jueves, 28 de mayo de 2009

El juez reo y el juez Verdugo




El juez Berdugo y todos los demás jueces del Tribunal Supremo han admitido a trámite una querella contra el juez Baltasar Garzón. Querella por prevaricación, visto que Garzón emprendió el proceso aquél de los crímenes de la guerra civil, un proceso abierto careciendo de competencias, plenamente a sabiendas de que vulneraba los procedimientos, y creyéndose impune. Esto parece evidente (y de la palmaria evidencia puede que se deduzca esta intervención). Garzón ha tenido actuaciones tendenciosas y sectarias antes, pero en esta ocasión, cuando actuó como si no le constase la muerte de Franco, ya cayó su actuación en lo grotesco. 

No negaré que tenga su belleza simbólica eso de llevar a Franco (o a Atila) a los tribunales, pero la Audiencia Nacional no está para crear belleza, sino para aplicar la ley. Y para aplicarla sin sectarismos: el mismo Garzón había desestimado querellas contra Santiago Carrillo por crímenes en la guerra civil, arguyendo para ello las mismas razones legales que luego pasó a ignorar cuando le convino para llevar adelante su propia cruzada de autobombo. Ahora dice que no le consta haber incurrido en ninguna ilegalidad—lo cual es prueba como poco de gran ignorancia, que lo inhabilitaría para ser juez. 

Lástima, porque Garzón ha dado pruebas de gran actividad y osadía a la hora de perseguir el crimen, dotes que, bien encauzadas, podrían haber sido beneficiosas para desperezar un poco a la justicia en España. Pero lamentablemente ha dado pruebas también de una enorme voluntad de poner el dedo en la balanza, o de sentarse en un platillo directamente. Y eso es intolerable en un juez. Con el tema éste de Franco se ha pillado él mismo los dedos, pero a conciencia, y a bombo y platillo. 

Sobrados andamos de jueces tendenciosos, sectarios y cegatos voluntarios. A ver si de alguna manera se consigue llevar a los tribunales, por ejemplo, a un juez que ordenó destruir todas las pruebas del atentado del 11-M. Por menos otros se han podrido en la cárcel. Aquí hasta ahora, menos el extorsionador Estevill, los jueces se van de rositas dicten lo que dicten, aunque sea a cara o cruz. 

Declara sobre Garzón la portavoz del PP en las cortes que "nadie está por encima de la ley". Error. El Tribunal Constitucional, por ejemplo, está claramente por encima de la ley. Y bien que lo demuestra además, con su ceguera selectiva (ahora por ejemplo no ve indicios de que la candidatura de Alfonso Sastre tenga simpatías con el mundo batasuno, o cree que un abstracto y panorámico "rechazo a la violencia" es condenar los atentados de ETA, cuando todo el mundo sabe a qué se refieren los batasunos cuando "condenan la violencia"). Vamos, que ha sido una ayudita clara, desde Arriba, a los que hacen lo posible por desmantelar España y lo que queda de su estado de derecho. 

Mucha prisa se dieron los del constitucional en resolver este recurso—perdieron el culo, vamos: contrasta esta Prisa, de modo palmario, con su pereza selectiva, echando los recursos contra el estatuto de Cataluña al fondo del cajón de sus asuntos. Seguro que por algo será. ¿No canta esto un poquito? ¿No estarán prevaricando de la manera más escandalosa sus señorías, los que están por encima de la ley? Estos caballeros (y señoras), grandes trepadores, o bien guardarán silencio eterno, o nos declararán que en efecto en España hay ahora varias naciones. Pero es muy de temer que estos nunca van a ser reos de nada, ni les va a poner en vereda ningún juez Verdugo.





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