viernes, 24 de abril de 2009

State of Play

Una descripción del thriller éste, a.k.a. La sombra del poder, puede leerse en Roger Ebert por ejemplo, la primera de la lista de sus reseñas reseñadas en IMDB. Si es que Internet nos deja sin nada que hacer...

... aunque esta película también tiene un cierto mensajillo de defensa de los medios tradicionales; el protagonista Crowe es un periodista investigador a la antigua, gordo y casposo. Le enseña cuatro lecciones a la marisabidilla bloguera que está subiendo como la espuma con la edición electrónica, mientras la edición de papel se está yendo a la porra con sus valores y criterios... para desesperación de la editora Mirren, que quiere calidad pero también (o mejor, si hay que elegir)—ventas. La ventaja de la bloguera es que está dispuesta a aprender de Crowe que las noticias hay que trabajárselas, mirar debajo, no quedarse con lo primero sino reinterpretar, profundizar... que allí está el valor del periodismo de solera, y las grandes investigaciones requieren a veces contener la noticia y no publicar todo lo que se tiene sólo por dar un golpe de efecto.


Aquí el tema es una serie de crímenes que rodean al congresista Affleck y parecen amenazarlo. Affleck está investigando a unas empresas de externalización de servicios militares: vamos, una compañía de esas que rodeaban a Bush, como Blackwater, que van montando ejércitos privados y vendiendo sus servicios a Defensa y a la política exterior USA, haciéndoles el trabajo más sucio en Irak o donde los manden. Con contratos jugosos, conexiones poco sanctas para chupar recursos al Ejército, etc. Bien, pues el senador va sacando trapos sucios, pero la Corporation ésta (PointCorp, la llaman) extiende sus tentáculos hasta el interior de la comisión que lleva el congresista; tiene comprados a sus colegas, y a él lo espían con una amante a sueldo que va comprometiendo su carrera y su posición... hasta que es asesinada. Y lo que investiga el periodista Crowe, viejo amigo del congresista, es esa muerte y otras aparentemente inconexas. ¿Será Pointcorp quien está detrás?

Pues claro, pero allí es donde patina la investigación del periodista.... —y la película.

En realidad, resulta que las muertes eran resultado de las contramaniobras de protección del propio congresista Affleck, y de un fanático militar colega que lo protege más de lo debido. Y el resultado, y final de la película, es que Crowe desenmascara lo que le ocultaba su amigo Affleck (amigo y más, Javier Marías lo llamaría cocoyundo o algo así, pues había tenido un rollo con la actual esposa de Affleck, debidamente cabreada ahora por el asunto de la amante asesinada).... A lo que voy, no perdamos el hilo sustancial: que hay mucha investigación colateral, y mucho rollo de "no me saques aún esta noticia", pero el resultado por el que digo que patina la película es que el congresista que investigaba las maniobras sucias de las multinacionales se ve envuelto en un escándalo ya no de amoríos, sino de asesinatos, como resultado de la modélica investigación de su amigo con quien piques viejos tenía...

... y se verá por supuesto desacreditado, y apartado de la comisión que ahora queda en manos de los políticos comprados por PointCorp.

Pero saben qué, y esto es lo raro.... que ni a los periodistas de investigación ni a los guionistas parece preocuparles esto en exceso. Affleck irá a la cárcel, y su amigo se pondrá una medalla, y seguramente hasta se tirará a la bloguera, con quien hay "deliciosa tensión" de esa, en realidad más profesional que erótica, será esa coyunda, quizá nunca materializada, una reconciliación entre los viejos y nuevos medios. ¿Piensan mientras redactan en silencio la denuncia del senador, y aprietan el botón de "Send", que están haciéndole el juego a la multinacional, quitándole de enmedio al grano que les había salido? Si lo piensan, desde luego, no comment, y la película ahí se acaba, con el periódico de papel saliendo "como siempre" (imagen casi decimonónica) a cumplir su misión de alta política, que yo desde luego ni sé cuál es, a estas alturas. Contribuir a la confusión, quizá.


De este modo el argumento, retorciéndose para evitar la detección del espectador, acaba condenando al "bueno", al heroico Affleck que se oponía a los oscuros contubernios de los Militaristas Capitalistas. Resultado: que el thriller se resuelve satisfactoriamente desde el punto de vista de la detección, pero queda el campo libre para las maniobras de los McEjércitos privados en la trastienda de la comisión que los investiga, y en la trastienda del Estado. Han venido para quedarse.

Y así la película reproduce los tics americanos y las obsesiones americanas sobre todas estas cuestiones. Tres muertos americanos importan más que los miles de iraquíes que (suponemos) son víctimas de los quehaceres de los señores de la guerra. Las denuncias de amenazas a la democracia y a la libertad se pierden en el escaparate de las noticias, mezcladas con escandalillos del tres al cuarto de faldas y de asesinatos irrelevantes (hablo a escala mundial) manipulados a primera plana, mientras la pasta sigue yendo a donde tiene que ir, y los lobbys siguen comprando a quien tienen que comprar, y los halcones hacen la política mundial a su aire como siempre, con las plumas apenas despeinadas por los mayores acosos judiciales y movimientos democráticos que se les monten en contra.

No sé si es esto lo que quería demostrar la película… pero demostrarlo, bien que lo demuestra.



State of Play. Dir. Kevin Macdonald. Screenplay by Matthew Michael Carnahan, Tony Gilroy and Billy Ray, based on the BBC TV series written by Paul Abbott. Cast: Russell Crowe, Ben Affleck, Rachel McAdams, Helen Mirren, Robin Wright Penn, Jason Bateman, Jeff Daniels, Michael Berresse, Harry Lennix, Maria Thayer. Music by Alex Heffes. Cinemat. Rodrigo Prieto. Ed. Justine Wright. Exec. prod. Paul Abbott, Liza Chasin, Debra Hayward, E. Bennett Walsh. Prod. Tim Bevan, Eric Fellner, Andrew Hauptan. Andell Entertainment / Bevan-Fellner / Relativity Media / Studio Canal / Univeral Pictures / Working Title Films, 2009. Spanish title: La sombra del poder.





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