecido en Erasmus Darwin, en Diderot, y de modo más difuminado en multitud de pensadores. La influencia del evolucionismo cultural sobre el biológico no es de despreciar (aunque ahora se tienda más a percibir la influencia inversa, y a hacer interpretaciones sociobiológicas de los fenómenos culturales). La filosofía idealista alemana es plenamente evolucionista en este sentido—pensemos en la Fenomenología del Espíritu de Hegel, su forma más acabada—aunque ciertamente no llegase nunca ningún filósofo, para vergüenza de la filosofía, a deducir que el hombre desciende del mono. En Hegel, los fenómenos complejos derivan de los simples; el principio de emergencia está bien asentado, hasta extremos de un refinamiento ciertamente excesivo (cuesta creer que una cabeza humana haya podido concebir la Fenomenología del Espíritu, pero también hay fenómenos de alta complejidad en otras áreas, razonamientos matemáticos y programas informáticos prohibitivos para los cerebros ordinarios). Pero no es Hegel el primer evolucionista cultural, sino que es en cierto modo el más acabado.

Podría decirse que el pensamiento evolucionista siempre ha estado con nosotros, ya remontándonos a que "los griegos ya lo hicieron todo"—aunque ciertamente aquí incurrimos en la falacia del hindsight bias, la distorsión retrospectiva: una vez descubierto el evolucionismo, y comprendida la evolución de los fenómenos, podemos sobreestimar el grado de comprensión que se tenía de ese evolucionismo y de esa evolución en épocas anteriores. Sí han comprendido los pensadores que las cosas cambian, que hay procesos históricos, que hay desarrollos, progresos. En el hecho mismo de la tradición y de la transimisión cultural, en su carácter acumulativo y hermenéutico, por tanto, hay como decimos una cierta consciencia evolucionista, por implícita que sea.

Los griegos sabían que su civilización había surgido a partir de un estadio anterior más primitivo. Que los seres humanos no tenían una cultura estable, sino que esta se había desarrollado. Ahí están los primeros gérmenes que digo, del pensamiento evolutivo—allí o en los mitos de origen y creación que hay en todas las culturas; pensemos en el Génesis, sin ir más lejos, en la historia que contrasta el Paraíso con el exilio al mundo y el crecimiento de las naciones. La gran historia de la civilización, que no otra es la historia que quiere relatar Vico en la Ciencia Nueva (Principi d'una Scienza Nuova, 1725-1744), volviendo a reinterpretar el legado de la historia y del mito.

Como digo es fácil ver en esas primeras narraciones míticas más de lo que veían en ellas quienes las generaron. Vico llamaba a este error de perspectiva la presunción de los estudiosos—aunque bien pudiera haberlo llamado la modestia de los estudiosos, atribuyendo a otros lo que era producto de los esfuerzos de ellos mismos—y veía su ejemplo más claro en esos intérpretes homéricos que creen ver en Homero, ya formadas o al menos prefiguradas, todas las ciencias y artes que se desarrollarían después—ciencias y artes que sólo la visión tardía de los intérpretes les permite suponer, retroactivamente, que "están ya" en Homero.

De hecho es Vico uno de los principales hitos en el desarrollo de un pensamiento evolucionista cultural: es Vico quien muestra que las formas culturales complejas, o las formas de pensamiento complejo, se desarrollan sobre la base de las simples: que la complejidad presupone la simplicidad. En su ejemplo central, expuesto en la Ciencia Nueva, que la familia es el origen y forma simple del Estado. Las instituciones se elaboran sobre la base de otras instituciones existentes: nada se puede construir sobre la nada, sino sobre algo que le precede. Tal es la consciencia evolucionaria de Vico.

Por supuesto Vico aceptaba ortodoxamente la historia de la creación intencionada del hombre, la intervención divina, etc. No dice que el hombre desciende del mono, pues no es biólogo. No está pensando en el cuerpo del hombre, sino en sus manifestaciones culturales. Y allí el hombre sí que desciende del mono, en Vico, o al menos del cíclope—de un ser que si bien era corporalmente humano, no estaba humanizado. Es la versión de la horda primigenia, o del antropoide, que aparece en la Ciencia Nueva—la humanización, la civilización, es el proceso que narra Vico a partir de ahí. Una raza de bestias con cuerpo de hombre no son hombres, sino bestias. En este sentido es Vico plenamente evolucionista, en la medida en que se pueda serlo en el siglo XVIII. Hay orden en la naturaleza—y el orden complejo de los asuntos humanos deriva de un orden más simple anterior, mediante procesos que se pueden estudiar, y describir, y que no requieren ninguna intervención divina para hacerlos comprensibles.



El Génesis

Señalaba Lamarck que "desde hace mucho tiempo se tiene la creencia de que existe una especie de escala o cadena graduada entre los cuerpos vivos"; y aludía a la obra de Bonnet. De hecho podemos reconocer este protoevolucionismo, que no es evolucionismo, en la concepción clásica de la Gran Cadena del Ser, que lleva también desde la simplicidad a la complejidad, desde los cuerpos inanimados (minerales más o menos "nobles") a los seres vivos, y que clasifica éstos en seres puramente vegetativos (pero no todos igual de "bajos"), y animales: los animales tienen "lo que tienen las plantas, y más", tienen no sólo vida sino capacidad de movimiento.

Hay muchas otras cuestiones mezcladas en la Gran Cadena del Ser, cuestiones teológicas, aparte de los elementos protoevolucionistas que se pueden detectar en ella. Pero centrándonos (con una dosis de distorsión retrospectiva o de presunción) en lo que tiene de evolucionista, sí reconocemos una escala de complejidad, aparte de una escala de "excelencia moral" y metafísica, o más bien no aparte sino involucrada plenamente con ella.

Lo que la Gran Cadena del Ser no incluye es un desarrollo temporal: no narra una historia, sino que es una cadena sincrónica, simultánea; la representación de una jerarquía estable, no la descripción de un proceso. Y sin embargo sí hay un protoevolucionismo, como decimos, en ciertos sentidos y aplicaciones de estos conceptos, incluso un asomo de desarrollo temporal... por ejemplo en el relato del Génesis, que coloca el origen del hombre después del origen del mundo, y después de la creación de las plantas y animales…. si bien podemos decir que también "descoloca" al hombre este relato—al colocarlo en el origen de todo, en la persona de un dios creado a su imagen y semejanza.

Son muchos pasos, no uno sólo, los de la cadena de pensamiento que lleva desde el Génesis al evolucionismo. Son necesarios el desarrollo de los mitos, y luego la lectura crítica de los mitos; la escritura de historias, la consciencia histórica crítica, y la reflexión sobre los procesos históricos al modo de Polibio, o de Vico. El evolucionismo no fue creado súbitamente al séptimo día—sino que tuvo que evolucionar, junto con la humanidad y con sus formas culturales.






—oOo—

sábado, 28 de marzo de 2009

Subiendo

Acabo de subir al Zaguán este artículo:

"Benefit of Hindsight: Polibio, Vico, Wilde y el emergentismo crítico."

En realidad lo subí hace un par de días, que es lo que tardan en aparecer. Así que hoy subo el siguiente: "Be Copy Now: Retroalimentación y dialéctica de la vida y el teatro en Shakespeare (Henry V, 3.1)."

Y dentro de un rato me subo yo mismo, al pirineo, con el coche lleno de niños.




viernes, 27 de marzo de 2009

Every man can be replaced

Ayer era San Braulio, uno de la plaga de santos que nos alteran el curso del curso; la semana que viene San Isidoro, pronto San Jorge. Pero bueno, no me voy a quejar when the saints go marching in. Más bien me quejo de que hoy no es San Braulio, aunque al menos es viernes, mi día favorito de la semana. He tenido una clasecilla de comentario de texto, donde hemos comentado este par de poemas: uno sobre la inspiración, útil para la página en blanco, de D. H. Lawrence:


The Song of a Man Who has Come Through

Not I, not I, but the wind that blows through me!
A fine wind is blowing the new direction of Time.
If only I let it bear me, carry me, if only it carry me!
If only I am sensitive, subtle, oh, delicate, a winged gift!
If only, most lovely of all, I yield myself and am borrowed
By the fine, fine wind that takes its course though the chaos of the world
Like a fine, and exquisite chisel, a wedge-blade inserted;
If only I am keen and hard like the sheer tip of a wedge
Driven by invisible blows,
The rock will split, we shall come at the wonder, we shall find the Hesperides.

Oh, for the wonder that bubbles into my soul,
I would be a good fountain, a good well-head,
Would blur no whisper, spoil no expression.

What is the knocking?
What is the knocking at the door in the night?
It's somebody wants to do us harm.

No, no, it is the three strange angels.
Admit them, admit them.

Escucharemos nuestra radio interna, a ver qué nos cuenta esa emisora.

Y otro poema, un soneto tipo Matrix, sobre un sueño que tuvo Milton:

Methought I saw my late espoused saint
Brought to me, like Alcestis from the grave,
Whom Jove's great son to her glad husband gave,
Rescu'd from death by force, though pale and faint.
Mine, as whom wash'd from spot of child-bed taint
Purification in the old Law did save,
And such as yet once more I trust to have
Full sight of her in Heaven without restraint,
Came vested all in white, pure as her mind;
Her face was veil'd, yet to my fancied sight
Love, sweetness, goodness in her person shin'd
So clear as in no face with more delight.
But oh! As to embrace me she inclin'd,
I wak'd, she fled, and day brought back my night.

Sobre éste se me ocurre comentar, a cuento de Marie Powell, que también every woman can be replaced.... they say.

He seguido colgando algún trocito de la tesis, que va a ser labor titánica, o quizá de pequeños titanes chinos más bien. Más pesada que la muerte a garrotazos, en todo caso.

Y me he terminado de leer Los hombres que no amaban a las mujeres, ese bestseller de Stieg Larsson que todo el mundo se lee ahora y que me habían recomendado mucho. Pues diré que es un bestseller y no más, que se puede leer cualquier otro en su lugar, y que no me pone Lisbeth Salander. Me parece que me esperará mucho tiempo la chica de la lata de gasolina.

También me he visto con Álvaro, una vez ha vuelto de Albarracín, El bueno, el feo y el malo, otra pieza esencial de cultura popular que me faltaba en el cráneo. Y he estado leyendo en la plaza una tarde soleada un poco de Lamarck, un poco de Malthus, un poco de Paley sobre el Diseño Inteligente, debatiendo con la Dra. Penas a qué se debe la complejidad. Pronto haremos un post al respecto.

Y también hemos entregado hoy a nuestra abogada una copia del último recurso que presentamos al Rectorado, visto que el Rectorado no lleva traza de contestarnos ni de enmendar las actuaciones irregulares de nuestro Departamento.

Ah, lo de every man can be replaced viene de "I shall be released", de Dylan, un viejo vídeo que me he subido a mi canal de Vimeo—es una de las canciones de Dylan que mejor me han quedado. Lo dejamos de música de hoy.




I Shall Be Released from Jose Angel García Landa on Vimeo.


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Google & Me


Nos llevamos raro, Google y yo: no sé si esto es frecuente. Hasta ahora he hecho pruebas con distintos nombres, y esto raro que digo sólo pasa conmigo.

Se trata de autoguglearse, algo que hago con cierta frecuencia, a ver qué aparece de mí por la red, no vayan a hablar mal, o bien. Busco, así escrito entre comillas, "José Ángel García Landa".

Bueno, pues los resultados pueden ser muy variables, con mi nombre. Con los demás nombres, como digo, hasta ahora no he apreciado diferencias significativas de un día a otro. Pero la búsqueda con mi nombre da unos días cerca de 20.000 resultados, incluso menos, y otros, sin razón ni diferencia aparente, más de 100.000. Hoy, en concreto, "aproximadamente 106.000." Ya hace unos meses que invité a los amigos a una cena, para celebrar mis 100.000 resultados Google. Un número que, por cierto, es extrañamente superior al de cualquier otro colega que se me ocurra poner, excepto los muy famosos, que no es mi caso. Eso también me extraña, pero sobre todo me extraña la variación disparatada entre unos días y otros.

¿Tendrá Google algo raro conmigo?

¿Tendrá explicación, todo esto?

Esse est percipi

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jueves, 26 de marzo de 2009

Acción, Relato, Discurso


He empezado a preparar la edición online de este libro en el que estuve trabajando entre 1985 y 1998:

Acción, Relato, Discurso: Estructura de la Ficción Narrativa

Nota a la edición electrónica (2009):

Este texto fue publicado originalmente por Ediciones Universidad de Salamanca (Acta Salmanticensia: Estudios Filológicos, 269), Salamanca, 1998. La tesis en que se basa recibió el Premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad de Zaragoza correspondiente al año académico 1988-1989. La edición electrónica no se ha planteado como una revisión sustancial del texto original, sino como un medio para difundirlo. No dispongo sin embargo del texto definitivo publicado en 1998. Por tanto, al margen de las cuestiones relativas al nuevo formato, como los enlaces hipertextuales, y de alguna pequeña corrección de erratas, no se ha modificado ni ampliado sustancialmente el texto previo a la edición de 1998. Esta nota es la principal excepción.

Me va a costar mucho tiempo hacer el texto legible. Por desgracia, los archivos de Word, si bien se pueden convertir en archivos html automáticamente, son ilegibles, con múltiples errores una vez que los cuelgas, por razones que desconozco. Así que habrá que hacerlo a pulso. La tesis ésta empezó siendo redactada a mano y a máquina de escribir antes de pasar al primer modelo de Macintosh. Ahora irá llegando a la red por fin, con los enlaces hipertextuales que pedía a gritos por sus múltiples interreferencias... pero tendrá que ser por capítulos. A ver si termino antes de 2010.

Narrative Theory

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miércoles, 25 de marzo de 2009

Que no doy abasto conmigo

A pesar de las pocas horas de clase que tengo, ahora mismo todas dedicadas a la asignatura de comentario de textos literarios ingleses, no doy abasto a organizarme los papeles de encima de la mesa. Bueno, literalmente: la tengo invadida de escritos y libros que tengo que echar al saco de mi Bibliografía de Teoría, Crítica y Filología, that loose, baggy monster; y la mesa virtual la tengo también hecha un asco, con multitud de proyectos en curso, y otros empezados y apenas en curso. Aparte de mi estancada traducción de The Philosophy of the Present (que ahora veo que no me la van a publicar, así que la aparqué de momento), tengo diversos posts atrasados de esos gordos que deberían seguir creciendo... y que igual hoy le doy un rato a alguno, por ejemplo esta reseña sobre Shakespeare.

Y es que con frecuencia muerdo más de lo que puedo masticar, y la emprendo con proyectos que luego me vuelven con venganza, como the return of the repressed. Por ejemplo me sucedió con una historia hipertextual de la crítica literaria que colgué, y que allí se ha quedado en su versión incompleta y preliminar.... Hypercritica, ay qué tiempos, poco me suponía yo que dejaría de impartir la asignatura antes de terminar esa página web—y que probablemente se va a ir al traste la propia carrera de Filología Inglesa, y cuestiones filológico-críticas de ese estilo ya no interesarán para nada en la nueva versión de los Estudios Ingleses que estrenemos el año que viene.

Y así van saliendo las cosas: los finales llegan precipitadamente, y no según previsto en los planes—y a veces nos pilla la muerte en medio de una frase, como en el soneto 60 de Shakespeare, donde la vida humana se compara a un niño que gatea y se pone en pie como el sol que sube hacia lo alto cielo—pero antes de que lleguen el crepúsculo y la decadencia de Occidente, súbitamente, en pleno mediodía, "crookèd eclipses 'gainst his glory fight, / And Time that gave doth now his gift confound". Nuestros proyectos, y mira que son limitados, quedarán a mitad, e irá todo lo que hay encima de la mesa, mantel y vajilla incluidos, a la basura.

Mientras, vamos cultivando nuestro jardín e hilando como pene-Lope, qué cruz, lo que el tiempo ha de deshacer más deprisa. Me dedico a subir a mi canal de Vimeo las músicas que por algún fallo de mi ordenador ya no puedo ver en mi canal de YouTube. Cuesta unos días. También estoy duplicando otra cosa, las publicaciones que colgué en el Social Science Research Network, las estoy recolgando en el nuevo repositorio de la Universidad de Zaragoza, Zaguán. Trabajo de tontainas, supongo—si se mira "Filología Inglesa", o "Lingüística", o "Literatura" se verá que al parecer soy el único de mis colegas que se molesta en usar este recurso. Y, viceversa, subo al SSRN los trabajos que he colgado en Zaguán. Y, por otra parte, también subo noticia de estas publicaciones en red, y enlace a ellas, a mi página de Academia.

Lleva un ratito, todo esto—y son trabajos ombliguísticos, darle vueltas a lo que ya he hecho. Pero, por otra parte, ya que está hecho, hay que rentabilizarlo, procurar que se lea. Recuérdese el consejo de buena administración de nuestros esfuerzos: la mitad del tiempo, dedicarla a trabajar; la otra mitad, a pasillear, buscar contactos y oportunidades (a quien le vaya eso), o al autobombo y promoción socialmente aceptable de nuestros trabajos—márketing, buscar salida a los productos. En la medida en que la tengan. En el SSRN ya llevo posiblemente decenas de miles de visitas, y más de 1000 descargas de artículos; algún lector nuevo habrán conseguido esos artículos, es de suponer.

En cambio, en la ratio número de descargas / número de citas, que es la que se supone va a primar en esta nueva economía académica mediada por ordenador, pues salgo muy mal parado. Ni una cita hasta ahora, de algún trabajo que haya difundido por estos medios. ¿Debería esto hacerme reflexionar, y dejar de darle al teclado—si no dedicarme a borrar todo lo subido a la red? Algunos dirían que sí. Yo ni sé qué digo.

Igual vuelvo a la publicación académica estándar un día, y eso que para que un artículo quede al gusto de un comité editorial hay que pasar por varias horcas caudinas de estilos y estándares, y también trabajarse mucho más la Cita de Autoridades, cosa que ahora mismo no me renta tanto. Veremos.

De momento, aún veo que he dedicado poco tiempo a la autopromoción, por difícil que resulte de creer. Tengo decenas de trabajos sin escanear, sin pedeefear, sin colgar en la web... Y eso que son de los que molan académicamente. Así que aún le voy a tener que dedicar a esto mayores esfuerzos, o ir royendo la bola esa poco a poco cada día, con un plan organizado—de esos que decíamos que si no se aparcan a veces se interrumpen. Hoy mismo veo que es oportuno empezar a colgar, visto que su segunda edición nunca llegará, un libro que publiqué hace más de diez años, y que me costó más de diez hacer antes de publicarlo; empezó con mi tesis doctoral y acabó en un libro llamado Acción, Relato, Discurso que publicó la Universidad de Salamanca—y que no está electrocutado. Visto que ya se lo he dejado diez años a las ediciones de Salamanca, me lo voy a volver a reapropiar en su versión preliminar, que ya me costará recuperarla—aquí se les pasa el asado no sólo a las ideas, sino a los programas informáticos también, y como me descuide no pronto no podré ni leer el texto sin formato. Así que con el tiempo y una caña, lo iré colgando y revisando en mi web—de hecho en esta página que, équilicuá, acabo de crear a tal efecto: Acción, Relato, Discurso: Estructura de la ficción narrativa. Pero la versión web es la que me gusta: qué no hubiera dado yo mientras la escribía, por poder tener enlaces hipertextuales para las referencias internas...

... enlaces que ahora bien le podría añadir, trabajo de chinos, impropio de Occidentales decadentes. Bueno, de momento bastante haré si llego a revisar el texto de modo que quede legible. Y cuando lo tenga en versión web, ya veré si me dedico a hacer el PDF para colgarlo en algún repositorio. Así me aseguro bien de no alcanzarme nunca a mí mismo, como Brad Pitt. O era la tortuga.


martes, 24 de marzo de 2009

¿Tú aquí qué ves?




Esta foto de la pareja Obama viene de un número de Newsweek del año pasado, donde una periodista negra, comentaba la figura de Michelle Obama, cómo les mola a sus sisters, y cómo puede ayudar a cambiar la imagen estereotípica de las African-American. (La grieta de la foto no es del original, sino de mi escáner, en el que me debí de sentar un día... ignórenla).

—Tú dime qué ves aquí. Mírala y luego me lo cuentas.

— (....)

— ¿Y bien?

— Bueeno... Pues... a ver. Están los Obama frente a los periodistas, entre ellos el que les ha hecho la foto, están confraternizando relajadamente, bromeando, haciéndose los simpáticos—que seguramente lo son. Y ella está hablando seguramente de otra cosa, pero lo que dice con los gestos es lo siguiente: Mi marido la tiene así de corta. No se piensen ustedes que es para tanto.

Ahá. Pero será más bien la tiene así de larga, ¿no?


— No, no, qué va. Bueno, más bien indica que larga es, pero no tan larga como se dice por ahí. Porque ten en cuenta que la unidad de medida es la corbata, símbolo fálico. Michelle está indicando que las dimensiones son la mitad de las aparentes o supuestas. Todo esto en plan simbólico, claro, no hablamos de centímetros, sino de centímetros imaginarios. La corbata es la credibilidad pública, política y profesional de Obama, el traje varonil nacional. Siempre algo impostado en un negro—así que hay que apropiárselo mediante la parodia, "significarlo". Michelle bromea y dice que las apariencias de eficacia de Barack Obama engañan—a la vez que en realidad le salva la cara a su marido—pues larga es, la corbata y hasta la media corbata—juega a dos bandas y se coloca como figura de la oposición interna, asegurando así que la América real va a tener acceso directo a la trastienda del Presidente, en la persona de Michelle. De buen humor, y solidaria con él, critica sus insuficiencias humanas que ella bien conoce. Dice: "Este os va a decepcionar, que bien me lo conozco yo. No está mal, para ser un hombre, pero es un cuentista, como todos ellos—yo estoy aquí para tenerlo en contacto con la diferencia entre las pretensiones y la realidad". Barack sigue la broma, aguanta de buen grado el chaparrón—es de buen tono entre negros insultarse y ridiculizarse mutuamente para demostrar solidaridad—, y así de paso van acostumbrando a los periodistas al nuevo tono comunicativo de lo que puede ser la Presidencia, un nuevo uso público de la intimidad más acorde con la comunidad negra.

— Bueno, pero en realidad no está hablando de nada de eso, quedamos.

— Ah bueno, igual no... Pero una vez hecha la foto y seleccionada para la revista, ya lo está haciendo. Si no lo hacía la Michelle Michelle, sí la construida por los medios de comunicación. Por mucho que el artículo vaya de que va a cambiar la imagen estereotípica que hay de las negras americanas como enérgicas en exceso, o como enfrentadas a sus hombres, o como sarcásticas e ingeniosas...

Artistas de la comunicación, lo que te digo.


— Pero todos.

Je suis King

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Lettre à France

He estado un rato en la plaza con la guitarra, practicando esta canción mientras los chavales iban en bicicleta. La grabé ayer, pero aún se me resiste. Es de Michel Polnareff, un clásico en Francia y aquí un desconocido.


Lettre à France from Jose Angel García Landa on Vimeo.



Lettre à France

Depuis que je suis loin de toi
Je suis comme loin de moi
Et je pense à toi tout bas
Tu es à six heures de moi
Je suis à des années de toi
C'est ça être là-bas.

La différence
C'est ce silence
Parfois au fond de moi.
Tu vis toujours au bord de l'eau
Quelquefois dans les journaux
Je te vois sur des photos.
Et moi loin de toi
Je vis dans une boite à musique
Electrique et fantastique
Je vis en "chimérique".

La différence,
C'est ce silence
Parfois au fond de moi.
Tu n'es pas toujours la plus belle
Et je te reste infidèle
Mais qui peut dire l'avenir
De nos souvenirs
Oui, j'ai le mal de toi parfois
Même si je ne le dis pas
L'amour c'est fait de ça.

Il était une fois
Toi et moi
N'oublie jamais ça
Toi et moi !

Depuis que je suis loin de toi
Je suis comme loin de moi
Et je pense à toi là-bas.
Oui j'ai le mal de toi parfois
Même si je ne le dis pas
Je pense à toi tout bas...




lunes, 23 de marzo de 2009

A ciegas



Un pedazo de película imprescindible, ésta de Fernando Meirelles, de las que no hay que dejarse pasar. Avisados quedan. No se dejen impresionar por las críticas malas que hayan podido leer. Atrapa de principio hasta (casi) el fin, e impresiona, vaya si impresiona.

Aunque algunos críticos se declaren poco impresionados, como digo. La reseña de Roger Ebert es singularmente miope, por no decir cegata. Impresionado sí queda, pero a un nivel muy superficial, por lo desagradable de la película, tanto por la fealdad y la hez humana como por lo estridente de la película en sus elecciones de imagen y sonido—sin apreciar lo que se logra expresar con esos materiales desagradables. Más perceptivas, aunque tampoco completamente positivas, son las reseñas de James Berardinelli en Reelviews y la de Anthony Kaufman en Village Voice. Bueno, completamente positiva tampoco va a ser la mía, pero desde luego recomiendo no dejar de ver esta película.

La novela de Saramago es todo un logro en su línea, de argumentos de Saramago: "qué pasaría si a todos nos empezasen a llegar cartas de los muertos anunciándonos el día de nuestra muerte", o "qué pasaría si de repente se muriesen todas las mujeres del mundo", etc. Bueno, los argumentos de Saramago no son exclusivos de Saramago, como se ve por novelas como Children of Men de P.D. James ("qué pasaría si dejasen de nacer niños durante más de veinte años") que dio lugar por cierto a una excelente película de Alfonso Cuarón. Son argumentos entre la especulación fantástica y la alegoría, mezclados con una buena dosis de realismo en el tratamiento de las reacciones de los personajes. En este caso, la premisa central, una plaga de ceguera altamente contagiosa, va desde esa alegoría ("no vemos lo que tenemos delante", etc.) a retratos realistas de la brutalidad humana, de la convencionalidad de las relaciones personales y de la fragilidad del orden social ante una catástrofe. Los ciegos de la novela y la película, dejados a sus propios recursos, han de crear una sociedad a partir de cero, un microcosmos—y los resultados no pueden ser más desalentadores. Al final resurgirá el sentido de comunidad en una pequeña "nación" de seres civilizados, pero el "mundo" en sí, el microcosmos del campo de concentración de los ciegos, es una selva donde imperan el egoísmo brutal y la ley del más fuerte. Recuerda en esto la historia a otras antiutopías como Animal Farm de Orwell, o Lord of the Flies de William Golding, otras utopías fracasadas y relatos sobre las ficciones sociales que posibilitan la vida civilizada, y sobre el peligro de la tentación totalitaria y del irracionalismo.
Recuerda el argumento por una parte a los grandes relatos sobre pestes y plagas, desde A Journal of the Plague Year de Defoe, a La Peste de Camus, o a The Scarlet Plague de Jack London—donde la regresión al salvajismo y la brutalidad también queda memorablente retratadas. También, de allí, a las historias de apocalipsis y catástrofes masivas como Earth Abides de George R. Stewart o como The Road, de Cormac McCarthy. La plaga es universal, o casi, pero de eso se enteran los protagonistas y el lector al abrirse las puertas de la prisión donde internan a los primeros contagiados. Hasta entonces, el argumento es carcelario: el infierno que son los otros cuando se está a puerta cerrada (Sartre), la ley de los matones en prisión (tantas y tantas películas de estas miserias...) y las historias de judíos internos por los nazis. Lo sorprendente es cómo ingredientes tan sobados pueden combinarse en una novela tan magistral como la de Saramago, y en una película que parece el arquetipo de todas esas historias—por ejemplo, se aprecia perfectamente cómo los guardias "nazis" del campo de concentración no son sino unos pobres tipos en su mili, que ni entran ni salen (ni de hecho pueden hacerlo mucho) de la historia espantosa en la que juegan su papel necesario: no son ni mejores ni peores que la gente corriente que está allí interna. Y es entre los internos donde se producen los descensos rápidos a las peores abyecciones humanas de crueldad e indiferencia—subrayados de modo eficaz e impresionante al tener lugar a tientas y entre ciegos, unos vestidos, otros desnudos, dándose golpes en los muebles, pisando mierda, violándose y chantajeándose a ciegas—bajo la mirada desengañada del espectador y de su emisario en la película, la única mujer que ve (Julianne Moore, la "esposa del doctor"). Aquí nadie tiene nombre, cosa que queda más forzada en la novela; la película le hace perder parte de esa abstracción alegórica al ponerles obligatoriamente caras y gestos a esas etiquetas de Saramago.

Y a su manera tanto la novela como la película funcionan bien "a ciegas": la novela nos mete necesariamente en un universo verbal, y saca de ahí parte de su fuerza; la película no nos puede dejar a oscuras, ni a claras con la "ceguera blanca" que ataca a los progatonistas, aunque en alguna escena hace las dos cosas. Sí en cambio juega mucho con imágenes imperfectas, distorsiones, y alusiones y alegorías visuales (personajes con gafas negras, o un parche en el ojo, u ojos nublados, o imágenes deslumbradas....) —todo esto lo hace Meirelles de modo muy eficaz, y además ha suprimido ante los abucheos de la crítica la narración en off de uno de los personajes, el sabio negro del parche en el ojo. Algo de ella ha dejado al final, y mal dejado: fatídicamente, la película flojea al final. Tras escenas impresionantes del colapso de la civilización y de grupos de ciegos buscando comida en las ruinas de los supermercados, viene una lluvia purificadora demasiado alegórica. El grupillo que ha salido de la prisión agarrados en cadena humana, como los ciegos de Brueghel pero con una vidente en cabeza, reconstruye una comunidad humana solidaria, se aprecian, se hacen amigos... Los matrimonios que se habían hundido con la presión de la desgracia se reconcilian, y tenemos un happy end naturalmente también alegórico—aunque de repente en un giro quizá innecesario la protagonista que veía se queda ciega. Me quedo con el lado pesimista de la película, cuando nos abre los ojos a lo frágil del espectáculo que tenemos delante—no cuando nos ciega con una esperanza que parece desmesurada, tras la visión descorazonadora que nos ha ofrecido antes. Pero el final un tanto gratuito o ex machina también viene de Saramago, y ¿qué productora hubiera aguantado un pesimismo sin contemplaciones?


Blindness. Dir. Fernando Meirelles. Screenplay by Don McKellar, based on the novel by José Saramago Ensayo sobre la ceguera.
Cast: Julianne Moore, Mark Ruffalo, Alice Braga, Yusuke Iseya, Yoshino Kimura, Don McKellar, Danny Glover, Gael García Bernal. Music by Marco Antônio Guimarâes. Cinemat. César Charlone. Prod. des. Matthew Davies, Tulé Peak. Art dir. Joshu de Cartier. Ed. Daniel Rezende. Exec. prod. Simon Channing Williams, Gail Egan, Akira Ishii, Victor Lowwy, Tom Yoda. Prod. Andrea Barata Ribeiro, Niv Finchman, Sonoko Sakai. Brazil, Canada, Japan, 2008.

El incidente


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Estruendoso silencio


Comentario dejado hoy en el blog de EDU: Estudiantes en Defensa de la Universidad, grupo de representación estudiantil de los más activos en la Universidad de Zaragoza, y que se describe a sí mismo como "colectivo estudiantil laico y progresista"

Buenos días. Me gustaría conocer la postura de las asociaciones de estudiantes sobre la cuestión del plan Bolonia, los encierros que hay en el Rectorado, las protestas en esta y otras universidades... Más que nada, me extraña que en los medios públicos de los estudiantes no se tome postura al respecto, sea para apoyar el plan Bolonia, o esas protestas contra él— sea para darles la parte de razón que tengan, o para desmarcarse de las manipulaciones que haya. En fin, que es una cuestión que encuentro extraño no suscite comentario alguno entre las asociaciones de estudiantes, siquiera sea para orientar a sus votantes sobre cómo habría que contemplar esta cuestión. Un saludo.




Post-scriptum, 2019: Pues eso, estruendoso silencio. Los estudiantes "progresistas" se abstuvieron de comentar tanto sobre la reforma universitaria, como sobre los okupas perroflautas acampados en el Rectorado. Que tampoco fueron desalojados por el Rectorado, por cierto.

domingo, 22 de marzo de 2009

Me migro


Bueno, me migro a medias. El cuerpo serrano lo dejo en su sillón, y en mi departamento de la Universidad me tendrán que seguir aguantando. Migro el blog, y ni siquiera del todo. El blog éste lo llevo llevando desde 2004 en mi sitio web de la Universidad de Zaragoza, y desde 2005, con los mismos contenidos, en Blogia, que me ofrecía las herramientas automatizadas de un buen proveedor de blogs. Pues ahora, más de cuatro años después, voy a probar a actualizar prioritariamente un blog que abrí en Blogger, cogiéndome la dirección que llevaba el nombre de mi blog, http://vanityfea.blogspot.com

Lo llevaré a la par que el blog de Unizar.es, como venía haciendo hasta ahora con el de Blogia. Y el de Blogia lo seguiré actualizando de momento, pero quizá sólo hasta que coja la marcha el nuevo. Blogia me ha dado en general muy buen servicio, y agradecidísimo quedo por una herramienta gratuita de esta categoría. También me gusta que es una empresa "vecina", de Zaragoza... pero buscando la comodidad y la velocidad, me paso a Blogger; Blogia se me ha venido colgando muchas veces últimamente, y cada vez con mayor frecuencia le cuesta Dios y ayuda hacer las operaciones más sencillas, como abrir un artículo o publicarlo. Espero que no me pase lo mismo en Blogger...

Así que, a partir de ahora y hasta nueva orden, Vanity Fea tendrá su centro de operaciones en http://vanityfea.blogspot.com

Geminis Blog

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Mis hermanicas


Bueno, dos de ellas, que todas no caben en la foto... Desde que toda mi familia se han abierto Facebooks, me estoy poniendo morado de copiar fotos suyas—aunque no sé para qué, si ya están en el ordenador! Pero es que a veces no me puedo reprimir de copiármelas, será mi gen de coleccionista. Estas son Sonia y Berta, dos recientes adquisiciones del Facebook. Majas, ¿eh? A que puedo presumir de hermanas.




Flickr profile

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Me están entrando tentaciones


Me están entrando tentaciones de pasarme a Blogger... y es que Blogia no mejora algunas cuestiones de compatibilidad con otras plataformas, cosa que aún sobrellevo, pero últimamente me está haciendo esperar mucho tiempo para hacer las cosas, o se cuelga, y es de desesperarse.

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Mi fotoblog

Mi fotoblog
se puede ver haciendo clic en la foto ésta de Termineitor. Y hay más enlaces a cosas mías al pie de esta página.